miércoles, 18 de diciembre de 2013

Oposición lista para hibernar hasta el 2015

El 1-12-2013 publiqué en mi blog (http://cvillarroelc.blogspot.com/2013_12_01_archive.html) con el título de: “El problema no es la Habilitante, sino la dictadura”, lo siguiente: “El 9 de diciembre la oposición, sin importar los resultados de las elecciones de la víspera, debería comenzar a inventariar y diagnosticar los desafueros de Maduro y su Habilitante…y, (con base en ese diagnóstico) encarar una reorganización de la oposición”. Se destacan las fechas para evidenciar que la transformación que solicitamos de la MUD no es una consecuencia de la derrota sufrida el 8-D, sino de la no pertinencia de su oportunidad y estrategia.

Algunos han considerado un error haber atribuido a la contienda un  carácter plebiscitario porque, se aduce,  este elector está más interesado en la solución de su problema local (basura, vialidad, seguridad) que en la problemática política del país; lo que explicaría la baja votación obtenida. Diferimos de esta conclusión, el problema no fue plantear el plebiscito  sino no saberlo manejar. El bienestar de lo nacional y lo regional  no son antagónicos ni independientes, pero, en toda circunstancia,  lo primero priva sobre lo segundo; y corresponde a la oposición ejercer la pedagogía política para que sus autoridades municipales no sean consideradas como simples conserjes.

La MUD se niega a reconocer que su aspiración plebiscitaria fue claramente derrotada; en vez de negarlo debería ahondar sobre sus causas, entre ellas la de haber atado esta elección al supuesto liderazgo de Capriles, el cual venía chamuscado desde la elección del 14-4. Capriles perdió el capital electoral que generosamente le brindara la deserción chavista durante la elección presidencial del mes de abril, y que un manejo erróneo de la denuncia del fraude acabara con aquella efímera  ventaja electoral. El error estuvo en no haberle planteado al elector la posibilidad de que hubiese optado por la salud del país aunque esto quebrantara su bienestar individual. Los líderes opositores prefirieron perder libertad y democracia, antes que popularidad.

La oposición que queremos es una que tipifique la naturaleza del gobierno que tenemos: ¿democracia o dictadura? Según la respuesta que se admita será la práctica política que se ejerza. Si se considera no democrático, entonces hay que unir fuerzas para derrotarlo, pero esa unidad no debe ser de partidos sino de ciudadanos opuestos a todo tipo de dictadura; cuando se enfrenta una dictadura la polarización es inevitable, y la oposición está llamada a responder, con prontitud y firmeza, a todas las acciones de corte dictatorial que el Ejecutivo desarrolle. No importa si no se logra, por ahora, frenar o impedir las mismas; lo importante es que la oposición se haga oír y respetar.

Así, por ejemplo, con la corrupción de y en Cadivi (veintidosmil millones de dólares estafados) la oposición dejó hacer y pasar sin siquiera chistar; otro tanto ocurrió con la Ley Habilitante que recibió más cuestionamiento de los estadounidenses que de nuestros parlamentarios; y la guinda de la torta la puso la MUD cuando no condenó ni protestó el saqueo tercerizado del Gobierno  a los almacenes de electrodomésticos, ¡para no perder popularidad! Con esa argumentación queda claro que la MUD no sólo perdió el plebiscito, sino la vergüenza.      

La estrategia de esperar pacientemente que el enemigo pierda es la negación de la oposición; por eso no es de extrañar que en la derrota del plebiscito se le haya pasado factura a esa oposición aposentada y bobalicona. Se vislumbran tiempos difíciles y trascendentes: Plan de la Patria, “protectores” que burlan la voluntad popular, defensa de la Propiedad Privada, corrupción oficialista que no da tregua, la cubanización del control de precios, una cercana devaluación y un inminente aumento del precio de la gasolina, entre otros. ¿Están la MUD y Capriles a la altura de estos desafíos? No, frente a esto la actual oposición nos propone que habilitemos los chinchorros y nos acostemos a hibernar hasta diciembre de 2015. Mas, ya pasó la hora de votar; comienza la de botar… lo no pertinente.

domingo, 1 de diciembre de 2013

El problema no es la Habilitante, sino la dictadura

La Ley Habilitante solicitada por Maduro ha suscitado una serie de temores entre los cuales destaca el de la impunidad con la que el  gobernante pueda abusar de la misma, pues se la considera como una patente de corso que permitiría al mandatario hacer lo que le venga en gana, y sin que nadie pueda oponerse. Mas, Chávez y Maduro nunca necesitaron de una habilitante para violar la Constitución y las leyes; y nadie se les opuso porque, al igual que en el caso de Polifemo, “nadie” es una oposición inexistente. Maduro, lo mismo que Chávez en su momento, necesita poderes especiales para barnizar de legalidad la dictadura en ciernes; por eso, el problema no es la Habilitante sino la dictadura.

Hay que enfrentar la Habilitante para vencer la dictadura. ¿Quién en la oposición liderará este enfrentamiento? No lo tenemos muy claro; pero no albergamos duda con relación a quienes no deben ser: ni la MUD ni Capriles. Aclaremos, he votado por los candidatos de la MUD desde su existencia porque consideraba que tenían las mayores probabilidades de derrotar el chavismo y forzar un fraude oficialista que se pueda demostrar para desnudar la dictadura; el 8-D volveré a votar por los candidatos de la MUD por la misma razón, porque para obligarlos a cometer fraude hay que ganarles holgadamente.

A pesar de lo anterior, he sido un consecuente y acérrimo crítico de la MUD y de Capriles. La principal crítica es haber convertido a la oposición en un reducto partidista; por eso, a ratos, la lucha de la oposición contra el chavismo se convirtió en la lucha de Primero Justicia contra el Gobierno para ver quien se queda con el coroto. Enfrentar la dictadura que se nos quiere legalizar mediante la Ley Habilitante amerita de una oposición que la MUD y Capriles no pueden proporcionar, porque su carácter e interés partidista la convierte en una organización excluyente y vulnerable. El 8-D es necesario votar masivamente contra la dictadura para dar un piso sólido a una nueva oposición.

El 9 de diciembre la oposición, sin importar los resultados de las elecciones de la víspera, debería comenzar a inventariar y diagnosticar los desafueros de Maduro y su Habilitante; el agravamiento moral y ético de los poderes Legislativo y Judicial; desconocimiento de la propiedad privada; la militarización de la función pública; la entrega de nuestro suelo y el producto del subsuelo; el pueril manejo de nuestra economía con el criterio aritmético de una regla de tres; el obsceno nepotismo de los viejos y nuevos inquilinos de Miraflores; el secuestro de adversarios políticos a la usanza de las dictaduras sureñas, y otros abusos que la brevedad del espacio no permite desarrollar, obligan a una reorganización de la oposición para enfrentar la situación. En síntesis, necesitamos superar la MUD por un Frente Anti Dictadura (FAD).


Debe ser una nueva oposición no sólo en lo que respecta a la inclusión, sino también en lo que atañe a estrategias y acciones. La violación a la Constitución debe ser denunciada en  público y en la  calle; igual con la corrupción, incluyendo beneficiario y cuantía del robo; desentrañar los vericuetos del nepotismo palaciego sin excluir al difunto y su familia; denunciar los chanchullos internacionales que comprometen nuestra soberanía económica y política; y, responder en el marco de la Constitución, pero con la firmeza  del caso, todas las tropelías que el madurismo pretenda seguir cometiendo; en fin, una oposición que desvele la dictadura que hace rato padecemos. Votar contra Maduro el 8-D es el primer paso para enfrentar la dictadura; reconocer y denunciar por parte de la oposición el carácter dictatorial del régimen, es el segundo.