miércoles, 18 de diciembre de 2013

Oposición lista para hibernar hasta el 2015

El 1-12-2013 publiqué en mi blog (http://cvillarroelc.blogspot.com/2013_12_01_archive.html) con el título de: “El problema no es la Habilitante, sino la dictadura”, lo siguiente: “El 9 de diciembre la oposición, sin importar los resultados de las elecciones de la víspera, debería comenzar a inventariar y diagnosticar los desafueros de Maduro y su Habilitante…y, (con base en ese diagnóstico) encarar una reorganización de la oposición”. Se destacan las fechas para evidenciar que la transformación que solicitamos de la MUD no es una consecuencia de la derrota sufrida el 8-D, sino de la no pertinencia de su oportunidad y estrategia.

Algunos han considerado un error haber atribuido a la contienda un  carácter plebiscitario porque, se aduce,  este elector está más interesado en la solución de su problema local (basura, vialidad, seguridad) que en la problemática política del país; lo que explicaría la baja votación obtenida. Diferimos de esta conclusión, el problema no fue plantear el plebiscito  sino no saberlo manejar. El bienestar de lo nacional y lo regional  no son antagónicos ni independientes, pero, en toda circunstancia,  lo primero priva sobre lo segundo; y corresponde a la oposición ejercer la pedagogía política para que sus autoridades municipales no sean consideradas como simples conserjes.

La MUD se niega a reconocer que su aspiración plebiscitaria fue claramente derrotada; en vez de negarlo debería ahondar sobre sus causas, entre ellas la de haber atado esta elección al supuesto liderazgo de Capriles, el cual venía chamuscado desde la elección del 14-4. Capriles perdió el capital electoral que generosamente le brindara la deserción chavista durante la elección presidencial del mes de abril, y que un manejo erróneo de la denuncia del fraude acabara con aquella efímera  ventaja electoral. El error estuvo en no haberle planteado al elector la posibilidad de que hubiese optado por la salud del país aunque esto quebrantara su bienestar individual. Los líderes opositores prefirieron perder libertad y democracia, antes que popularidad.

La oposición que queremos es una que tipifique la naturaleza del gobierno que tenemos: ¿democracia o dictadura? Según la respuesta que se admita será la práctica política que se ejerza. Si se considera no democrático, entonces hay que unir fuerzas para derrotarlo, pero esa unidad no debe ser de partidos sino de ciudadanos opuestos a todo tipo de dictadura; cuando se enfrenta una dictadura la polarización es inevitable, y la oposición está llamada a responder, con prontitud y firmeza, a todas las acciones de corte dictatorial que el Ejecutivo desarrolle. No importa si no se logra, por ahora, frenar o impedir las mismas; lo importante es que la oposición se haga oír y respetar.

Así, por ejemplo, con la corrupción de y en Cadivi (veintidosmil millones de dólares estafados) la oposición dejó hacer y pasar sin siquiera chistar; otro tanto ocurrió con la Ley Habilitante que recibió más cuestionamiento de los estadounidenses que de nuestros parlamentarios; y la guinda de la torta la puso la MUD cuando no condenó ni protestó el saqueo tercerizado del Gobierno  a los almacenes de electrodomésticos, ¡para no perder popularidad! Con esa argumentación queda claro que la MUD no sólo perdió el plebiscito, sino la vergüenza.      

La estrategia de esperar pacientemente que el enemigo pierda es la negación de la oposición; por eso no es de extrañar que en la derrota del plebiscito se le haya pasado factura a esa oposición aposentada y bobalicona. Se vislumbran tiempos difíciles y trascendentes: Plan de la Patria, “protectores” que burlan la voluntad popular, defensa de la Propiedad Privada, corrupción oficialista que no da tregua, la cubanización del control de precios, una cercana devaluación y un inminente aumento del precio de la gasolina, entre otros. ¿Están la MUD y Capriles a la altura de estos desafíos? No, frente a esto la actual oposición nos propone que habilitemos los chinchorros y nos acostemos a hibernar hasta diciembre de 2015. Mas, ya pasó la hora de votar; comienza la de botar… lo no pertinente.

domingo, 1 de diciembre de 2013

El problema no es la Habilitante, sino la dictadura

La Ley Habilitante solicitada por Maduro ha suscitado una serie de temores entre los cuales destaca el de la impunidad con la que el  gobernante pueda abusar de la misma, pues se la considera como una patente de corso que permitiría al mandatario hacer lo que le venga en gana, y sin que nadie pueda oponerse. Mas, Chávez y Maduro nunca necesitaron de una habilitante para violar la Constitución y las leyes; y nadie se les opuso porque, al igual que en el caso de Polifemo, “nadie” es una oposición inexistente. Maduro, lo mismo que Chávez en su momento, necesita poderes especiales para barnizar de legalidad la dictadura en ciernes; por eso, el problema no es la Habilitante sino la dictadura.

Hay que enfrentar la Habilitante para vencer la dictadura. ¿Quién en la oposición liderará este enfrentamiento? No lo tenemos muy claro; pero no albergamos duda con relación a quienes no deben ser: ni la MUD ni Capriles. Aclaremos, he votado por los candidatos de la MUD desde su existencia porque consideraba que tenían las mayores probabilidades de derrotar el chavismo y forzar un fraude oficialista que se pueda demostrar para desnudar la dictadura; el 8-D volveré a votar por los candidatos de la MUD por la misma razón, porque para obligarlos a cometer fraude hay que ganarles holgadamente.

A pesar de lo anterior, he sido un consecuente y acérrimo crítico de la MUD y de Capriles. La principal crítica es haber convertido a la oposición en un reducto partidista; por eso, a ratos, la lucha de la oposición contra el chavismo se convirtió en la lucha de Primero Justicia contra el Gobierno para ver quien se queda con el coroto. Enfrentar la dictadura que se nos quiere legalizar mediante la Ley Habilitante amerita de una oposición que la MUD y Capriles no pueden proporcionar, porque su carácter e interés partidista la convierte en una organización excluyente y vulnerable. El 8-D es necesario votar masivamente contra la dictadura para dar un piso sólido a una nueva oposición.

El 9 de diciembre la oposición, sin importar los resultados de las elecciones de la víspera, debería comenzar a inventariar y diagnosticar los desafueros de Maduro y su Habilitante; el agravamiento moral y ético de los poderes Legislativo y Judicial; desconocimiento de la propiedad privada; la militarización de la función pública; la entrega de nuestro suelo y el producto del subsuelo; el pueril manejo de nuestra economía con el criterio aritmético de una regla de tres; el obsceno nepotismo de los viejos y nuevos inquilinos de Miraflores; el secuestro de adversarios políticos a la usanza de las dictaduras sureñas, y otros abusos que la brevedad del espacio no permite desarrollar, obligan a una reorganización de la oposición para enfrentar la situación. En síntesis, necesitamos superar la MUD por un Frente Anti Dictadura (FAD).


Debe ser una nueva oposición no sólo en lo que respecta a la inclusión, sino también en lo que atañe a estrategias y acciones. La violación a la Constitución debe ser denunciada en  público y en la  calle; igual con la corrupción, incluyendo beneficiario y cuantía del robo; desentrañar los vericuetos del nepotismo palaciego sin excluir al difunto y su familia; denunciar los chanchullos internacionales que comprometen nuestra soberanía económica y política; y, responder en el marco de la Constitución, pero con la firmeza  del caso, todas las tropelías que el madurismo pretenda seguir cometiendo; en fin, una oposición que desvele la dictadura que hace rato padecemos. Votar contra Maduro el 8-D es el primer paso para enfrentar la dictadura; reconocer y denunciar por parte de la oposición el carácter dictatorial del régimen, es el segundo.  

lunes, 18 de noviembre de 2013

Toma y “daka”: saqueo perfecto

Según el DRAE, la expresión “toma y daca” alude a una suerte de “trueque simultáneo de cosas y servicios”. El lector ya sospechará que la falta de ortografía en el título pretende destacar el nombre de la tienda de electrodomésticos (DAKA) que le sirvió al Gobierno como emblema para realizar tan singular trueque: éste puso mercancía “confiscada” y los miembros del Psuv aportaron  un escenario de necesidad a tono con el que en la víspera había esbozado Maduro: “que no quede nada en los anaqueles”. El trueque morigerado (se vendió la mercancía a precios irrisorios) pretendió evitar la connotación de saqueo, pero la indiscreta jeta del “líder” ya había derramado el agua.   

No es la primera vez que se da este trueque de electrodomésticos por apoyo electoral, recordemos la distribución de “línea blanca” que realizó Jesse (por cierto fallida) cuando se postuló para alcalde de Petare; la diferencia estriba en que entonces el Gobierno era el dueño de los productos a ser canjeados; ahora el Gobierno decidió “apoderarse de todo o la mayor parte de aquello que hay o se guarda  en algún sitio” (DRAE, acepción del verbo saquear) de las tiendas de electrodomésticos. Esto es lo que califica la acción como saqueo;  el que cometió el Gobierno, no el populacho.

Todo saqueo tiene una  connotación delictiva, por eso, en un Estado de derecho es inconcebible que los poderes públicos permitan, impunemente, la práctica del mismo; de ahí que sorprenda de primer intento que el saqueo de DAKA, y de los sucesivos que ya se anuncian, haya sido planificado y ejecutado por las autoridades del más alto nivel ejecutivo, con la anuencia y hasta el beneplácito de los otros poderes públicos, y ahora se pretenda que sean estos poderes que ya han demostrado su sumisión ante el Ejecutivo, los que juzguen y condenen… ¡a los saqueados! Esto no debe pasar en un Estado de Derecho, pero  como Venezuela no es uno de esos el saqueo oficialista (el perfecto) es práctica corriente.

Todo empresario que transgreda la ley debe ser juzgado y sancionado con base en lo que ella establece, esto no sólo lo apoyamos sino que además lo reclamamos. Pero en este caso hay dos situaciones que no se apegan a la ley. Una, la forma como se determina la transgresión y el transgresor; la realiza el Ejecutivo a su real saber y conveniencia, y como en Venezuela los poderes distintos al Ejecutivo no son autónomos es imposible que prevalezca la justicia.

La segunda situación refiere al encubrimiento que hace el Gobierno de los empresarios de maletín que estafaron a la nación más de veintidós mil millones de dólares, según funcionarios del Banco Central. Estos especularon más que los de DAKA, y la única explicación que esgrime el Gobierno para no actuar contra ellos es que no firmaron nada, es decir, “se actuó de buena fe”. Saqueo perfecto, del cual fue responsable el  Gobierno de ayer con los gobernantes de hoy.


La política del saqueo perfecto parece que será, en  adelante, el estandarte de la economía socialista del siglo XXI; el soberano alcanzará su felicidad suprema: vivir sin trabajar; y el Gobierno garantizará el voto eterno. Esto último se probará el 8 de diciembre cuando se podrá apreciar la eficacia e impacto de la nueva política. Los viejos manuales de Materialismo Histórico (Konstantinov) solían advertir, sin embargo, que la realidad objetiva es aquella que no depende del sujeto;  de ahí que, a corto plazo, la inflación y el dólar “afro criollo “ continuarán su ascenso a pesar de los buenos deseos de Ramírez y Maduro. Y a todas éstas, ¿qué es de la vida de la MUD?

jueves, 7 de noviembre de 2013

El ocaso de la MUD

Las elecciones de próximo 8-D no se podrán ganar ni perder; los contendores, obligados a polarizarse, sólo diagnosticarán  el espacio y condiciones en las cuales dirimirán la transición post electoral en la que Chávez intervendrá como pajarito, figura y voz en afiches y videos, y hasta como rostro espectral  sin sudario ni Verónica, pero sin capacidad de decisión.

 En las elecciones de diciembre no se juega la continuidad del apoyo al Gobierno, sino la capacidad de cada extremo  para enfrentar exitosamente eso que se ha dado en llamar “la transición”. Hay que  destacar que la transición de la que hablamos no se refiere a un gobierno sino al transcurrir político hasta que se rescaten (o se pierdan definitivamente) los poderes y valores democráticos. Las elecciones del 8-D es el preámbulo de un nuevo capítulo de la política venezolana.

 El oficialismo enfrentará los mayores retos. El 8-D le corresponderá la carga de la prueba, es decir, tendrá que obtener una mayoría significativa de votos porque una  no significativa, como la última, aumentará la percepción de que gana por el apoyo del CNE. Para la etapa post elecciones no tiene ningún cambio que ofrecer, pues al negarse a rectificar ve a la transición como una repetición del desastre (legado) del cual  venimos. Súmese a esto una izquierda radical que, ahora sin la presencia física de Chávez, comenzará a pasar facturas ideológicas y morales, lo que aumentará la resistencia al cambio.

Por todo lo anterior, es bastante probable que la oposición oficial quede mejor posicionada el 8-D, aún “perdiendo“ por estrecho margen, pero resultará casi nula durante la transición si no cambia radicalmente. En efecto, se ha convertido en obediente mecanismo que avala la política del oficialismo y que vive de la promesa de que si se porta bien (no protestar, denunciar ni confrontar) pudiera llegar a Miraflores mediante el voto popular; es la estrategia de la MUD y Capriles, una mezcla de paciencia e inacción con una buena dosis de ingenuidad.

 La transición amerita de una oposición que se oponga, que defienda hasta con las uñas la poca democracia que nos queda; en lo inmediato la meta no debe ser Miraflores, sino un TSJ y Fiscalía decentes y una Contraloría eficiente. Este Gobierno sólo respetará el resultado electoral que le favorezca. ¿Esto implica un llamado a la abstención? Todo lo contrario. Exige de la oposición una votación masiva que fuerce al régimen a mostrar su verdadero rostro: el dictatorial.  

¿No es una contradicción criticar la MUD y, al mismo tiempo, pedir que el 8-D se vote por sus candidatos? No, si enfrentas electoralmente a una dictadura debes votar por la oposición, sea quien sea. En este sentido hay que emular a Henry Ford quien prometía a los estadounidenses un carro de cualquier color, siempre que fuese negro. A los opositores a la dictadura chavista hay que decirles que voten por quien quieran, ¡siempre que sea contra Maduro! Guárdate las facturas para después del 8-D.


¿Puede la MUD estar a la altura del desafío de la transición? Creemos que no, la inacción de este organismo es un freno que tendremos que tascar sólo hasta el 8-D; de ahí en adelante, sin importar los resultados de las elecciones, es imperioso transformar la MUD en un frente amplio, incluyente, que tenga la voluntad suficiente para denunciar y protestar las prácticas dictatoriales del Gobierno, y que reciba el apoyo de todos los venezolanos que quieran defender la democracia, y no sólo el de los partidos políticos.

domingo, 20 de octubre de 2013

Legado indefendible e impracticable

En los últimos días Maduro ha venido tarareando de oídas, sin partitura, la melodía política que piensa ejecutar después que le aprueben la Habilitante; así, destacan la lucha contra la corrupción, el cambio de la política económica, el entierro del “cadivismo”, el aumento de la productividad y, por supuesto, con la ayuda semanal de José Vicente, meterle al imperio “las cabras en el corral”. Debemos confesar que compartimos los buenos propósitos que parecen animar al primer mandatario, aunque nos asalta la duda pues cada vez que hace esos señalamientos los enmarca dentro del legado que les dejara Chávez que, en mi opinión, es un anti valor, es decir, todo lo que no debe hacer un gobernante pretendidamente revolucionario. Veamos.

El gobierno chavista incrementó la corrupción en niveles de obscenidad; desde Antonini Wilson hasta las maletas de Air France el saqueo fue constante, notorio y, por ende, del conocimiento y aquiescencia del alto gobierno; el cambio de la política económica supone la aceptación del fracaso de la política del anterior gobierno, calificado por el ¿ex? chavista  Dieterich como: “colapso del modelo económico del Presidente Chávez” (www.aporrea.org); y  qué decir del “cadivismo”, un engendro genuinamente chavista, alabado por el líder, y del cual todavía se esperan, inútilmente, los nombres de las empresas de maletín y de sus emprendedores que realizaron la estafa del siglo; y de la productividad también hay que decir que fue autoría de Chávez, mediante los “exprópiese” y regaladera, el entierro de la misma.

Y he aquí la incongruencia, asincronía,  entre la pretensión de cambio (reformas y nueva ética según Maduro) y la guía y mecanismos que se instrumentarán para lograrlo: el legado de Chávez, porque sólo alejándose de éste se podrá enderezar entuertos y  emprender nuevos caminos. Así como los faros son ubicados en sitios peligrosos cercanos al puerto o a la ruta, que advierten a los marineros que deben alejarse de esos puntos para evitar el naufragio;  así el legado de Chávez debería guiar a la revolución bolivariana para que se aparte de una gestión que está a punto de hacer naufragar este proceso de transformación política iniciado en 1999. En definitiva, el legado es una desgracia nacional.


De ahí el sentido del título de este artículo: ni defendible ni practicable; de lo primero no es necesario abundar porque a cada rato y lugar es fácil tropezarse con la ruina física, moral y desesperanzada del país; ruina que nos afecta a todos (opositores y chavistas), exceptuando al grupo de  chavistas que ya tienen a buen resguardo sus fortunas mal habidas. Y no es practicable porque  este populismo bolivariano ya ha mermado su capacidad de reparto; y no por ausencia de bienes y riquezas pues un barril de petróleo a 100 dólares todavía permitiría un reparto sin apremios ni sobresaltos, pero son tan malos administradores que ni con la bonanza les alcanza.

sábado, 5 de octubre de 2013

Lo previo

El gobierno de Maduro, por su origen tan peculiar, ha generado una serie de expectativas sobre los cambios políticos que, ¿inexorablemente?, se avecinan. Entre los aspectos que más se trajinan en los sectores opositores se encuentra el advenimiento de una nueva Constituyente para restaurar a las instituciones su carácter democrático, e  instrumentar un proceso de transición que vaya gradualmente alejándonos de esta dictadura en ciernes;  mientras que en el sector oficialista, y algunos no polarizantes, se discute la fisonomía política y revolucionaria del nuevo gobierno  de cara a legitimar el  contradictorio  legado de Chávez.

Sin embargo, ni estos cambios son inexorables ni los que se den se harán en la forma prevista porque, previamente, los contendores nacionales (gobierno y oposición) deben ir e intentar  ganar las elecciones del próximo 8-12, cuyos resultados marcarán la clase de cambio que pueda ser posible ; por eso, todo lo que ahora se dice sobre “el pato y la guacharaca” de las propuestas anteriores no es más que hojarasca con pizcas de utopía; concentrémonos en lo previo: ir a unas elecciones y ganarlas. Dado que me considero opositor no por Capriles sino por Maduro, me permitiré comentar lo que considero el principal error de la MUD en las elecciones pasadas, a pesar del rendimiento electoral que ha venido exhibiendo.

Convencer a un opositor para que vaya a votar implica un fatigoso esfuerzo, al menos por dos razones: la MUD ha practicado una política de exclusión, y  algunos votantes sólo defenderán las instituciones democráticas cuando les garanticen el carácter democrático de éstas, es decir, cuando el CNE no haga trampas. Ilusos, este CNE está puesto ahí para convalidar el fraude, por eso, la mejor arma que tenemos contra él es la demostración de que fraudulento. Pero para demostrarlo es necesario obligarlos a que lo cometan; ¿cómo?, yendo a votar masivamente. Si te quedas en casa nunca podrás demostrar su carácter fraudulento, al contrario, reivindicarás al CNE.

La oposición no tiene, todavía, modo de saber cuando ha ganado o perdido. Durante la última  elección presidencial aquella (o más bien Capriles) proclamó su victoria sin aportar ninguna evidencia de la misma o, por lo menos, de que le hubiesen hecho fraude. La tradicional reclamación “con las actas en la mano” no pudo esgrimirse porque el líder opositor alegó que las actas son necesarias pero no suficientes para declararse victorioso o estafado. ¿Entonces cómo supo que había ganado?  De aquí en adelante el reclamo de Capriles (cuadernos, máquinas capta huellas y hasta el ventajismo de los motorizados chavistas) fue una verdadera cómica.

No aseveramos que no se hizo trampa, o hasta fraude; todo lo contrario, la angustiosa faz de Maduro y su balbuceante discurso durante la noche de los escrutinios sugerían, como en efecto sucedió, que había sido política y moralmente derrotado; pero la gestualidad y el “carómetro” no constituyen pruebas que permitan dirimir una contienda electoral.


 Lo que destacamos es que mientras no tengamos la capacidad de demostrar el fraude que antes, durante y después de cada elección comete el CNE,  la oposición no podrá ganar una elección; por eso no es suficiente, aunque necesaria, una avalancha de votos; es vital que se pueda demostrar el fraude, pues el contendor tiene cualidad de pillo y el árbitro  está vendido; y siempre hay que  recordar que: ¡fraude que no se demuestra, se legitima!

sábado, 28 de septiembre de 2013

Aporrea: la nueva oposición

Después de la muerte de Chávez afloró la esperanza en algunos sectores progresistas de que el nuevo gobierno, aunque comprometido con el legado chavista, rectificara y corrigiera los errores cometidos durante aquel período, habida cuenta  que ello implicaría una segunda oportunidad para la Revolución Bolivariana. Pero no, frente a la credibilidad como reto el  gobierno asume la mentira como norma y la irresponsabilidad como práctica. Por ejemplo, no es creíble la retórica contra la corrupción cuando no se pueden identificar las empresas de maletín que estafaron veintidós mil millones de dólares a Cadivi; y es inaudita la irresponsabilidad de quienes culpan a la oposición por la inflación y desabastecimiento, cuando han sido ellos los sepultureros de nuestra industria y signo monetario.

Con base en lo anterior, supusimos que el Gobierno le había puesto a la oposición en bandeja de plata la oportunidad de hacerse con las ventajas electoral y política, y que aquélla la aprovecharía. Mas no fue así, el Gobierno la puso pero la oposición no la aprovechó; ¿por qué?, porque sigue aferrada a una estrategia electorera que sólo se activa un mes antes de la elección correspondiente. ¿Significa que actualmente no hay oposición? Si, por lo menos no activa, está hibernando y se despertará durante la última semana de noviembre para continuar con su ritual, sin expectativa de triunfo ni pretensiones de cambio.

Pero el hecho de que no haya oposición no implica que todo el chavismo esté contento (ni tampoco algunos opositores heterodoxos, como quien suscribe); los chavistas de a pie, los que deben hacer largas colas para adquirir leche y “harina pan”, no resienten tanto la cola como la discriminación. No conocen el coeficiente Gini aunque  intuyen que la desigualdad es mayor y la brecha es obscena. Pero también ha aflorado la crítica de una disidencia  que tuvo sus antecedentes en las comentarios que en su oportunidad hicieran miembros del Frente Francisco de Miranda (Monedero, entre otros) al ”hiperliderazgo” de Chávez, y que ahora tienen terreno abonado  con los datos de la corrupción pos chavista.


¿Por qué estos sectores (chavistas de a pie y disidentes) se atreven ahora a exteriorizar su descontento y frustración?, porque Chávez ya no existe físicamente aunque se pretenda que siga viviendo en su legado; el caudillo no habría permitido disidencia alguna, es decir, hubiese abortado cualquier proceso verdaderamente revolucionario. Y he aquí el drama existencial de esta disidencia, ¿cómo oponerse a su legado y, al mismo tiempo, glorificar su autoría? No será fácil el deslinde, pero ya es muy prometedor el que aporrea.org haya ocupado el lugar y responsabilidad de la “bella durmiente” opositora, y asuma sin complejos el papel de opositor a la mala praxis del Gobierno. 

lunes, 16 de septiembre de 2013

Revolución saboteada

Todas las revoluciones sociales tienen una contra que sabotea, con mayor o menor éxito,  el proceso de cambio y transformación. La bolivariana no ha sido la excepción, aunque presenta una peculiaridad, propia más bien del ámbito latinoamericano, pues el saboteo lo practicaron por igual “propios y extraños”, es decir, “contras y revolucionarios”. En el caso venezolano pueden tipificarse tres tipos de saboteos: el clásico, realizado por los opositores al cambio; el “endógeno”, practicado a lo interno del proceso revolucionario; y el “virtual”, inexistente en la práctica pero muy útil en política. Analizaremos someramente cada uno de ellos.

La engendrada en el Samán de Güere y bautizada en la Constitución de 1999 fue saboteada tempranamente por los contras antichavistas. El golpe de Estado del año 2002 y la huelga petrolera del 2002-2003 constituyen los principales exponentes del saboteo a que fuera sometida por parte de la llamada derecha escuálida. Afortunadamente la acción saboteadora resultó fallida y, en vez de generar la desestabilización que pretendía, produjo solidez y mayor respaldo político en las filas del proceso revolucionario. En este primer momento el sabotaje clásico no sólo fracasó, sino que resultó contraproducente para sus gestores.

Inspirado por esta victoria no trabajada el líder del proceso decidió cambiar el propósito de la revolución y atribuyó a ésta la responsabilidad de perpetuarlo en el poder, con la excusa de que sólo él podría hacerle frente al saboteo clásico; paradójicamente, la estrategia seguida fue el saboteo endógeno; así,  saboteó: la Constitución al hacer letra muerta sus principios de Gobierno democrático, participativo y alternativo; el principio de soberanía e independencia de los poderes públicos;  la independencia política del estamento militar; la moral  del pueblo al comprar su apoyo y castigar su disenso; finalmente, saboteó la soberanía nacional al admitir la injerencia política de gobiernos extranjeros.

La muerte del líder dejó a la “revolución” huérfana de dirección e ideas lo que incrementa el accionar ineficiente, es decir, multiplicación de errores y fracasos que no pueden ser aceptados como tales por los administradores del nuevo gobierno, so pena de ser considerados lo que son: revolucionarios incapaces. La solución, al igual que en el lavado de dinero, es eximir de responsabilidad y culpa a los hacederos de entuertos mediante el artificio de convertir sus fracasos en delitos contra el Gobierno. En la mañana se realiza la tropelía, y en la tarde, en el Noticiero de la Verdad, se le calificará de sabotaje.


Lo cierto es que lavados y eufemismos no podrán ocultar los fracasos de este y el anterior Gobierno (legado del principal y único responsable) dado el tufo de incapacidad y corrupción que despidieron y despiden sus ejecutorias. Este es el mayor saboteo que ha padecido la Revolución Bolivariana,  que no podrá regresar a la senda democrática y progresista mientras no se denuncien y alejen del Gobierno a los corruptos VIP y a sus operadores financieros (léase testaferros).

lunes, 26 de agosto de 2013

Convierte en avalancha el deslizamiento del 14-A

El chavismo no entregará el Gobierno  aunque pierda la elección por un amplio margen; es lo que se desprende de la amenaza de Maduro cuando asevera que de ser desplazados del Gobierno sobrevendrá el apocalipsis; pero sólo derrotándolo por un amplio margen, en cualquier elección, podrán generarse las condiciones para sacarlos del Gobierno, que no del poder; es decir, todas las vías y salidas viables confluyen en lo electoral. En la oposición parece haber consenso al respecto, mas no en las acciones a seguir para el logro del objetivo.

Una oposición, llamémosla oficialista porque es la oficialmente reconocida, aconseja paciencia y más paciencia entre una elección y otra. Confía en que el tiempo los favorece porque se agudizarán los problemas sociales y  se acrecentarán los errores del oficialismo que, entonces, podrán ser capitalizados por sus jóvenes líderes. La otra oposición, acusada con razón de ansiosa e ingenua, que primero marcha y después se pregunta el porqué; que sólo concurre a aquellas elecciones en las que se puede cambiar el Gobierno, y luego, al ser derrotado, canta fraude aunque no lo pueda demostrar, pero que, a pesar de tantos bemoles, y diferente de la oposición académica, nos presenta a diario una vigorosa y ruidosa fe de vida.

Simpatizamos con los ansiosos, quizás por la edad, aunque sin una pizca de ingenuo, y porque la estrategia “chinchorro” que nos ofrecen la MUD y Capriles ha demostrado ser la peor estrategia opositora de la época chavista posterior al 2006. Después de finalizada un elección es cuando hay que trabajar duro para crearle condiciones democráticas a la siguiente, para hacer factible una mayoría aplastante que obligue al oficialismo a cometer fraude, pero que pueda ser demostrado por la oposición dentro y fuera del país. El elector opositor debe contribuir a formar esa mayoría aplastante, pero necesita saber que se hará con su voto. Hasta ahora, el voto significativamente creciente de la oposición ha sido dilapidado por la MUD, y eso es lo que desmotiva y genera desconfianza.    


El próximo 8-D hay que obligarlos a hacer fraude; para ello nada mejor que una avalancha de votos opositores; podrán negar la derrota (fraude) pero no esconderla. Todos debemos votar para convertir en avalancha de votos opositores el tenue, pero significativo, deslizamiento que se dio el 14-A. No repares en liderazgos únicos que esta elección no tiene; lo importante es llegar unidos y primeros al “puente de las mayorías”, después veremos cómo lo cruzamos. Recuerda que en esta elección lo más importante es que gane la tarjeta única, porque aunque no gane tu candidato a alcalde, contribuyes a legitimar la condición de mayoría opositora. 



Las próximas elecciones del 8-D son una gran oportunidad para reorganizar la dirección opositora porque ésta debe ocuparse no sólo de lo electoral sino de la defensa de la Constitución (ejemplo, caso Mardo),  y tener como elemento nodal  el rescate de las instituciones democráticas.  Lamentablemente, todavía tenemos las rémoras de las hegemonías partidistas y los liderazgos únicos y absolutistas. La ocasión es propicia para comenzar a organizar la oposición por la base y crear un frente amplio que incluya a todos, a los que están y a los que nunca han querido estar, inclusive a los chavistas que quieran salvar su revolución.

Corrupción V.I.P. legitimada

Cuando el Gobierno comenzó su cruzada contra la corrupción lo primero que pensamos fue en un alarde de cinismo pues está generalizada la creencia de que este Gobierno ha sido uno de los más corruptos  de los últimos años; pero, si el asunto es  en serio, y sin propósitos ocultos, al alto gobierno no le queda otra que emular a Campo Elías, aquel español que durante la independencia abrazó la causa patriota, y que para evitar dudas al respecto proclamaba (según Eduardo Blanco y su Venezuela Heroica) que mataría a todos los españoles con quienes se encontrara y que,  cuando sólo quedara él, se suicidaría para erradicar la plaga. ¿Se imaginan a los jerarcas del régimen sesionando en un calabozo, y al semilíder cerrando por dentro y botando la llave por el retrete? No, ni pensarlo.

Porque nuestra corrupción es una que al ser practicada no conlleva una connotación delictual ni ilegal; al contrario, implica una señal de distinción: VIP (Very Important People), cuyas transacciones y ganancias se tasan en dólares; los testaferros de antaño se convierten en gerentes de empresas de “maletín”, agentes y operadores financieros,  que no están ni al margen ni fuera de la ley, porque ellos, autoritariamente, son la ley;  como dice Mires (agosto 2013) : “Si un gobierno democráticamente elegido emplea  medios totalitarios y a la vez exige poderes omnímodos para encabezar una cruzada en contra de la corrupción, está preparando definitivamente el camino hacia una dictadura “ , o sea, hacia una corrupción legitimada.

De aquí se desprende que la tal cruzada  nunca podrá tocar a la “business  class” de nuestra política porque ellos son los legal y legítimos corruptos; es decir, tienen licencia para ejercer la expoliación del erario nacional. Es tan notoria la existencia de la corrupción VIP que, al igual que en la piratería de ayer, se hace necesario dotarlos, cruzada mediante, de una patente de corso. Esa es la tarea de la ley habilitante.

La cruzada afectará a los oficialistas (sean o no corruptos) de arte y ganancia menor, quienes, como los acompañantes de los príncipes medievales, recibían el castigo físico que no se les podía aplicar a aquéllos. Ejemplo, un empleado de CADIVI que debe responder por veinte mil millones de dólares que se robaron los VIP; un pobre “paga peo”, pues. Pero si alguna vez un corrupto VIP es atrapado infraganti y enviado a prisión, ya se encargará nuestro sistema judicial de “hacerle justicia” como se hizo con los “pata en el suelo” (así tildados por el mismísimo jefe) devenidos en magnates de la hípica  que hoy disfrutan en libertad de sus dólares y caballos.


Por supuesto, la oposición también llevará lo suyo con una buena dosis de alevosía y ensañamiento. Nótese, sin embargo, que para fregar a los funcionarios de menor jerarquía (el Gobierno los utilizará como muestra de imparcialidad y advertencia a la disidencia)  o a los de oposición no es necesaria una ley ni mucho menos una cruzada, ya que el Gobierno ha venido haciendo esto, y mucho más, cada vez que le da la gana; de hecho, hablar de leyes y legalidad en Venezuela es solo un mal chiste. Entonces, ¿por qué se insiste con la cruzada?, porque, y a título de hipótesis, la legitimación de la corrupción VIP implica definirla y regularla para que quede circunscrita sólo a los que roben en bolívares y hagan oposición. ¡Bienvenida la corrupción VIP al socialismo Siglo XXI! 

sábado, 3 de agosto de 2013

Dictadura a calzón quitado

La tropelía cometida por el Presidente de la AN (en un poder conculcado el “manda más” es el único responsable) en contra del Poder Legislativo, con motivo del allanamiento de la inmunidad parlamentaria del diputado Richard  Mardo es un paso más hacia una plena dictadura chavista, pues esta acción está principalmente dirigida a medir la reacción de la oposición que, por cierto, ya comenzó a bailar el son cubano (represión y chantaje) que el Gobierno interpreta.

Lo primero que resalta es el tipo de respuesta que dan los voceros de la oposición cuando se les interroga con relación a: ¿qué hacer ahora? En general aconsejan a Mardo que agote las instancias legales, aunque admiten que todo ello será inútil dada la evidente parcialidad del Poder Judicial. Y aquí comienzan las incongruencias. ¿Por qué a Mardo?, si él no es el principal agraviado. Los directamente agraviados son los diputados de oposición y, por eso, son ellos quienes deben tomar las riendas de la respuesta  al gorilismo que, según Rafalli, se resume en: denuncia, protesta y calle.

Lo segundo refiere a la tranquilidad de la anestesiada MUD. ¿Será que este organismo considera que el problema de la AN no le atañe directamente porque no es electoral? Pues hay que decirle que a quien más le atañe ese problema es a la MUD; mucho más que los pleitos entre Trejo y Guanipa, o entre García y Echarri. Circunscribir el interés de la instancia opositora a lo electoral es, desde ya,  renunciar a unas elecciones dentro de un marco de legalidad democrática.

Finalmente, por esta semana, Capriles sale al ruedo como vocero no autorizado, pero aceptado, de la oposición y, además, convoca para el sábado 3-8-2013 a unas marchas y manifestaciones de protestas; públicas porque se indica la fecha y propósito, pero al mismo tiempo clandestinas porque no se divulgan (más bien se ocultan) el lugar y la hora. La MUD no debería permitirlo, habida cuenta de que la gravedad de la situación amerita de un liderazgo colectivo  que reviva la unidad de ese organismo. Más bien es tiempo de llamar a los que no están y a los que nunca han querido estar.

La calle será recorrida otra vez por la oposición, pero, cuando ocurra, deberá ser guiada por una dirección colectiva (por ejemplo: MUD ampliada o Frente en defensa de la democracia), con unos propósitos explícitos y en un lugar y hora que serán conocidos por todos, especialmente por los periodistas nacionales y extranjeros quienes serían los primeros invitados a dichas marchas y manifestaciones. La lucha opositora debe ser diáfana, decidida e inteligente; la propuesta de Capriles  tiene poco de diáfana y nada de inteligente.


César Villarroel Castillo

martes, 23 de julio de 2013

Calidad y polarización

La calidad de una empresa se resume en tres elementos: pertinencia, eficiencia y eficacia. La primera asegura que la estrategia (política) adoptada es la más conveniente; la eficiencia garantiza un comportamiento idóneo; y la eficacia contrasta la congruencia entre lo perseguido y lo alcanzado. En una contienda polarizada por contendores de igual o parecida calidad, llevará la mejor parte el que sea más eficiente. En Venezuela, la polarización partidista de los últimos tres lustros ha favorecido ampliamente al Gobierno, pero, paradójicamente, al analizar la eficiencia de éste nos encontramos con una de las administraciones más ineficiente de los últimos tiempos. ¿Cómo se explica?

Primero, hay que comparar la calidad de los contendientes en cuanto a la pertinencia, eficiencia y eficacia de ambas gestiones: la del Gobierno no es pertinente porque se ha desviado o descartado del norte constitucional; no es eficiente porque en una época de bonanza petrolera tiene que endeudarse para seguir dilapidando, y en cuanto a eficacia, después de tres lustros sólo han logrado una nueva burguesía dolarizada.

Por su parte, la gestión opositora no ha sido pertinente desde su inicio pues tempranamente recurrió al atajo, lo que condujo a un eterno chantaje por parte del Gobierno y a la opacidad de su pertinencia; tampoco ha sido eficiente porque ha dilapidado todos los triunfos que les ha deparado los errores del chavismo, y como resultado sólo ha convalidado el autoritarismo del régimen, y no nos referimos sólo a elecciones, sino a una oposición que no se opone a nada. Cuando ambos contendores carecen de calidad, lleva la mejor parte quien tiene más recursos.

Pero lo más grave de la oposición es que se niega a aceptar que su gestión no ha sido ni pertinente, ni eficiente, ni eficaz; y arremete contra cualquier crítica a la MUD y a su candidato eterno, al esgrimir los estribillos de la anti política, el radicalismo y golpismo, entre otros. Con seguridad  hay críticas injustas, pero los líderes opositores están en la obligación de aclararle a los electores de esta tendencia cuáles son los propósitos que se persiguen para poder juzgar la pertinencia de su gestión. ¿Sólo participar en elección tras elección hasta que se gane o el gobernante se muera?; ¿generar las condiciones para que las elecciones se realicen en un ambiente verdaderamente democrático?; ¿o qué?


La MUD y Capriles no aceptan críticas, sólo aplausos; valdría la pena recordarles el viejo cuento escatológico de “El pajarito (sin alusiones), la vaca y el gato”. Era un pajarito que se entretuvo demasiado en víspera del invierno norteño y, en su regreso al sur, un copo de nieve lo sorprendió y derribó. Una vaca que pastaba en la cercanía defecó sobre él, que así  pudo calentarse y revivir. Después, un gato se acercó, orinó sobre él, lo limpió y… se lo comió. Moraleja, no todo el que te echa m…..es tu enemigo, ni quien te la limpia es tu amigo.   

César Villarroel Castillo

viernes, 19 de julio de 2013

Del conflicto universitario y su naturaleza

Hay consenso acerca del carácter político del conflicto universitario, porque Gobierno y oposición consideran que la realidad gremial y reivindicativa ha sido superada por las implicaciones ideológicas del modelo universitario que se propone (el socialista) y el ámbito nacional en el que se enmarca. No sólo se pretende cambiar la Universidad sino al país; y todo ello al margen o en abierta oposición a la letra y espíritu de la Constitución de 1999. Que el partido de Gobierno  pretenda y bregue por la consecución de ese cambio es su derecho y deber; lo que sí es incongruente es que la oposición acepte la gravedad política de la situación y su dimensión nacional, pero la trate como un problema gremial y académico. 

 ¿Por qué no se consulta ni se toma en cuenta a los 7 millones y “pico” que no están de acuerdo ni con la universidad ni el país de Maduro? ¿Se aceptará sin chistar una propuesta universitaria que ignora y lesiona a la Venezuela no chavista?; ¿por qué se obstaculiza la unidad nacional de la oposición?; ¿por qué se rechaza la colaboración de los no universitarios, como ocurrió durante la marcha estudiantil?; ¿por qué la oposición sigue sin oponerse a los desmanes del Gobierno?

La oposición debe hacer suyo el problema universitario, pero no bajo la dirección de la MUD; la respuesta a las pretensiones chavistas  de Maduro y Calzadilla debe darla un frente nacional en defensa de la Universidad y el país. Es necesario y urgente constituirlo como la única trinchera que puede frenar los abusos del chavismo que, pese a la Providencia, sigue en plan hegemónico. Las elecciones del 8-D son una oportunidad extraordinaria para constituirlo: admite una tarjeta única e inclusiva que minimiza los efectos negativos de la intervención partidista, y no admite (o no debería admitir) liderazgos nacionales ni partidistas.

Los votos que se emitan en respaldo de la tarjeta única seguirán, después de contarse, siendo propiedad de la gente que respaldó la tarjeta única; sin embargo, no ocurre así durante las elecciones presidenciales o de gobernadores porque los candidatos a tales (ganen o pierdan) tienden a apropiarse de los votos obtenidos por su candidatura y los convierten en su capital político y electoral.


Chávez y Capriles han sido los ejemplos más recientes, pero con una gran diferencia: mientras el primero si era propietario de esos votos porque los votantes chavistas sólo eran “testaferros electorales” del caudillo; el segundo, en cambio, no es dueño de nada porque su liderazgo fue, y es, negociado. Capriles pretende ser vocero, ideólogo, estratega y, por supuesto, candidato eterno de la oposición; pero estamos cansados, no sólo de los candidatos eternos, sino de la eterna política de la oposición. ¡MUD, te sale cambiar!

viernes, 12 de julio de 2013

Siempre vale la pena votar, excepto… cuando no votar lo valga


Después del 2005, cuando la  oposición decidió abstenerse como protesta  en las elecciones para elegir los miembros de la Asamblea Nacional, siempre hay un grupo de oposicionistas radicales que en la víspera de cada una de las sucesivas elecciones realizadas hasta ahora se cuestionan si vale la pena votar, dada la parcialidad del CNE y el abusivo comportamiento del Ejecutivo. En una democracia siempre vale la pena votar; así como el abstenerse nunca lo valdrá, a menos que se pueda demostrar  con apoyo popular que concurren situaciones extraordinarias que la justifiquen.

Por ejemplo, si se pudiera demostrar que en la Venezuela de hoy se llenan los extremos que exige la Constitución para activar el artículo 350 que textualmente expresa: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”, se tendrían que rechazar las elecciones hasta tanto se restituya el orden democrático. Demostrar el abuso, es ganar el derecho de rechazar al abusador.

El 14-4 la oposición llamada democrática no pudo, o no supo, demostrar que el proceso había sido fraudulento. Primero adujeron que habíamos ganado pero sin presentar las actas correspondientes; después se pidió una auditoría que no supieron delimitar y,  por último, una revisión de los cuadernos que no fue atendida; al final se impugnó la elección con más argumentos que pruebas. De hecho, los argumentos y pruebas fueron apareciendo por descarte, lo que reveló la ausencia de una reclamación pensada y planificada. Definitivamente, el reclamo de la oposición fue improvisado; pero si quieres enmendar el yerro oblígalos a hacer trampa inundando el 8-D  las urnas electorales con el voto opositor.

Ya no es pertinente preguntarse si vale o no la pena votar; la pregunta correcta es cómo asegurar que esto valga la pena. Depende de dos condiciones: que mi voto se integre a una plataforma unitaria y que los intereses partidistas se supediten al propósito e interés de dicha plataforma. La oposición venezolana ha fallado en ambos casos: su unidad es sólo partidista, de ahí que se nutre, principalmente, de militantes y simpatizantes; no es una unidad  ciudadana. Al ser la MUD una estructura de partidos, éstos no se sienten obligados a respetar los acuerdos que no convengan a sus intereses, como ocurre con la no aceptación de la tarjeta única y candidatos preseleccionados.

Mientras no se piense el camino, no se podrán aprovechar las circunstancias. La piedra de tranca (como se dice en el juego de dominó) sigue siendo el individualismo partidista, con el agravante que desde hace mucho tiempo nos “ahorcaron el doble seis”.


César Villarroel Castillo

lunes, 8 de julio de 2013

¡Este sí es fresco!

El señor Canciller advirtió a la oposición que si “desbordan el marco de la legalidad democrática desarrollando una aventura golpista, propiciando una intervención extranjera, ejecutando un plan de magnicidio en contra de Maduro, o de masacre contra el pueblo no nos quedaría otro derecho que ejercer la rebelión total y profunda” (discurso de Jaua el 5 de lulio). Se le debe recordar al señor ministro que no hay motivo para tal preocupación porque la oposición que tenemos no se saldrá del guión de contendor electoral sumiso y, aunque quisiera salirse, no lo podría hacer por falta de recursos pues  todos fueron invertidos en la compra de los 18 aviones de guerra que nos vendió José Vicente.

Sin embargo, no deja de ser curioso que lo que el chavismo endilga a la oposición como posibilidad haya sido, en algunas de sus partes, una exitosa práctica del gobierno “socialista”. ¿Quiénes han desbordado el marco de la legalidad democrática? Los que modificaron la Constitución para, de manera ventajista, perpetuarse en el poder; conculcaron los poderes públicos para lo mismo; y  violaron la Constitución durante la sucesión del Presidente Chávez para otro tanto. Golpes certeros a la legalidad democrática. Y en cuanto a propiciar una intervención extranjera, tenemos entendido que ya se ha llevado a cabo por parte de la república de Cuba, con el agravante de que es una invasión aplaudida y subsidiada por el chavismo.

Pero estas no son puras bravatas de funcionarios que pretenden ser tomados en cuenta a la hora de dibujar el liderazgo post chavista; la rebelión total y profunda siempre ha sido el objetivo último de la revolución socialista, y lo tratarán de alcanzar de cualquier manera. Lo de Jaua no es más que un listado de pretextos que, si se da alguno de ellos, se tendría la excusa para acelerar el proceso de Rebelión Total. ¿Quién juzgaría el cumplimiento de la falta? Los mismos que desde hace rato las vienen practicando, los cuales, a falta de que la oposición “pise el peine” pueden crearla  para justificar el abuso que en política suelen llamar el síndrome del “Maine”, barco de guerra estadounidense que fue hundido por ellos mismos para justificar la guerra con España.

La amenaza también servirá para recordarle a la oposición que si gana o se acerca mucho esto será considerado como un acto hostil, es decir, como uno de los pretextos de Jaua que configuraría una conspiración que podría culminar en un desborde de la legalidad democrática y la activación de la rebelión total.  Lo peor es que hay gente de la oposición que en aras de la “paz” y el “diálogo” ya han iniciado su mea culpa por haberse atrevido a molestar al oficialismo en la última elección presidencial. 

Pero si tú eres de quienes se la pasa preguntando si vale la pena votar porque no te aseguran la derrota del Gobierno, entonces el  ocho de diciembre tienes la gran oportunidad de cambiarlo porque si Maduro pierde o se le late en la cueva se verá obligado a cambiar, a pesar de la MUD, Capriles y él mismo porque en las próximas elecciones hay un solo candidato de oposición: el indignado, y ese eres tú. Arréchate y vota el 8-D.  


César Villarroel Castillo

miércoles, 26 de junio de 2013

Universidad y revolución

La Universidad fue un factor determinante en el triunfo de Hugo Chávez en el 1998; motivó la necesidad del cambio político y su clase media allanó el camino para la victoria electoral. Ella se constituyó - como debe ser - en el espacio más válido y eficaz para debatir sobre la ideología que se debía justificar, acordar y defender intelectualmente, pues  no se trataba de crear una institución chavista o izquierdista sino una en la cual el chavismo y la izquierda, así como los otros grupos sociales y políticos,  pudieran demostrar y usufructuar políticamente sus verdades. La Constitución de 1999 señaló el camino que todos, aún los no partidarios del mismo, se comprometieron a transitar. La Universidad era el espacio en el que tirios y troyanos  trabajaban juntos. En el Plan de Desarrollo 2001-2007 se registraron los acuerdos operativos.

Después del Revocatorio Presidencial ganado por el Gobierno (2004), éste comienza a  legislar –mediante leyes habilitantes- para transformar al país en uno de corte socialista con el pretexto de formar “al hombre nuevo”, es decir, socialista. Este ideario teleológico se plasma en el Plan de desarrollo 2007-2013 que, al analizarlo detenidamente, revela el propósito oculto del nuevo régimen: contribuir a perpetuar en el poder a Hugo Chávez.

 Así, se modifica la Constitución, los poderes públicos se conculcan, los débiles y vulnerables se sobornan, y a los disidentes, como la Universidad, se les amenaza, atemoriza y agrede. De ahí en adelante todos teníamos que ser “socialistas” y votar por él, o disentir y ser expatriado en su propia tierra. Desde el segundo lustro de las décadas del siglo XXI la Universidad autónoma sufre las consecuencias por negarse a ser una fábrica de sumisos “jala mecates”.

La muerte de Chávez parecía que allanaba el camino para que la Universidad pudiera, otra vez, ayudar a entender y resolver técnica, científica y socialmente los problemas más apremiantes que confronta el país, especialmente los de índole económica y volver a las raíces de la revolución bolivariana; pero el manejo del conflicto universitario revela que el Ejecutivo no se ha dado cuenta que debe cambiar, que ya no hay, ni habrá, gobernante alguno que perpetuar, y que algunos se conformarán con la corta pasantía que les corresponda en el reparto.

Que Maduro y el Gobierno no actúen racionalmente es problema de ellos; pero que la llamada oposición democrática ni siquiera actúe “para no contaminar políticamente la lucha estudiantil” es una sospechosa estupidez que es problema de todos (más de siete millones) quienes se resisten a la cubanización heredada; y eso está por encima de MUD y Capriles  porque media Venezuela no sólo no quiere ser socialista sino que está dispuesta a enfrentarse a quienes nos lo quieren imponer y a quienes dejan, impunemente, que nos lo impongan.


 Es hora de estrenar en defensa de la Universidad y el país la altísima votación que la oposición obtuvo en la elección del 14-A, y protestar y rechazar con serenidad, pero con energía, las cláusulas: 5, 7, 8, 16, 94 y 157 de la llamada: I Convención Colectiva Única por ser violatorias de los derechos de los universitarios venezolanos.

lunes, 17 de junio de 2013

¿Capriles multilíder?

Se fijó la fecha (8-12-2013)  del próximo evento electoral; se sabe porque, además del pronunciamiento del CNE, ya comenzó a aparecer, cual obligada letanía, la eterna interrogante acerca de si vale la pena votar, y el ofrecimiento de Capriles para ponerse al frente de la campaña de los candidatos de la unidad, por cierto, aceptada con mucho entusiasmo por Aveledo. Estos hechos revelan dos circunstancias que deben destacarse: primero, todavía no se ha alcanzado la unidad opositora; de haberse logrado, la pregunta sobre si vale la pena votar no tendría razón de ser, todo quien esté con la unidad sabe que vale la pena votar en esta y futuras elecciones, hasta que nos devuelvan el país.

La segunda circunstancia refiere a la pretensión de Capriles de convertirse en el líder de la oposición para, en su nombre, poder intervenir en todo asunto político que incumba a ésta y, en consecuencia, atribuirse el usufructo de cualquier voto emitido por la oposición. La eventual coordinación de la próxima campaña electoral por parte de Capriles no sólo es incongruente sino que podría resultar perjudicial para el logro de una unidad supra partido, es decir, nacional. En este caso lo nacional no se cubre con la presencia de un candidato presidencial, que puede ser o no de partido, sino con condiciones incluyentes que coadyuven a la conformación de la unidad nacional, como son la tarjeta única y el compromiso antichavista.

Los liderazgos que requiere la oposición en esta elección del 8-D son regionales y locales; no vamos a votar por alcaldes y concejales porque Capriles nos lo pide, sino porque es una gran oportunidad para construir la unidad nacional de abajo hacia arriba y no sólo para intervenir en elecciones. Si Capriles quiere meterle el hombro a estas elecciones entonces que se ponga al frente de su estado, y que se comprometa a conseguir más alcaldes y concejales que los que se obtuvieron en la elección anterior; lo mismo es válido para Falcón en Lara y Guarulla en Amazonas; y en los estados sin gobernadores opositores hay que fomentar la aparición y crecimiento del nuevo liderazgo opositor.  


Mientras que en las filas oficialistas la muerte de Chávez ha incrementado la necesidad de un liderazgo colectivo, en las opositoras se le ha permitido a Capriles convertirse en vocero  y “primer chicharrón” de la MUD, es decir, individualizan y personalizan la dirección. La MUD es un colectivo de partidos, y aunque no estamos de acuerdo con su organización y finalidad, debemos reconocer que, en cuanto tal, su dirección no puede concentrarse en un individuo. La actuación de Capriles está ligada a las recientes acciones electorales, allí tiene cancha, pero tratar de supeditar los liderazgos regionales a un dudoso liderazgo nacional es una falta de respeto que puede convertir la gracia en morisqueta.

viernes, 14 de junio de 2013

Oposición y Universidad

En el actual conflicto entre el Gobierno y las universidades, éstas no han recibido de los diversos sectores sociales todo el apoyo que cabría esperar, posiblemente porque consideran que ese es un problema entre las instituciones universitarias y la administración oficial de las mismas, es decir, un problema esencialmente gremial. Mas, hay quienes opinan que sería ingenuo no considerar el carácter político de conflicto si se inscribe a la universidad venezolana entre las instituciones democráticas (Constitución, Poder Judicial, Fuerzas Armadas) que han sido y son atacadas en su condición democrática para destruirlas o adaptarlas para que sean cónsonas con el régimen chavista.

Si el daño que se le hace a la universidad tiene repercusión en el nivel país, el enfrentamiento de los agresores no puede estar sólo a cargo de estudiantes, profesores y empleados sino de los siete millones y medio que el 14-A decidieron que no querían ser chavistas. Esta es la gran oportunidad, si no la única, para evitar que se haga con la universidad lo que ya hicieron con la Constitución, el Poder Judicial y el estamento militar, y nuestra soberanía política, entre otros. Para ello es necesario contar en las filas de la oposición  con   una unidad superior que se ocupe de algo más que de los procesos electorales pero sin menoscabarlos; más aún, establecer desde ya que vale la pena votar en la próxima y futuras elecciones hasta que nos devuelvan el país.

¿Cómo hacerlo? En este sentido, Vladimiro Mujica, en un excelente artículo (TalCual, 6-6-2013) esboza el camino a seguir cuando propone: “Hay que convertir el conflicto de las universidades en el ariete de una rebelión ciudadana pacífica y democrática…que cambiaría profundamente si la conflictividad universitaria se manejara conjuntamente con la de los sindicatos, la de los estudiantes  y la del país en general” Y, añadiríamos nosotros, si se logra entender que conflictos como este deben constituir, en lo político y organizativo, la agenda de la oposición, es decir, de la MUD. Esto le permitiría frenar al Gobierno, TSJ y Asamblea Nacional en su empeño de acabar con la poca democracia que queda para instaurar un régimen  a la cubana y… con cubanos.

La oposición deberá demostrar, de manera pacífica pero firme,  que está dispuesta a protestar por los medios legales todas las transgresiones a la Constitución y al Estado de Derecho. Hasta ahora no ha podido hacer mucho, aunque ha podido hacer más, porque ha sido chantajeada y aterrorizada por el Gobierno; de hecho, hasta en el ámbito electoral ella se resigna, estoicamente, a su eterno rol de perdedora.


Sin embargo, la muerte de Chávez y la extraordinaria votación obtenida en la elección presidencial del 14-A ha cambiado sustancialmente la situación. La universidad tendrá que enfrentar la represión oficialista, pero no estará sola, media Venezuela estará con ella batallando y casi toda Latinoamérica observando. La oposición tiene, ahora, con que hacerse y hacernos respetar.

jueves, 6 de junio de 2013

Yerros sin culpables

La cuasi derrota de Maduro el 14-4 disparó las alarmas autocríticas e incrementó el balance de la gestión del Gobierno de Chávez, ahora posible por su ausencia física. Tomaron la iniciativa las bases chavistas altamente ideologizadas, destacándose en el análisis un conjunto de acciones y políticas que, al diagnosticarse, se consideraron contrarias y lesivas a la revolución bolivariana.

 Destacan, la ausencia de una dirección colectiva que velara por el cumplimiento y respeto de la Constitución de 1999; el desarrollo de un culto a la personalidad que individualizó  el proceso y su propósito; una relación política y económica con Cuba que puso en entredicho nuestra soberanía, y que hasta parece haber determinado la línea sucesoral; la militarización del gobierno y el país; el desatino en la economía y la corrupción más intensa y descarada que haya padecido este país, comparada con la de la Cuarta República.

Preguntemos por los responsables: ¿quién, con un exceso de autoritarismo y sin tapujos, negó la posibilidad de una dirección colectiva en el Psuv?; ¿y quién estimuló el culto a la personalidad del primer gobernante al instaurar la reelección indefinida para perpetuarse en el poder?;  ¿ y quién estableció una relación con Cuba, más bien con los  Castro, en la que Venezuela ponía la piñata y Fidel la tumbaba y usufructuaba, a tal punto, que al Gobierno de la isla se le atribuyó  contar con  una candidatura presidencial, por cierto victoriosa?; ¿quién desparramó los cuarteles  por toda la administración pública y colmó de prebendas de dudosa legalidad a los oficiales de alta graduación?; ¿y quién permitió la corrupción?

Las respuestas a lo anterior parecen remitir a Chávez y su entorno porque él monopolizó hasta la posibilidad de equivocarnos, y los otros cohonestaron sus desaciertos;  pero cuando las bases chavistas  hurgan sobre responsabilidades, Chávez  queda libre de culpa;  su acción gubernamental de los últimos catorce años es proclamada como el legado del caudillo y se invita a fieles y simpatizantes a continuarlo. Se aduce, para justificar los errores y disminuir la responsabilidad, que él no podía estar en todo y que el legado responde más a su pensamiento e ideas que a sus acciones; según esto cabría aquí el  conocido parafraseo: “Hagan lo que dije, pero no lo que hice”, pues aunque su Gobierno fue pésimo, todavía hay quien espera que su palabra oriente al retazo de revolución que queda.

No debe aceptarse como legado a un gobierno corrupto, ineficiente y sumiso frente a la expoliación cubana; eso, más temprano que tarde conducirá a la aniquilación de la Revolución Bolivariana, por eso, se impone una  AUTOCRÍTICA (si, con mayúsculas) que deslinde chavismo de revolución; el primero pretende el seguimiento de un hombre y sus ideas, la segunda persigue la causa de los hombres: la libertad.


César Villarroel Castillo

domingo, 26 de mayo de 2013

Chavismo vs revolución

Los resultados de las elecciones realizadas el 14-A ha hecho del cambio el elemento nodal, tanto para oficialistas como opositores en su lucha por establecer la hegemonía política de sus respectivas causas. La MUD y su candidato tuvieron que dar un viraje  de casi 180 grados (el “casi” desaparecerá cuando desaparezca la MUD como representante de los partidos políticos) con relación a su actuación durante el  7-O de 2012. Por su parte, hay consenso en el chavismo de que después de estas elecciones, ¡cambian o los cambian! El  chavismo sin Chávez  no solo es un contrasentido, sino que puede convertirse en el epitafio de la Revolución Bolivariana.

En el oficialismo el cambio debería traducirse en la sustitución de un chavismo moribundo por el rescate de la vapuleada revolución bolivariana, porque la continuación de las prácticas chavistas: corrupción, entrega de soberanía, ausencia de dirección colectiva, modelo económico rentista, soborno (“regaladera”) como bandera de  política exterior, burocracia ineficiente, etc, claramente son contrarias al proceso de la revolución bolivariana. Fueron válidas y pertinentes para mantener, a como diera lugar, a un gobernante en el poder; en eso fueron exitosas, pero ahora no existen ni el propósito ni el beneficiario; se impone, por ello, un cambio radical estratégico si se quiere salvar el cambio revolucionario.

La llamada oposición democrática también debería cambiar y, en mi opinión, le costará más que al sector oficialista, pues mientras éste percibe el cambio como algo inevitable y en el que ya se encuentra inmerso, la llamada oposición democrática  piensa que los logros alcanzados (tarjeta única, incremento de la votación hasta igualar al oficialismo y una mayor aceptación internacional) son producto de la estrategia y esfuerzo opositor más que de los errores del chavismo. Los electores chavistas que migraron no lo hicieron por amor a Capriles sino por arrechera a Maduro. Quien tenga dudas que  analice las supuestas declaraciones del conductor de La Hojilla.


Además,  la MUD insiste en venderse sólo como opción electoral, difiriendo y hasta descartando la lucha por la solución de tres problemas claves: la invasión cubana, la actuación dictatorial de la AN y el envilecimiento de la justicia, especialmente en el TSJ; la opción electoral no será viable si previamente no se atienden estos problemas;  para enfrentarlos no es suficiente la unidad  de los partidos políticos, es necesaria una unidad superior, esa de las que todos hablamos y ponderamos pero que  muy pocos alimentamos. Y esa nueva y más amplia unidad exige un frente amplio en defensa de la democracia, que no tiene que sustituir a la MUD pero que debe superarla en representación ciudadana y cobertura temática.  

viernes, 10 de mayo de 2013

Revolución bolivariana: oportunidades perdidas



Los resultados tan estrechos de la última elección presidencial  han asustado, a pesar de “haber ganado”, a algunos ideólogos de la Revolución Bolivariana (Vladimir Acosta dixit) y ya se han asomado tímidas autocríticas, aunque más profusas y abiertas que las que se podían hacer mientras existía   ese muro de contención (hiperliderazgo) que impidió la primera rectificación revolucionaria (2007. Derrota de la Reforma Constitucional) pues se privilegió la permanencia en el poder en desmedro del camino revolucionario. La autocrítica no pudo realizarse porque hubiese significado el cuestionamiento del hiperlíder y sus acciones no revolucionarias.   

Ahora a la revolución se le presenta una segunda oportunidad de corregirse ideológicamente, pero en condiciones más precarias que en el 2007 pues los  herederos políticos de Chávez: cubanos, familiares, militares, plutócratas,  menesterosos de la ALBA y funcionarios de agalla menor  revelan una orfandad de ideologías e ideólogos sólo comparable, por contraste, a sus apetencias por la cuota de poder que les corresponda o breguen. La dirección colectiva que ahora se pretende podrá combatir el culto a la personalidad, más por su condición de herejía chavista que por ser lesivo al proceso revolucionario, pero  no podrá hacer frente al nido de alacranes que, según Müller Rojas, tenían y tienen como práctica diaria la corrupción con impunidad, pues estarían escupiendo para el techo.

Mas, qué pasará con los que llegaron a esta revolución que se gestó en Güere y se plasmó en la Constitución de 1999, con ideales de libertad, soberanía y justicia; quienes se han sentido traicionados al querérsele imponer como prácticas “democráticas” el culto a la personalidad, la supresión de la dirección colectiva, la sumisión y dependencia de los poderes públicos,  la mega corrupción dolarizada con seguro de impunidad y la entrega a los Castro de la soberanía política.

¿Se resignarán a la condición de beneficiarios del reparto populista, o lo intentarán otra vez apoyados en el bagaje de errores de este fracaso? Al parecer optarán por lo primero: criticar la estrategia electoral y exonerar a Chávez de cualquier responsabilidad y culpabilidad de las desviaciones revolucionarias y errores cometidos durante su Gobierno. El nido de alacranes antes mencionado es herencia y legado de Chávez, y sólo enfrentándolo se podrá salvar a la Revolución Bolivariana aunque se pierda el poder.  El futuro de la Revolución Bolivariana pasa por la negación de su presente. ¿Se atreverán?

Los que lo hagan tendrán que comenzar por el principio: el porqué y para qué de esta revolución, porque, hojarasca retórica al margen, la revolución bolivariana  ha servido, primordialmente, para perpetuar a un gobernante en el poder e inaugurar y tratar de imponer una dinastía; lo primero no pudo darse por circunstancias sobrevenidas, lo segundo se comenzó a gestar el 8-12-2013 cuando, en un extraño acto “monárquico”, se le impuso a la revolución una línea sucesoral que, por ahora, sólo representa los intereses del castrismo cubano.  

 César Villarroel Castillo

domingo, 28 de abril de 2013

Continuidad opositora


La oposición política venezolana tiene por costumbre intervenir sólo en los momentos electorales y, como siempre pierde,  extenuada  se dedica a descansar para después reiniciar el ciclo: nueva elección, denuncia de fraude, realización del mismo, lectura de resultados “irreversibles” por parte de la señora Lucena, período de despecho (en la última elección presidencial se incluyó un tímido e inofensivo pataleo), y otra vez a descansar mientras se espera la próxima elección.

No hay continuidad opositora porque no se ha entendido que en Venezuela las elecciones no constituyen el registro del derecho de la mayoría a gobernar, sino el mecanismo mediante el cual se intenta legitimar la perpetuidad de un gobernante; de ahí que la verdadera elección se realice y se asegure por parte del Gobierno antes de ser convocada, aprovechándose de la siesta pre electoral que, con pasmosa regularidad, disfruta en cada oportunidad la oposición al chavismo.

Preocupa que el período post elección de la realizada el 14-4-2013 corra la misma suerte de las anteriormente comentadas, es decir, la inanición mientras se espera por un triunfo en  las próximas contiendas (AN, Revocatorio y presidenciales 2019) y se practique la norma del beduino: “ que para ser Gobierno sólo le bastaría sentarse a la puerta de la tienda a esperar que pase el cadáver del enemigo”, una victoria electoral que nunca se dará (si la gana se la roban) mientras la oposición no pueda asegurar las condiciones necesarias para una elección democrática. El propósito no es  ganar la próxima elección sino asegurar su carácter democrático; si esto se logra, entonces si podremos confiar en que ganará quien obtenga más votos.

En ese sentido nos preguntamos: ¿se podrá ganar y cobrar sin traumas alguna elección mientras los cubanos sigan gobernando este país?; ¿mientras tengamos un TSJ dependiente del Ejecutivo y cuya presidenta pregone y aplauda públicamente la falta de autonomía del tribunal supremo?; ¿con una AN  convertida en “Planeta de los Simios” y en donde el gorilismo hace gala de su peor bestialidad?; y no mencionamos al CNE porque profesa un servilismo de segundo grado, es decir, TSJ mata CNE. Estos no son los únicos abusos, pero sí los que ameritan oposición inmediata y prioritaria; mientras no se corrijan esos entuertos, o al menos se enfrenten, no será posible contar con una elección  medianamente decente.

¿Es factible enfrentar con eficiencia y eficacia tales entuertos? Por supuesto, los tres problemas señalados revelan  claros abusos de poder rechazados por la Constitución y se cuenta, después del 14-A, con una base electoral más que indiscutible para enfrentarlos. Denuncia y protesta con inteligencia y firmeza, así como ocurrió con la reunión de los artistas durante la última contienda electoral. El mundo debe conocer la indefensión de nuestra democracia, para que nos acompañe a reprochar el oprobio que padece.

César Villarroel Castillo

jueves, 18 de abril de 2013

Derrota agridulce


En la elección presidencial ocurrida el 14-4-2013 los resultados (según el  CNE) dieron como ganador al candidato oficialista pero, en una consecuencia sobrevenida, beneficiaron al candidato opositor; éste remontó en muy poco tiempo la cuesta de las encuestas, al punto de que alcanzó un empate técnico (la diferencia no luce estadísticamente significativa) y ha logrado cuestionar el triunfo de Maduro. La inversión de los estados de ánimo ha sido tal, que algunos chavistas (Gómez Muñoz, Aporrea 15-4-2013) han calificado el hecho: “como la primera victoria con un desagradable y auténtico sabor a derrota”; y un opositor (Rubén de Mayo, El Universal, 18-4-2013) como “linda derrota”.

Pero lo que más afecta a los chavistas es que el incremento del candidato opositor (más de 700.000 votos) proviene, casi en su totalidad, de una deserción chavista. Para Capriles, en una interpretación un tanto ingenua, este es un contingente que él logró atraer hacia el redil opositor;  ¿qué les puede haber  ofrecido Capriles a gente del Psuv, PCV, PPT y MEP para sonsacar exitosamente a algunos de sus militantes?,  nada, porque esos grupos políticos (Polo Patriótico), al menos en sus orígenes, presentan un alto grado de ideologización, por tanto son resistentes a las  promesas del  neoliberalismo  y sus parientes. Entonces, ¿por qué votaron por Capriles?, porque éste fue el medio para atacar a Maduro, a quien una parte del Polo Patriótico (se exceptúan el Psuv y PODEMOS) pretendieron, y lograron, echarle una vaina.

En efecto, Capriles incrementa su votación con relación a la elección del 7-10-2012, en más de 700.000 votos. ¿Votantes nuevos?, no, porque se utilizó el padrón del 2012; sin embargo, es fácil encontrar esos desertores chavistas en las pérdidas del Polo Patriótico; así, entre el Psuv, sólo 3%, PCV 42%, PPT 47% y MEP 50% perdieron 605.321 votos con relación a octubre de 2012. Si se suman las pérdidas de una miscelánea de partidos menores del Polo Patriótico (CR, IPC, UPV e IVCR) se registra una pérdida total de 710.923, cantidad similar a la que refleja el crecimiento del voto opositor.  La disidencia chavista se la cobró a Maduro, funcionó un voto castigo en su contra, aunque él no sea el único culpable: los Castro lo recomendaron y Chávez lo impuso.

Con base en lo anterior es dable distinguir nuevas realidades políticas. El fin de la hegemonía chavista,  que se hará más débil en la medida en que aumente la represión “madurista”. Una oposición que logró hacer realidad la unidad nacional incluyente al haber incorporado a una parte del chavismo, y que exhibe una fuerte musculatura política que le proporciona el ser mayoría en los estados más densamente poblados. Por su parte, el sector oficialista se muestra fraccionado, con muchos grupos (cubanos, familiares, plutócratas, militares, burócratas, bufones mercenarios que, nos imaginamos, tendrán que regresar los anticipos) esperando el reparto de prebendas y dádivas. Afortunadamente, en este sector también hay quien se pregunta qué pasó con la revolución; un tema sobre el cual tirios y troyanos deberían conversar.

César Villarroel Castillo

martes, 9 de abril de 2013

Más allá de Maduro


En las elecciones presidenciales del próximo 14-4-2013 la oposición parece tener una sola alternativa: derrotar a Maduro; de ahí que cuando los indicadores electorales (resultados de encuestas y volumen de marchas) no son favorables a Capriles cunde el desánimo, tanto, que algunos consideran que si no hay probabilidad de ganar no vale la pena participar, y que lo único que cabe es echarse a llorar o morir. Mas, hay otra realidad que la terquedad del liderazgo opositor se niega a reconocer, el  consenso acerca de que en las últimas contiendas presidenciales el enfrentamiento es entre dos sistemas de gobiernos: democracia liberal y castro-comunismo; el problema, entonces,  no es derrotar a Maduro sino a Fidel.

Si se llegara, mediante eventos sobrevenidos, a derrotar electoralmente a Maduro, todavía tendría que sortearse la feroz resistencia que opondrían los cubanos a la pérdida de sus privilegios económicos y políticos, amparados en un poder judicial corrupto (especialmente el TSJ), un legislativo transformado en secta partidista, una burguesía rapaz e híper corrupta, una casi total des-industrialización del país y una fuerza armada paralela devenida en brigadas de choque. “Tarea de indio” que es necesario enfrentar, gane quien gane, y que convierte al 14-A en el inicio de un rescate y no en la culminación de un proceso electoral.

Por eso es por lo que es necesario ir a votar el próximo domingo, para comenzar a hilvanar la derrota de Fidel; el 15-4-2013 la oposición venezolana, unida, sin exclusiones debería exigir, puertas afuera, el cese de la injerencia cubana en la política venezolana conculcada por los hermanos Castro con la anuencia y connivencia de sus adláteres criollos; y puertas adentro, el adecentamiento del TSJ. Esto supone considerar la próxima elección como un medio y no como un fin en sí misma. Por eso, el problema no es si ganamos o perdemos la elección presidencial, sino como nos organizamos para iniciar la lucha, sea quien sea el ganador; en otras palabras, cómo convertirnos en ganadores aunque no se obtenga la victoria.

¿Se puede luchar democráticamente contra un gobierno autoritario y militarista? Sí, siempre que no se encomiende esta tarea con exclusividad a los partidos políticos; los líderes opositores se asombran de que la espontaneidad del pueblo supere en los actos de masas sus propias expectativas; en mi opinión es un mensaje que el pueblo sigue enviando desde la elección del 7-10-2012; el pueblo quiere participar, es el gran afectado y el único protagonista; quien tenga dudas, que vuelva a ver el video de la reunión de artistas y gente de la cultura.    

César Villarroel Castillo

miércoles, 3 de abril de 2013

Tareas pendientes de la futura oposición

Alguien, en el mundo del sarcasmo, podría aducir que la oposición tiene una sóla tarea pendiente: ganar; mas, para alcanzar esta última se deben crear las condiciones para que una eventual victoria opositora pueda darse, es decir, condiciones previas e imprescindibles para que la oposición pueda ganar en cualquier campo de la política: electoral, jurídico, diplomático, militar u otro. Desde el próximo 15-A esta deberá asumir, gane quien gane, nuevas tareas que deben priorizarse. He aquí mi opinión al respecto.  

Esas tareas podrían resumirse en el rescate de la vigencia de lo constitucional, y no nos referimos a lo cronológico sino a su validez y funcionamiento dentro de un Estado de Derechos que, cuando su Constitución es violada o se deja de lado impunemente, pierde su vigencia democrática. Tres tareas destacan por su pertinencia y prioridad: la desaparición de la MUD; el adecentamiento del poder judicial, especialmente lo que concierne al TSJ; y el rescate de la soberanía política, rendida con descaro a la Cuba castrista. Comentemos someramente cada una de ellas.   

DESAPARICIÓN DE LA MUD: La MUD se ha convertido en el principal obstáculo para alcanzar la unidad nacional opositora porque nació, y se le ha seguido considerando, como un acuerdo de y entre partidos de la Cuarta República para participar con mayor probabilidad de éxito en los sucesivos eventos electorales; de ahí que de cara a una unidad nacional presenta dos limitaciones importantes: no agrupa a las fuerzas independientes o no partidarias del viejo régimen, y circunscribe su acción opositora a la participación en los eventos electorales. La MUD debe desaparecer para dar paso a una unidad incluyente en ciudadanos y en la atención a la diversidad de problemas políticos.
  
ADECENTAMIENTO DEL TSJ: Todos los poderes han sido conculcados por el Ejecutivo, pero el que más afecta al sistema democrático es el TSJ porque está llamado a ser el “fiel de la balanza política”, es decir, dirime los asuntos controversiales intra y entre poderes; es el supra poder de los estados democráticos. En Venezuela este poder parece haber perdido su independencia frente al Ejecutivo; sus fallos siempre favorecen a éste, a veces en forma grotesca, como el dictado el 9-1-2013 con relación a la juramentación del Presidente electo; pero quizás lo más evidente en la sumisa relación de este poder frente al Gobierno es la tesis públicamente esgrimida por su presidenta abogando por la no independencia de los poderes públicos. Pues bien, mientras tengamos un TSJ subordinado al  gobernanta de turno  y una magistrada que le aplauda la gracia, nunca tendremos democracia de ningún tipo.

ENTREGA A CUBA DE NUESTRA SOBERANÍA POLÍTICA: Mucho se ha comentado el carácter sui géneris   de la ayuda económica que Venezuela presta a Cuba porque, a contracorriente de la práctica internacional, aquí el prestamista (acreedor) es quien cede o entrega soberanía política. La seguridad nacional  y otros servicios estratégicos como identificación, energía y comunicaciones parecen (no hay información disponible y creíble de parte del Gobierno) estar controlados por los cubanos; pero lo que sí quedó claro, dentro del denso misterio que generó la gravedad y muerte de Chávez, fue que en el proceso sucesoral se hizo evidente el poder político de los antillanos, al punto de que lograron imponer como sucesor al hombre de La Habana; impuesto por  Chávez, pero elegido por Fidel  porque, se presume,  era quien más garantizaba la continuidad de la ayuda económica a la isla; aspecto que no se discute después de oírlo cantar La Bayamesa. 

Estas tres condiciones someramente comentadas no son las únicas a ser atendidas para deshacer los entuertos del chavismo, pero son  prioritarias, especialmente la que refiere a la unidad nacional pues las otras dos (y todas las demás) dependen de la consecución de ésta. No importa quien gane la elección del 14-A la oposición está obligada a atacar estos problemas, so pena de renunciar a vivir en democracia. Un TSJ como el actual es una vergüenza; y una relación como la que nos impone el gobierno cubano es indigna y humillante. La nueva oposición (incluyente y diversificada) necesita de un piso político, contribuye a labrarlo yendo a votar el 14-4-2013.


César Villarroel Castillo