Terminó el 2014 y con él la oportunidad que se había previsto para
organizar la oposición. El propósito resultó fallido. Hubo atenuantes como La
Salida pero ninguna razón para habernos anclado en ese traspié. Subir el ancla supone,
simplemente, reconocer el error. Ni lo que estaba haciendo y proponiendo
Capriles servía, ni lo que terminaron de hacer López y María Corina sirvió.
Ahora en el campo de la oposición celebran albricias porque los responsables de
haber encallado (PJ y VP) han hecho las paces y aseguran más de lo mismo por un
largo período.
¿Qué se supone debe ser el propósito último de la oposición a una
dictadura? La denuncia y protesta de todas las violaciones al sistema
democrático, dicen algunos; la consecución de la unidad nacional, arguyen
otros; y, por último, alcanzar una mayoría indiscutible en las urnas
electorales y en la calle, anhelan todos. Todas las anteriores son válidas,
pero no independientes sino concatenadas. Las denuncias y protestas son las
primeras en desvelar la dictadura; la unidad nacional calibra las posibilidades
de derrotarla, y cuando tengamos una mayoría indiscutible (no sólo en lo
electoral), ni con trampas la dictadura podrá evitar su derrota. Esto, por
supuesto, es más fácil de bosquejar que de instrumentar.
En el caso venezolano la oposición soslayó tempranamente su responsabilidad
de denuncia permanente y la sustituyó por el trabajo electoral que siempre
estuvo circunscrito a un evento comicial, desdeñándose el trabajo previo al
evento mismo (denuncias y protestas). De este modo, la dictadura nunca ha sido
cuestionada ni mucho menos confrontada; en otras palabras, el nacimiento y
consolidación de la dictadura siempre contó con una ausencia opositora; de ahí
que ésta siga pensando que la confrontación a la dictadura debe esperar y
cumplir los plazos electorales.
Y con respecto a la unidad la oposición la concibió y trato de organizarla,
pero no para enfrentar a la dictadura, de hecho, todavía hay opositores que
consideran la dictadura como un nivel de deterioro político al que todavía no
hemos llegado, por eso la unidad concebida por la MUD fue una de partidos
políticos que se enfrentaría a la dictadura en “buena” lid electoral. En
consecuencia, la unidad alcanzada resultó, como debía serlo: chucuta,
excluyente e ineficaz. A veces, ¿sólo a veces?, esta unidad de partidos parece
hecha a la medida de la dictadura, pues se querella más con el sector
democrático que con el dictatorial.
Comienza el 2015 sin cambios políticos y, en el campo opositor, parece que
así terminará, con una mayoría cada vez más lejana y una desesperanza
abrumadora. Ya no hay tiempo para cambiar me confiaba un colega durante la
conmemoración de un evento político, refiriéndose a las posibilidades de
mejorar el chance opositor en las próximas elecciones para elegir la Asamblea
Nacional; es posible, pero siempre se estará a tiempo para que la oposición se
decida y llegue a serlo. Hay tiempo para cambiar el caudal de votos de la MUD
por el de los votantes que rechazan el gobierno de Maduro. El principal
objetivo de la oposición en las elecciones venideras no es ganar, sino comenzar
a forjar la mayoría.