No sólo de los
alimentos que nutren el cuerpo, y que no se encuentran (proteínas,
carbohidratos, vitaminas y medicamentos, entre otros) sino también del alimento
socio político: observancia de la ley y respeto a los principios democráticos
en un marco de libertad. A riesgo de lucir fuera de contexto al evaluar la
prioridad del tratamiento de las carencias antes mencionadas, diríamos que es
lo relativo al alimento socio político el que debe ser priorizado en su
tratamiento. ¿Por qué? Porque no puede saciarse el hambre física sin antes
haberlo hecho con el hambre espiritual; de otro modo, la perspectiva sería más
veterinaria que humanista.
Venezuela es un
buen ejemplo de lo anterior. Veamos. El
6-D (2015) la oposición obtuvo una delirante victoria durante la elección de la
nueva AN con un margen de un 66%, es decir, mayoría calificada. El oficialismo
perdió la Asamblea Nacional y, desde entonces, toda la política del Gobierno se
ha centrado en hilvanar un rosario de argucias y triquiñuelas para que no se
defenestre, legalmente, al señor Maduro. Así,
el TSJ comenzó por expropiarle, impunemente, al
Estado Amazonas a tres de sus diputados, con lo cual dejaron sin efecto
la mayoría calificada que la oposición había obtenido en buena lid. Resultado,
ahora estamos frente a una política errada que debe urgentemente rectificarse,
pero que no se puede porque Maduro lo impide. Mientras no se sacie el hambre
política, sólo tendremos la maltrecha sobrevivencia del hambre física.
Lo anterior
demuestra que la dictadura madurista no permitirá un juego limpio con relación
a las salidas electorales porque sabe que la oposición ganaría, de aquí y en
adelante, cualquier contienda electoral que pretenda ser limpia y justa. Eso
pareciera la descripción de juego
trancado; sin embargo, la oposición no le podrá ganar políticamente a la
dictadura “madurista”, pero el “chavismo” sí. La defensa de la Revolución
Bolivariana no pasa, necesariamente, por el sacrificio de ésta en aras de hacer
que perdure el “madurismo”. La defensa
de la Revolución Bolivariana pasa por un diálogo y un compromiso entre el
chavismo (que no solo Psuv y Polo Patriótico) y la oposición (que no solo PJ,
VP y un NT). Un compromiso que culmine en una transición consensuada.
Un proceso de
transición política y socioeconómica
debería ser el vehículo que haga
factible la propuesta anterior. Para alcanzarla es necesario instrumentar un
diálogo que deje de lado la retórica madurista y que comience por atender
prioritariamente la inflación y la productividad. Con solo prestar atención
preferente a esos dos rubros se estaría dando un golpe psicológico con una
iniciativa que no es hija de nadie pero de los cuales todos seríamos padres.
Por supuesto, no pretendemos que esta sea
la única propuesta, ni la única con pretensiones de éxito; de hecho, la
única certeza que podemos defender es
que esta propuesta, y las otras que se puedan presentar, siempre será mejor que
el marasmo “madurista” Ah, y que lo que
se proponga mañana debió haberse hecho ayer.