La victoria de Macri en las recientes elecciones presidenciales argentinas
ha planteado la necesidad de precisar el término democrático, habida cuenta de que el candidato vencedor ha
prometido, y reiterado, que cuando asuma la presidencia exigirá a la OEA y
otros foros regionales que a Venezuela le sea aplicada la Carta Interamericana
De Derechos Humanos. Sin embargo, y a pesar de las evidentes violaciones a la
letra y práctica de tal documento por parte del Gobierno venezolano, hay
quienes consideran, en el nivel de cancillerías, que tal acción resultaría temeraria e
inaplicable porque en Venezuela no ha habido una ruptura del “hilo
democrático”, condición necesaria y suficiente para que al país le sea aplicada
tal sanción.
¿Qué entiende el chavismo y sus adláteres por interrupción del hilo
democrático? Que el país en cuestión haya sufrido un golpe de Estado clásico,
es decir, con militares apropiándose del poder, conculcándose los poderes
públicos, violándose descarada e impunemente la Constitución y suprimiendo las
elecciones como mecanismo de acceso al poder. Con base en esta
conceptualización de la democracia es fácil entender el porqué algunos jefes de
Estado y cancilleres rechazan los reclamos de Macri, porque, como dice Rafael
Correa: “En este país (Venezuela) rige la democracia y un proyecto político que
se ha cansado de ganar elecciones” (Macri, 25/11/2015) Y decimos nosotros,
quién tenga dudas que le pregunte a Fidel, quien no ha perdido ni una elección.
Por eso en Venezuela a pesar que los
militares se han apropiado del poder, que han conculcado los poderes públicos, que
violan constantemente la Constitución y expolian la poca riqueza que le
queda al país se considera que todavía no se ha dado un golpe de Estado porque
se hacen elecciones periódicas, aunque
su idoneidad esté altamente cuestionada. De ahí la necesidad de clarificar y
precisar el contenido de la Carta
Interamericana para que quienes acuden a ella puedan discernir con más claridad
la paja del trigo. Así, cuando Correa y sus compinches piensan y conciben la
democracia lo hacen desde la óptica dictatorial de los hermanos Castro, es
decir, ni libres ni justas, y aupadas por alguna neo dictadura latinoamericana.
Conocen y aplican de la Carta Interamericana solo la parte que permite
justificar las dictaduras.
Mas para los que se han leído la Carta completa, y además están dispuestos
a defender sus postulados democráticos el actual gobierno venezolano no permite
el desarrollo del ejercicio democrático. En esta trinchera ya comienzan a
aparecer los que consideran que fue el gobierno venezolano el que rompió el
hilo democrático y, en consecuencia, merece que se consideren las violaciones señaladas
por destacadas personalidades latinoamericanas. En este sentido se inscriben
las observaciones y reclamos de Almagros y Macri. El primero al inventariar y
denunciar, de manera valiente y responsable, las responsabilidades que el
gobierno venezolano ha soslayado o contravenido. El segundo, denunciando el
silencio cómplice de muchos países latinoamericanos ante los desafueros
chavistas.
Hay, sin embargo, unas precisiones que deben hacerse a unas elecciones con
pretensiones democráticas, como la que
se realizará el 6-D en Venezuela y postula la propia Carta Interamericana: que
sean libres, justas y basadas en el sufragio universal, y dentro de la
separación e independencia de los poderes públicos. ¿Las elecciones pautadas
para el 6-D cumplen con estos parámetros? Nada que ver, el propio Ejecutivo se
ha encargado de hacer saber que no quiere, ni admitirá, observadores de la OEA ni la Unión Europea, y
que sólo aceptará la ridícula figura del acompañante que alcahuetea Unasur; en
otras palabras, no confían en los propios organismos a los cuales están
afiliados. ¿Cómo pretender ser honesto si su comportamiento es delictivo?
Ya comenzaron a caer las primeras bajas (Luis Manuel Díaz) de unas elecciones venezolanas que, al decir
de Maduro, si el gobierno las pierde sobrevendrá el apocalipsis. Hablamos de
bajas y no de víctimas porque éstas hace rato que están en las cárceles o en el
exilio. A Maduro podemos vencerlo sin dificultad en las urnas electorales, pero
¿cómo vencemos el miedo a perder lo poco que tenemos, incluida la vida? No cabe
otra, pongámosle más corazón que tripa y salgamos a votar.