El 24-10-2014 el jefe del Gobierno anunció un cambio de ministros que, al final, resultó en la salida del gabinete del ex ministro de Relaciones Interiores, General Miguel Rodríguez Torres. ¿Por qué, cómo y por quién?, es lo que comentaremos a continuación porque, en nuestra opinión la salida, ¿remoción?, del alto funcionario parece tener implicaciones que van más allá de las generadas por un simple cambio de ministro. En efecto, sería la primera vez que en un Estado soberano, y supuestamente democrático, un grupo de delincuentes obligue al gobernante de turno a prescindir de alguno de sus colaboradores.
Al parecer, el ministro es removido por el enfrentamiento de uno de los cuerpos de seguridad bajo su mando: Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas (CICPC), y otros cuerpos de “seguridad”, colectivos irregulares y fuera de la ley pero armados y apoyados, evidencias fotográficas mediante, por el altísimo Gobierno. Pues bien, la defenestración del General parece ser la respuesta del Alto Gobierno a las solicitudes públicas de las bandas colectivas, quienes a través de marchas y pancartas demandaron la renuncia de Rodríguez Torres al hacerlo responsable de las bajas de los combatientes recientemente caídos en las filas de los irregulares.
Las declaraciones del Gobierno parecen corroborar la hipótesis de que fue una remoción, lo que implica una afrenta pues los lugares comunes no logran ocultar que este cambio es un castigo, aunque después aparezcan consulados y embajadas. Era lo que querían los colectivos malandros y fueron complacidos. El General agradeció la confianza que le tenía Maduro, pero, como en el béisbol, cuando un mánager saca al pitcher es porque ya no le tiene confianza para dominar al próximo bateador, con el agravante que los colectivos desde las tribunas demandan su salida; ya no se trata de lo que quiere el mánager sino de lo que vociferan las tribunas, y miedo mata confianza.
En la forma y el cómo parece haber sendos “mensajes a García”. El Presidente agradeció a los otros ministros involucrados en los cambios pero no removidos, el buen trabajo realizado; pero al defenestrado sólo le agradeció el “esfuerzo” realizado durante 19 meses. ¿Será que el esfuerzo no fue todo lo exitoso de lo que se pretendía? No sólo fue despedido sino que tuvo que irse con “el rabo entre las piernas” Por otra parte, pareciera que la sucesión implica, también, otro “mensaje a García”: el removido se cayó de maduro que estaba, pero para la sucesión el fruto seguirá estando verde… oliva. Vaya usted a saber, en todo caso parece ser un capítulo de la novela: Cómo complacer a los colectivos malandros, y no morir en el intento.
Lo que queda claro es el poder político y militar de los colectivos malandros; con lo primero desconoce y viola la Constitución, a despecho del artículo 350; con lo segundo, arrecian en la represión, y pretenden la práctica de una dictadura “consensuada” al imponer al verdadero colectivo (zanahoria) el único trabajo que saben y pueden hacer: el sucio. A los colectivos de corte y actuar mafiosos hay que desenmascararlos y ponerlos en evidencia; la llamada oposición democrática, desde ya, debe denunciarlos, desconocerlos, y exigir del Gobierno y de los organismos internacionales los respectivos pronunciamientos. No al malandraje oficialista. No al Estado forajido.