Algunos opositores al gobierno, dentro de la gama existente, tratan de
justificar su desgano ante una posible participación en las elecciones del
próximo 6-D, arguyendo que sus resultados no tocarán a Maduro; en otras
palabras, todo seguirá igual porque el Gobierno no cambiará, dado el carácter
regional de la contienda. Esto será cierto si Maduro gana las parlamentarias,
es decir, gana mayoría de curules y
mayoría de votos en el nivel nacional. Si ese fuese el caso, la oposición
en la próxima década desaparecería y la contienda política sería entre los
vástagos de la vieja generación chavista: Nicolasitos, Gabrielitas y Cabellitas.
Pero en un escenario en que el Gobierno gane en los curules pero pierda la
votación en el nivel nacional, entonces las cosas, después del 6-D, serían
iguales a las primeras de cambio pero no serían lo mismo, pues el Gobierno
tendría pintado en la frente un referéndum plebiscitario que sería
constitucional, con un apoyo internacional
a prueba de trampas, y una votación contraria a Maduro superior a la
alcanzada por el chavismo en la elección del 6-D. Como puede verse, con base en
este análisis, los resultados de la próxima elección no solo tiene que ver con
Maduro y su gobierno, sino que es a éste a quien más afecta, pues si perdiera
la AN tendría, el mismo 6-D en la noche, que ponerse a hacer maletas. Si gana
la AN pero pierde la elección nacional, durará en el cargo un poquito más pero
no lo suficiente para continuar la dictadura.
Por eso no entendemos la postura de
algunos opositores como los aludidos en el primer párrafo, porque nunca como
ahora hemos estado tan cerca, como otrora lo estuvo Chile, de derrotar una
dictadura mediante el ejercicio del voto. Pretextos y excusas ya no son válidas
porque existe la real posibilidad de que la oposición triunfe; luego, la
pregunta que un verdadero opositor a la dictadura debe hacerse es: ¿cómo hacer
para que mi voto contribuya lo más posible a la derrota de Maduro? En esta ruta
hay, todavía, muchos baches que sortear. El más importante es la falta
de unidad en el nivel nacional; sin embargo, la unidad regional en algunos
casos es posible. Sería criminal que no se lograra acuerdo en aquellas
entidades en que la suma de la votación opositora supere al chavismo. Esto
afectaría notablemente la posibilidad de ganar la AN.
Ante este panorama, el chavismo se empleará a fondo en la activación de
todo su repertorio de trampas y artimañas. Ya lo están haciendo con el arsenal
de provocaciones como la que han montado con la acusación a Lorenzo Mendoza. El
objetivo está de bulto, generar en la oposición una respuesta emocional,
afectiva de acuerdo a lo deleznable de la acusación y provocación. En
situaciones como ésta es necesaria responder con cabeza fría a la provocación,
pero sin ignorarla; ni mucho menos hacer como el avestruz, esconder la cabeza,
estilo de respuesta seguido hasta ahora por el liderazgo opositor. Cada
desaguisado del chavismo debe hacerse del conocimiento del pueblo, de la
comunidad internacional y de sus organismos competentes.