Hay quien dice que en la Argentina primero se es peronista y después se es
argentino. La aserción parece haberse corroborado por el comportamiento público
de Bergoglio, el actual papa, durante su reciente viaje a Cuba, quien en sus
actuaciones pareció recordarnos que él, primero es peronista del lado izquierdista
kirchneriano, sector actualmente predominante en el peronismo, y después sumo
pontífice del catolicismo. Para que no quedara alguna duda acerca de la participación
montonera en el último viaje del papa, la propia presidenta Cristina hizo el
recorrido Buenos Aires- La Habana (tantas veces trajinado) para hacer de GPS
presidencial y ayudar en las presentaciones de rigor.
Veamos. El papa se ha dignado realizar una visita al correoso Fidel Castro.
Se podrá argüir que Bergoglio puede tener amigos, pero el papa no. La presencia
de éste como visitante ante cualquier país, a menos que constituya un “toque
técnico” por el transporte utilizado, corresponde a su condición de jefe de un
Estado (Vaticano) cuyo equilibrio ideológico está obligado a mantener; y que no
se nos diga ahora que el líder cubano está muy disminuido en cuanto a su poder
político, porque más de cincuenta años de férrea dictadura no pueden esconderse
bajo la alfombra de la geopolítica. Entonces, ¿por qué no se hacen las mismas
consideraciones políticas con relación a Raúl?, porque éste disfruta de la
condición de jefe de Estado, aunque la dictadura sea la misma.
Pero el papa pretendió seguir siendo Bergoglio durante el comienzo a la
visita a los Estados Unidos de Norte América; así, en un tono de distensión
recriminó a Obama que el modelo económico desarrollado por los estadounidenses
había excluido a un considerable número de ciudadanos. Y he aquí que el peronismo
populista (¿redundancia?) volvió a tomar los micrófonos indebidamente; porque cómo
se puede criticar, con toda razón y derecho, la exclusión de ciudadanos
estadounidenses, mientras se viene de visitar una nación, Cuba, que obvia y
excluye todo un país sin decir nada al respecto. Afortunadamente, después de estos entuertos el
papa tomo las riendas y tuvimos un pontífice
más equilibrado tanto en el Congreso gringo como en la ONU.
¿Se equivocó el papa durante los
devaneos peronistas en suelo cubano? Creo que no, pues los errores fueron
cometidos por Bergoglio, mas no por Francisco; que el papa en Cuba no haya querido visitar a la
disidencia cubana, pero en cambio se haya dado prisa en hacerlo con el viejo
dictador es, a no dudarlo, una ofensa para el pueblo que esperaba de esta
visita un mensaje de libertad, tímido
pero diáfano; y que todavía cree que por encima de los Castro
hay alguien más. En este sentido, Bergoglio defraudó a parte de ese
pueblo cubano.
Por mi parte, creo que Francisco es el mejor papa que me ha correspondido
ver y oír (todo por televisión) durante mis 78 años de existencia. Humilde y
modesto a pesar de su gentilicio; sincero y honesto como el tango Cambalache, y
siempre sonriente como Marcelino, el de pan y vino en la tonada cristiana. Sólo
cabría, más como aspiración que como consejo que controle a Bergoglio y, sobre
todo, a las malas compañías que rondan por los lares sureños: Cristina, Evo,
Rafael y, por supuesto, nuestro inefable Nicolás.