El paquete económico que se rechaza en público pero se acepta en privado,
nos hace recordar el cuento del individuo que inventó una píldora muy eficaz
para evitar la sed; sólo se debía tomar ocho diariamente, ¡cada una con un vaso
de agua! En efecto, Maduro jura que nunca aplicará un paquete económico por
considerarlo, cuando no, imperialista, neoliberal y antirrevolucionario;
mientras, se instruye a Ramírez para que junto a los “pragmáticos” se estudie
la instrumentación de la próxima mega devaluación, el aumento de la gasolina y
se explique y acepte la hiperinflación que, a título de ejemplo, reporta un
aumento de más de un 100% en los pasajes del ferry para Margarita. ¿Entonces?
El paquete económico es inevitable; lo que está en discusión no es su necesidad,
de hecho ya se está programando, sino su implantación con el menor costo
político para el Gobierno, o para Maduro porque en el Ejecutivo los errores los
comete el Gobierno, mientras que las “metidas de patas” es hechura exclusiva de
Nicolás. En realidad, el paquete no se apoya públicamente porque contradice el
legado de Chávez, lo cual es cierto; sin embargo, al analizar el legado se
evidencia que éste no es más quela crónica de un descomunal fracaso, y el
fracaso nunca debe venderse como legado sino como advertencia.
El paquete es como un purgante de
los que padecí durante mi infancia carupanera: lograba posponer el trago amargo
pero no evitarlo, sobre todo cuando convencía a mi tía que lo tomara ella
primero, tras lo cual ganaba calle y me
refugiaba en el rancho de mi abuela durante todo el día; pero en la tarde
cuando regresaba a casa confiado, más bien esperanzado, en un olvido
sobrevenido el gesto adusto de mi tía y lo que sostenía en cada mano (purgante
y correa) me regresaban a la realidad, aunque me quedaba el consuelo que ella,
la administradora del purgante, también tenía que padecerlo
La economía venezolana hace rato que ha estado pidiendo un purgante contra
la disparatada y atrasada concepción que la guía; contra la ineficiencia con la
cual se administra; y contra la monstruosa y obscena corrupción que la agobia.
Hasta ahora se ha diferido la aplicación del mismo con el riesgo, ya cierto, de
que mientras más tarde la purga, más amargo será el trago. Durante los
gobiernos de Chávez no se aceptó la enfermedad de la economía porque él era la
enfermedad dada su práctica populista de repartir dólares e impunidad para
asegurarse la eternidad del poder; tuvo la oportunidad de conquistarlo, pero
prefirió comprarlo.
Sea como fuere, el paquete-purgante ya está aquí; sólo resta democratizar
sus efectos negativos como lo hacía con mi pobre tía, es decir, que afecte no
sólo al pueblo sino a Maduro, su gabinete,
su familia consanguínea, la castrense y la de los “combatienticos”
expertos en empresas de maletín; que antes de abrir el paquete se publique la
lista de los corruptos y que las fortunas mal habidas sean denunciadas; que el
aumento del precio de la gasolina implique previamente la eliminación del
subsidio a Cuba y una rigurosa planificación de esos ingresos; y crear un nuevo
TSJ que genere confianza adentro y afuera.
El chavismo los corrompió y protegió; el madurismo le hace un flaco
servicio a la economía alcahueteándolos; la efectividad de los purgantes, como
cualquier medicina, depende de la data de fabricación, el enfermo debe ser el
más interesado en que no se supere la fecha de vencimiento.