lunes, 18 de noviembre de 2013

Toma y “daka”: saqueo perfecto

Según el DRAE, la expresión “toma y daca” alude a una suerte de “trueque simultáneo de cosas y servicios”. El lector ya sospechará que la falta de ortografía en el título pretende destacar el nombre de la tienda de electrodomésticos (DAKA) que le sirvió al Gobierno como emblema para realizar tan singular trueque: éste puso mercancía “confiscada” y los miembros del Psuv aportaron  un escenario de necesidad a tono con el que en la víspera había esbozado Maduro: “que no quede nada en los anaqueles”. El trueque morigerado (se vendió la mercancía a precios irrisorios) pretendió evitar la connotación de saqueo, pero la indiscreta jeta del “líder” ya había derramado el agua.   

No es la primera vez que se da este trueque de electrodomésticos por apoyo electoral, recordemos la distribución de “línea blanca” que realizó Jesse (por cierto fallida) cuando se postuló para alcalde de Petare; la diferencia estriba en que entonces el Gobierno era el dueño de los productos a ser canjeados; ahora el Gobierno decidió “apoderarse de todo o la mayor parte de aquello que hay o se guarda  en algún sitio” (DRAE, acepción del verbo saquear) de las tiendas de electrodomésticos. Esto es lo que califica la acción como saqueo;  el que cometió el Gobierno, no el populacho.

Todo saqueo tiene una  connotación delictiva, por eso, en un Estado de derecho es inconcebible que los poderes públicos permitan, impunemente, la práctica del mismo; de ahí que sorprenda de primer intento que el saqueo de DAKA, y de los sucesivos que ya se anuncian, haya sido planificado y ejecutado por las autoridades del más alto nivel ejecutivo, con la anuencia y hasta el beneplácito de los otros poderes públicos, y ahora se pretenda que sean estos poderes que ya han demostrado su sumisión ante el Ejecutivo, los que juzguen y condenen… ¡a los saqueados! Esto no debe pasar en un Estado de Derecho, pero  como Venezuela no es uno de esos el saqueo oficialista (el perfecto) es práctica corriente.

Todo empresario que transgreda la ley debe ser juzgado y sancionado con base en lo que ella establece, esto no sólo lo apoyamos sino que además lo reclamamos. Pero en este caso hay dos situaciones que no se apegan a la ley. Una, la forma como se determina la transgresión y el transgresor; la realiza el Ejecutivo a su real saber y conveniencia, y como en Venezuela los poderes distintos al Ejecutivo no son autónomos es imposible que prevalezca la justicia.

La segunda situación refiere al encubrimiento que hace el Gobierno de los empresarios de maletín que estafaron a la nación más de veintidós mil millones de dólares, según funcionarios del Banco Central. Estos especularon más que los de DAKA, y la única explicación que esgrime el Gobierno para no actuar contra ellos es que no firmaron nada, es decir, “se actuó de buena fe”. Saqueo perfecto, del cual fue responsable el  Gobierno de ayer con los gobernantes de hoy.


La política del saqueo perfecto parece que será, en  adelante, el estandarte de la economía socialista del siglo XXI; el soberano alcanzará su felicidad suprema: vivir sin trabajar; y el Gobierno garantizará el voto eterno. Esto último se probará el 8 de diciembre cuando se podrá apreciar la eficacia e impacto de la nueva política. Los viejos manuales de Materialismo Histórico (Konstantinov) solían advertir, sin embargo, que la realidad objetiva es aquella que no depende del sujeto;  de ahí que, a corto plazo, la inflación y el dólar “afro criollo “ continuarán su ascenso a pesar de los buenos deseos de Ramírez y Maduro. Y a todas éstas, ¿qué es de la vida de la MUD?

jueves, 7 de noviembre de 2013

El ocaso de la MUD

Las elecciones de próximo 8-D no se podrán ganar ni perder; los contendores, obligados a polarizarse, sólo diagnosticarán  el espacio y condiciones en las cuales dirimirán la transición post electoral en la que Chávez intervendrá como pajarito, figura y voz en afiches y videos, y hasta como rostro espectral  sin sudario ni Verónica, pero sin capacidad de decisión.

 En las elecciones de diciembre no se juega la continuidad del apoyo al Gobierno, sino la capacidad de cada extremo  para enfrentar exitosamente eso que se ha dado en llamar “la transición”. Hay que  destacar que la transición de la que hablamos no se refiere a un gobierno sino al transcurrir político hasta que se rescaten (o se pierdan definitivamente) los poderes y valores democráticos. Las elecciones del 8-D es el preámbulo de un nuevo capítulo de la política venezolana.

 El oficialismo enfrentará los mayores retos. El 8-D le corresponderá la carga de la prueba, es decir, tendrá que obtener una mayoría significativa de votos porque una  no significativa, como la última, aumentará la percepción de que gana por el apoyo del CNE. Para la etapa post elecciones no tiene ningún cambio que ofrecer, pues al negarse a rectificar ve a la transición como una repetición del desastre (legado) del cual  venimos. Súmese a esto una izquierda radical que, ahora sin la presencia física de Chávez, comenzará a pasar facturas ideológicas y morales, lo que aumentará la resistencia al cambio.

Por todo lo anterior, es bastante probable que la oposición oficial quede mejor posicionada el 8-D, aún “perdiendo“ por estrecho margen, pero resultará casi nula durante la transición si no cambia radicalmente. En efecto, se ha convertido en obediente mecanismo que avala la política del oficialismo y que vive de la promesa de que si se porta bien (no protestar, denunciar ni confrontar) pudiera llegar a Miraflores mediante el voto popular; es la estrategia de la MUD y Capriles, una mezcla de paciencia e inacción con una buena dosis de ingenuidad.

 La transición amerita de una oposición que se oponga, que defienda hasta con las uñas la poca democracia que nos queda; en lo inmediato la meta no debe ser Miraflores, sino un TSJ y Fiscalía decentes y una Contraloría eficiente. Este Gobierno sólo respetará el resultado electoral que le favorezca. ¿Esto implica un llamado a la abstención? Todo lo contrario. Exige de la oposición una votación masiva que fuerce al régimen a mostrar su verdadero rostro: el dictatorial.  

¿No es una contradicción criticar la MUD y, al mismo tiempo, pedir que el 8-D se vote por sus candidatos? No, si enfrentas electoralmente a una dictadura debes votar por la oposición, sea quien sea. En este sentido hay que emular a Henry Ford quien prometía a los estadounidenses un carro de cualquier color, siempre que fuese negro. A los opositores a la dictadura chavista hay que decirles que voten por quien quieran, ¡siempre que sea contra Maduro! Guárdate las facturas para después del 8-D.


¿Puede la MUD estar a la altura del desafío de la transición? Creemos que no, la inacción de este organismo es un freno que tendremos que tascar sólo hasta el 8-D; de ahí en adelante, sin importar los resultados de las elecciones, es imperioso transformar la MUD en un frente amplio, incluyente, que tenga la voluntad suficiente para denunciar y protestar las prácticas dictatoriales del Gobierno, y que reciba el apoyo de todos los venezolanos que quieran defender la democracia, y no sólo el de los partidos políticos.