sábado, 28 de noviembre de 2015

La ruptura democrática la produjo el chavismo

La victoria de Macri en las recientes elecciones presidenciales argentinas ha planteado la necesidad de precisar el término democrático, habida cuenta de que el candidato vencedor ha prometido, y reiterado, que cuando asuma la presidencia exigirá a la OEA y otros foros regionales que a Venezuela le sea aplicada la Carta Interamericana De Derechos Humanos. Sin embargo, y a pesar de las evidentes violaciones a la letra y práctica de tal documento por parte del Gobierno venezolano, hay quienes consideran, en el nivel de cancillerías,  que tal acción resultaría temeraria e inaplicable porque en Venezuela no ha habido una ruptura del “hilo democrático”, condición necesaria y suficiente para que al país le sea aplicada tal sanción.

¿Qué entiende el chavismo y sus adláteres por interrupción del hilo democrático? Que el país en cuestión haya sufrido un golpe de Estado clásico, es decir, con militares apropiándose del poder, conculcándose los poderes públicos, violándose descarada e impunemente la Constitución y suprimiendo las elecciones como mecanismo de acceso al poder. Con base en esta conceptualización de la democracia es fácil entender el porqué algunos jefes de Estado y cancilleres rechazan los reclamos de Macri, porque, como dice Rafael Correa: “En este país (Venezuela) rige la democracia y un proyecto político que se ha cansado de ganar elecciones” (Macri, 25/11/2015) Y decimos nosotros, quién tenga dudas que le pregunte a Fidel, quien no ha perdido ni una elección.

Por eso en Venezuela  a pesar que los militares se han apropiado del poder, que han conculcado los poderes públicos,  que  violan constantemente la Constitución y expolian la poca riqueza que le queda al país se considera que todavía no se ha dado un golpe de Estado porque se hacen  elecciones periódicas, aunque su idoneidad esté altamente cuestionada. De ahí la necesidad de clarificar y precisar el contenido  de la Carta Interamericana para que quienes acuden a ella puedan discernir con más claridad la paja del trigo. Así, cuando Correa y sus compinches piensan y conciben la democracia lo hacen desde la óptica dictatorial de los hermanos Castro, es decir, ni libres ni justas, y aupadas por alguna neo dictadura latinoamericana. Conocen y aplican de la Carta Interamericana solo la parte que permite justificar las dictaduras.

Mas para los que se han leído la Carta completa, y además están dispuestos a defender sus postulados democráticos el actual gobierno venezolano no permite el desarrollo del ejercicio democrático. En esta trinchera ya comienzan a aparecer los que consideran que fue el gobierno venezolano el que rompió el hilo democrático y, en consecuencia, merece que se consideren las violaciones señaladas por destacadas personalidades latinoamericanas. En este sentido se inscriben las observaciones y reclamos de Almagros y Macri. El primero al inventariar y denunciar, de manera valiente y responsable, las responsabilidades que el gobierno venezolano ha soslayado o contravenido. El segundo, denunciando el silencio cómplice de muchos países latinoamericanos ante los desafueros chavistas.

Hay, sin embargo, unas precisiones que deben hacerse a unas elecciones con pretensiones  democráticas, como la que se realizará el 6-D en Venezuela y postula la propia Carta Interamericana: que sean libres, justas y basadas en el sufragio universal, y dentro de la separación e independencia de los poderes públicos. ¿Las elecciones pautadas para el 6-D cumplen con estos parámetros? Nada que ver, el propio Ejecutivo se ha encargado de hacer saber que no quiere, ni admitirá,  observadores de la OEA ni la Unión Europea, y que sólo aceptará la ridícula figura del acompañante que alcahuetea Unasur; en otras palabras, no confían en los propios organismos a los cuales están afiliados. ¿Cómo pretender ser honesto si su comportamiento es delictivo?


Ya comenzaron a caer las primeras bajas (Luis Manuel Díaz)  de unas elecciones venezolanas que, al decir de Maduro, si el gobierno las pierde sobrevendrá el apocalipsis. Hablamos de bajas y no de víctimas porque éstas hace rato que están en las cárceles o en el exilio. A Maduro podemos vencerlo sin dificultad en las urnas electorales, pero ¿cómo vencemos el miedo a perder lo poco que tenemos, incluida la vida? No cabe otra, pongámosle más corazón que tripa y salgamos a votar.

jueves, 19 de noviembre de 2015

La OEA dejó de ser insulsa

Las neo dictaduras de América Latina: Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela (no se incluye Cuba porque ésta es la dictadura más vieja de todo el planeta) se acostumbraron, compra o sumisión mediante, a “liderar”, naricear sería más válido, a las seudodemocracias latinas y sus respectivas instituciones. El soborno y la retaliación sustituyeron los procedimientos democráticos por la práctica despótica y totalitaria, tanto, que la decana de las dictaduras latinoamericanas fue invitada con bombos y platillos a regresar al seno de la OEA, de donde había sido excluida desde 1962; en otras palabras, la dictadura cubana regresó al corro de la democracia representativa con pretensiones de paradigma político.

Venezuela, durante las dos últimas décadas, lideró el nacimiento y desarrollo de las nuevas dictaduras latinoamericanas.  Tenía los dos ingredientes básicos: una inmensa riqueza sobrevenida, altos precios del petróleo, y un gobernante que consideró e hizo suya tal riqueza. Consecuencia de esto, las instituciones supuestamente defensoras de la democracia terminaron por concebir y aceptar que ellas no representaban a los pueblos sino a los gobiernos. De ahí que en los organismos como la OEA, por ejemplo, su Secretario General siempre obedeció las directrices del gobierno que lideraba la organización, es decir, Venezuela; aunque en algunos casos, la mayoría, contravinieran los principios democráticos que debía defender la institución. Por supuesto nos referimos al señor Insulza.

Hasta comienzos del tercer lustro (siglo XXI) de la era chavista la mediocridad se enseñoreó en la organización y conducción de la OEA, siendo el Secretario General Insulza el personaje más representativo de la mediocre administración del organismo durante este período. Sin embargo, a comienzos del tercer lustro del siglo XXI los soportes básicos de las neo dictaduras latinoamericanas (económico e “ideológico”) comienzan resquebrajarse casi de manera  simultánea: el deterioro de los precios del petróleo y la salud del dictador; en el 2013 fallece éste y el precio del barril acusa una baja significativa. Ya no es posible mantener la dictadura en estas condiciones, pues su deterioro es, como diría Lucena, definitivamente irreversible.

Mas los herederos ideológicos de Chávez no se dieron, ni se dan, por aludidos y mantienen las prácticas totalitarias y despóticas que caracterizaron el Gobierno del finado dictador, especialmente en lo que concierne a dos áreas claves para el desarrollo político: lo jurídico y lo electoral. En lo que respecta  a la OEA el antiguo Secretario General cohonestó tales prácticas sin emitir el más mínimo reproche político o administrativo; pero, he aquí que desde mayo de 2015 la OEA estrena nuevo Secretario General, Luis Almagro, quien, al parecer, no está dispuesto a dejarse naricear por los facsímiles dictatoriales de la ALBA. Ya no tienen con qué sobornar a nadie, y si lo logran es gracias  a la generosa gratitud por los regalos y dádivas de ayer. En cuanto a las amenazas ya no asustan, basta con preguntarle a Guyana.


¿Qué hizo Almagro para hacerse merecedor de tantos elogios? Le escribió una extensa carta a la señora Tibisay Lucena en la cual puntualiza,  defiende,  reivindica y  exige  las responsabilidades  que el cargo  le exige a él, e invita a la señora Lucena a hacer lo propio. A pesar de la pertinencia y contundencia de la carta de Almagro, esta no tendrá los efectos administrativos que se espera en estos casos, pero dejará claro ante la comunidad internacional que el desarrollo de la dictadura chavista, en Venezuela, no debe gozar de impunidad. 

lunes, 2 de noviembre de 2015

“Como sea y como siempre”

Ganar la contienda del próximo mes de diciembre “como sea” es la amenaza con la cual el señor Maduro nos informa con su peculiar estilo “democrático” que,  no importa lo que el pueblo diga (es la única traducción posible del como sea), él, junto a Unasur y la señora Lucena expropiarán los resultados de esa elección. Posterior a esa declaración (27-10-2015) y,  suponemos que tratando de remendar el capote, declaró lo siguiente: (el propósito de la campaña es)…”movilizar al pueblo y ganar como sea por paliza”, es decir, un “como sea” precisado.  O sea, que en metida de pata, como dicen los españoles, “ya éramos muchos, y parió la abuela”. Lo mejor en estos casos es darle vacaciones a la jeta, pero no creo que el actual encadenamiento lo permita.

Sin embargo, y en honor a la verdad, Maduro lo que está es tratando de ser fiel al legado de Chávez; porque quien inauguró la amenaza electoral de ganar como sea y pronosticar un apocalipsis si la oposición llegara a ganar, fue Chávez. La diferencia estriba que Maduro profiere la amenaza y la deja ahí hasta que se desgasta o se convierte en retórica “revolucionaria”; mientras que las  amenazas de Chávez se cumplieron, en su mayoría, salvo algunas tremebundas como la de freír a los adecos en aceite, aunque quedó claro su desconocimiento, por un rato, de los resultados del plebiscito (2007) en los cuales acompañó su renuencia con golpes de escritorio  y una fétida y escatológica calificación.

Por eso, el “como sea” para ganar elecciones no se estrenará el  6-D; de hecho, su existencia electoral es consustancial al chavismo, excluida la elección de 1998 porque para entonces no sabíamos quién era ni lo que quería Chávez. Pero el “como sea” chavista siempre estuvo allí, por eso  rotulamos “como sea y como siempre”, es decir, mellizos en el  como sea y como siempre en la sumisión de los poderes públicos, en la compra de votos de nacionales y extranjeros, en la dilapidación, saqueo y simple robo de nuestras riquezas, en la estructuración de un CNE parcializado a favor del Poder Ejecutivo, en las brigadas motorizadas de los llamados “colectivos”, en suma, en ese monstruo antidemocrático que solemos calificar de ventajismo electoral. 

¿Los herederos  de la revolución seguirán obcecadamente el legado de Chávez? Parece que sí; de ahí que para la salida a la crisis solo vislumbran un hipotético repunte de los precios del petróleo en un lapso no menor de un año; y el aumento de la gasolina en un momento en que sea menor el daño político que ocasione. ¿Agenciarle a la revolución parte de unos recursos que no supieron cuidar ni reproducir?; ¿continuar reiteradamente instrumentando la política errónea que dio lugar a este desastre y con los mismos actores fracasados?, no parece lo más conducente. Maduro y su gobierno debe ser cambiado en el marco de lo pautado en la Constitución.


Porque el Gobierno ya ha hecho suficientes “méritos” para hacerse acreedor del  desconocimiento pautado en la Constitución mediante el artículo 350 de la misma. El problema no reside en saber si este es un gobierno forajido, eso es como la muerte de Gardel: noticia vieja; lo que verdaderamente importa es cómo probarlo. Por eso, todo el esfuerzo opositor debería estar dirigido a demostrar lo obvio. Por de pronto, considerar que el 6-D ninguno se quede en casa.