Es un lugar común atribuir a los políticos profesionales ausencia de
credibilidad en su decir y hacer, en otros términos, una práctica en la cual
impera la mentira que deviene, así, en
impronta que sella a los políticos y su profesión; de ahí que un
político que exponga toda su verdad (cándido) sea visto y considerado como un
desprestigio para el gremio; por el contrario, un político sagaz era y es lo
más parecido a un tahúr: siempre con una carta escondida dentro de la manga
para engañar al adversario.
En política la mentira es la norma,
tanto, que cuando ella no es necesaria es menester exagerar para deformar la verdad y convertirla en eso
que se ha dado en llamar “medias verdades” que no son más que mentiras inútiles
porque nadie se las cree. Dos ejemplos de éstas son las siguientes: el cúmulo
de mentiras que el oficialismo prodigó con
relación a la enfermedad, gravedad y muerte del Presidente, como aquella de las
cinco horas de trabajo con el moribundo; o las de la oposición afirmando
categóricamente que en las encuestas hay un empate técnico entre Maduro y
Capriles.
La encuesta (con base en una encuestadora válida y honesta) debe utilizarse
como herramienta de investigación; si nos ubica por debajo de lo esperado, el
resultado debe divulgarse y pedir a los compañeros de causa que nos empeñemos
más para modificarlo positivamente. Por eso resulta ridículo ver en las
pantallas de los televisores a representantes de la MUD aduciendo que Capriles
ya ganó, y que esta es la elección presidencial a la cual acude la oposición en
mejores condiciones; esto no es optimismo, es verle a los opositores las caras
de idiotas. No hay mejor estrategia que la impuesta por la verdad; ni mejor
táctica que su práctica diaria.
¿Por qué esa aprensión y menosprecio por la verdad? Porque parece desnudar
a quien la practica, con lo cual lo deja a la “intemperie” y lo hace,
aparentemente, más vulnerable. Dentro del misterio oficialista nunca se podrá
creer en una verdad libre de dudas porque su revolución es una gran mentira,
pero en la oposición es pertinente discutir por qué se le miente al electorado
opositor, porque en la política de pantalones largos sólo con la verdad se
puede ganar aunque no se obtenga la mayoría de los votos; piensen por un momento en la Gran Bretaña
asediada y destrozada durante la Segunda Guerra Mundial y a su líder político
quien sólo les promete: “sangre, sudor y lágrimas”, para derrotar la mentira
nazi.
César Villarroel Castillo