lunes, 30 de junio de 2014

Magnicidio post mórtem

Al observar la querella epistolar de los jerarcas del chavismo con relación en la responsabilidad que cada grupo tiene en el desastre económico-político en que han sumido al país, viene a mi memoria un viejo chiste que considero pertinente con la ocasión. Se cuenta que durante una fiesta que realizaban los animales para celebrar el cumpleaños del tigre, al final de la misma decidieron que se quedara a limpiar el más feo de todos ellos; todas las miradas apuntaron hacia el sapo, a lo cual éste, mirando fijamente al cocodrilo, ripostó: ¿qué me ves tú?, coge una escoba y vamos a barrer los dos. Pareciera que en el apañamiento de la fiesta de la corrupción chavista, Jorge y Nicolás deberían agarrar sus escobas y ponerse a barrer los dos.

Que este país es un desastre no es difícil de ver y aceptar, aunque para los chavistas era un desastre sin responsable ni culpable (excepto por el Imperio); lo nuevo en la carta de Giordani y la réplica oral de Maduro es el reconocimiento de la crisis a lo interno del partido de Gobierno con responsabilidad y culpabilidad muy definida en la izquierda endógena, ahora trasnochada según Maduro; en otras palabras, ya es poco creíble responsabilizar al Imperio y la guerra económica; ahora hay que determinar en este desastre la responsabilidad y culpabilidad del Gobierno, o sea, de Hugo Rafael Chávez Frías; él fue lo bueno y lo malo (más de lo segundo) de este proceso revolucionario.

De ahí que ambas tendencias converjan, sin proponérselo, en el cuestionamiento de la gestión chavista. La leyenda de Chávez es la primera víctima del Magnicidio post mórtem de aquél. Si el político ha sido tan cuestionado hasta en su propia tolda, ¿cómo mantener la figura del Gigante, del Eterno, del Estadista, si a la postre no pasa de ser  un pésimo gerente que arruinó a una de las naciones más ricas de Latinoamérica? La leyenda ha sido herida de muerte. En efecto, tanto la carta de Giordani como la defensa de Maduro insisten en que ellos actuaron y actúan como lo hubiese querido Chávez pero, al mismo tiempo, admiten que este es un desastre heredado. El legado de Chávez es la certificación de su fracaso.

El Magnicidio post mórtem de la leyenda chavista ha comenzado; así, en progresivo como suelen ser los magnicidios denunciados por este Gobierno, por etapas y cuentagotas, pero ya se develan los primeros misterios de esta leyenda de la mano de sus propios protagonistas. Ahora sabemos que Chávez no era infalible, que se equivocó de la A a la Z,  aunque la culpa era de Giordani; que conocía lo que pasaba en Cadivi, pero   la culpa era de Giordani; ahora se sabe (Giordani dixit) que durante la campaña de 2012 Chávez, leyó bien, despilfarró los dineros públicos para poder ganar.


En síntesis, y aunque Ud. no lo crea,  “desperdiciar 14 años de billonaria renta petrolera que no fue invertida en industrializar el país ese (fue) el error inexcusable de Giordani” (Jesús Silva, La Razón, 29-6-2014). Puras excusas, aquí lo único inexcusable es atribuir a Giordani la corrupción e  irresponsabilidad histórica que sólo corresponde a Hugo Chávez.

Hay que pedirle la renuncia

El Gobierno y la oposición tienen dos cosas en común: el fracaso de sus respectivas gestiones y la renuencia a reconocerlo y admitirlo. En el Gobierno, a pesar del desastre que revelan los indicadores económicos y políticos, no dudan en calificar de exitosa la gestión gubernamental de los últimos tres lustros. La oposición, por su parte, ha conformado una diáspora oposicionista que comenzó por aglutinar (no unir) a diferentes partidos políticos para terminar, actualmente, con la pugna de dos facciones del partido que ejerce la hegemonía en el organismo opositor y, por supuesto, cada facción culpa a la otra, con lo cual ambas se consideran exitosas. 

Asumamos que en ambos casos se reconoce el fracaso pero no se admite; la pregunta obligada es, ¿por qué? En el caso del Gobierno tal reconocimiento supondría admitir la culpabilidad del principal responsable: Hugo Chávez, con lo cual el legado dejado por éste se convierte en un anti valor; en otras palabras, de admitirse tal responsabilidad la Revolución Bolivariana expiraría formalmente, ya que de hecho ya se dio. ¿Se puede responsabilizar a Chávez sin qué la leyenda se resienta? Sí, con una autocrítica post morten que haga aflorar los testículos que se escondieron mientras el “gigante” vivía.

La oposición fracasó rotundamente, pero no la MUD. Ésta logró su propósito: organizar y desarrollar una hegemonía partidista opositora. Han sido tan eficientes en esa tarea que actualmente las fuerzas políticas que se disputan el control de la oposición provienen de una misma agrupación política partidista: Primero Justicia. En este sentido debe recordarse que cuando se hicieron las primarias para elegir al candidato opositor a la presidencia de la República, Capriles y López unieron sus capitales electorales para asegurar el liderato opositor dentro de la MUD. ¿Cómo frenar este monopolio opositor de PJ? Creando una unidad nacional  que supere la hegemonía partidista. Urge, para quienes no nos chupamos el dedo, crear un Frente Nacional Unitario en donde los partidos sean unos más entre sus pares.

Hay que pedir la renuncia a la directiva de la MUD, no sólo por lo que ya se adujo en los párrafos anteriores, sino porque este organismo carece de legitimidad porque usurpa la representación política de la oposición. En efecto, la MUD se crea para organizar las candidaturas electorales opositoras, dada la infraestructura organizacional partidista ya existente; pero en ningún momento se le atribuye la potestad de orientar la política de la oposición; tanto más si se toma en cuenta que la estrategia propuesta por la MUD a tales efectos consistía en adormecer a la oposición y despertarla un mes antes de la elección correspondiente. ¿Quién otorgó a este organismo tal facultad? Nadie, de ahí que la consideremos usurpadora.


La MUD ha fallado en su pertinencia y eficiencia. En lo primero porque se atribuye responsabilidades que no le competen, como es orientar y administrar el actual acontecer político de la oposición; y lo segundo, porque la actual lucha de este organismo es consigo mismo, es decir, su principal preocupación es un pleito de familia que el Gobierno observa con total beneplácito. La renuncia de la directiva de la MUD no es sólo un trámite administrativo sino un imperativo moral.  Bien, ¿pero quién se encargaría de las responsabilidades electorales de la oposición? Ella misma, mediante una unidad nacional. Las recientes elecciones de las alcaldesas de San Cristóbal y San Diego nos dieron una lección: no se votó por partidos, sino por convicción ciudadana; antes, sin embargo, hay que pedirle la renuncia a la directiva de la MUD. Que devuelvan lo que nunca tuvieron: el liderazgo opositor.

martes, 10 de junio de 2014

Venezolanizar a Fuenteovejuna

Las resonantes victorias de las alcaldesas de San Diego y San Cristóbal nos llenó de una gran alegría y esperanza porque, además de haberle dado una soberana paliza a Maduro y sus pretensiones hegemónicas, constituía la gran oportunidad para transformar el movimiento opositor en una instancia viable de poder con una amplia base unitaria, sin hegemonía partidista y sin traumas que lamentar; pero muy pronto se fue el gozo al pozo al ver que la victoria de estas damas la pretenden convertir en una continuidad del viejo  movimiento opositor (MUD) en lugar de una oportunidad de transformación como la anteriormente aludida.

En efecto, en los análisis post electorales los diferentes grupos políticos, y algunos que no quieren que se les tilde de tales, se atribuyen su mayor o menor contribución al triunfo en cuestión. Así, la MUD, y dentro de ésta especialmente PJ, UNT y AD; Voluntad Popular y los grupos que revoletearon en torno a la “salida”; los estudiantes, curiosamente sin desprenderse de su militancia partidista; sectores representantes de la llamada sociedad civil; y los radicales, anarquistas de “medio pelo” con su buena dosis de infiltrados, se supone que constituyeron la base unitaria con la que se derrotó a Maduro y que, por eso, hay que mantenerla.

La unidad requerida por la Venezuela de hoy debe ser como aquella que nos pintara Lope de Vega  en su gran obra teatral: Fuenteovejuna, una unidad sin contribuyentes identificados e interesados; por eso, cuando en la obra teatral las autoridades preguntan quién mató al comendador abusador, la respuesta es tajante e inequívoca: Fuenteovejuna, es decir, la comunidad toda.

Las “Fuenteovejuna” de San Diego y San Cristóbal fueron las que pusieron en su sitio a este otro gobernante abusador; y debería ser esta nueva unidad la necesaria para enfrentar electoralmente, y en otros escenarios políticos, en lo futuro a cualquier desmán chavista. La unidad de una comunidad, de un pueblo o de una nación no puede ser la suma de acuerdos con base en intereses partidistas, sino el llamado a defender la ciudadanía, para lo cual lo importante no es el número de remeros, sino lo parejo del esfuerzo.

Ahora se pretende que la oposición se enfrasque en el pugilato de dos opciones (a más de un anarquismo misceláneo) igualmente negativas: el electoralismo “caprilero” y el popular pero ineficiente voluntarismo “lopecista”. Ambos le han hecho un gran daño a la ya maltrecha “unidad” partidista (MUD); uno pretende maniatar y amordazar la protesta, mientras que el otro la quiere lanzar en desenfrenada carrera sin  norte ni propósito. Hagamos como Fuenteovejuna, convirtamos al pueblo en líder y desechemos de una vez estos remedos partidistas.

La victoria en estas alcaldías no se debe a nadie porque se les debe a todos, aún a los que no votaron pero alentaron, por eso la votación de las damas fue superior al de los respectivos conyugues. La afrenta y el abuso fueron nacionales, como nacional debe ser la respuesta; porque si bien los votos tienen la misión muy concreta de reivindicar a Enzo Scarano y Daniel Ceballos, la lección impartida tuvo como principal destinatario a todas las instancias gubernamentales no chavistas a quienes se les recordó que, con una unidad a lo Fuenteovejuna,  ¡si se puede!

Cuando terminaba de escribir estas líneas me entero que dos ciudadanos tachirenses (léase sigüíes maduristas) han introducido un recurso ante el TSJ en contra de la alcaldesa de San Cristóbal con el propósito de amedrentarla y, eventualmente, desconocer su triunfo. Si este despecho trasnochado llegara a consumarse, la Fuenteovejuna criolla tendrá la oportunidad de demostrar en la calle la unidad que ya evidenció en las urnas electorales. Y a todas éstas, ¿qué piensa la MUD al respecto?