martes, 23 de julio de 2013

Calidad y polarización

La calidad de una empresa se resume en tres elementos: pertinencia, eficiencia y eficacia. La primera asegura que la estrategia (política) adoptada es la más conveniente; la eficiencia garantiza un comportamiento idóneo; y la eficacia contrasta la congruencia entre lo perseguido y lo alcanzado. En una contienda polarizada por contendores de igual o parecida calidad, llevará la mejor parte el que sea más eficiente. En Venezuela, la polarización partidista de los últimos tres lustros ha favorecido ampliamente al Gobierno, pero, paradójicamente, al analizar la eficiencia de éste nos encontramos con una de las administraciones más ineficiente de los últimos tiempos. ¿Cómo se explica?

Primero, hay que comparar la calidad de los contendientes en cuanto a la pertinencia, eficiencia y eficacia de ambas gestiones: la del Gobierno no es pertinente porque se ha desviado o descartado del norte constitucional; no es eficiente porque en una época de bonanza petrolera tiene que endeudarse para seguir dilapidando, y en cuanto a eficacia, después de tres lustros sólo han logrado una nueva burguesía dolarizada.

Por su parte, la gestión opositora no ha sido pertinente desde su inicio pues tempranamente recurrió al atajo, lo que condujo a un eterno chantaje por parte del Gobierno y a la opacidad de su pertinencia; tampoco ha sido eficiente porque ha dilapidado todos los triunfos que les ha deparado los errores del chavismo, y como resultado sólo ha convalidado el autoritarismo del régimen, y no nos referimos sólo a elecciones, sino a una oposición que no se opone a nada. Cuando ambos contendores carecen de calidad, lleva la mejor parte quien tiene más recursos.

Pero lo más grave de la oposición es que se niega a aceptar que su gestión no ha sido ni pertinente, ni eficiente, ni eficaz; y arremete contra cualquier crítica a la MUD y a su candidato eterno, al esgrimir los estribillos de la anti política, el radicalismo y golpismo, entre otros. Con seguridad  hay críticas injustas, pero los líderes opositores están en la obligación de aclararle a los electores de esta tendencia cuáles son los propósitos que se persiguen para poder juzgar la pertinencia de su gestión. ¿Sólo participar en elección tras elección hasta que se gane o el gobernante se muera?; ¿generar las condiciones para que las elecciones se realicen en un ambiente verdaderamente democrático?; ¿o qué?


La MUD y Capriles no aceptan críticas, sólo aplausos; valdría la pena recordarles el viejo cuento escatológico de “El pajarito (sin alusiones), la vaca y el gato”. Era un pajarito que se entretuvo demasiado en víspera del invierno norteño y, en su regreso al sur, un copo de nieve lo sorprendió y derribó. Una vaca que pastaba en la cercanía defecó sobre él, que así  pudo calentarse y revivir. Después, un gato se acercó, orinó sobre él, lo limpió y… se lo comió. Moraleja, no todo el que te echa m…..es tu enemigo, ni quien te la limpia es tu amigo.   

César Villarroel Castillo

viernes, 19 de julio de 2013

Del conflicto universitario y su naturaleza

Hay consenso acerca del carácter político del conflicto universitario, porque Gobierno y oposición consideran que la realidad gremial y reivindicativa ha sido superada por las implicaciones ideológicas del modelo universitario que se propone (el socialista) y el ámbito nacional en el que se enmarca. No sólo se pretende cambiar la Universidad sino al país; y todo ello al margen o en abierta oposición a la letra y espíritu de la Constitución de 1999. Que el partido de Gobierno  pretenda y bregue por la consecución de ese cambio es su derecho y deber; lo que sí es incongruente es que la oposición acepte la gravedad política de la situación y su dimensión nacional, pero la trate como un problema gremial y académico. 

 ¿Por qué no se consulta ni se toma en cuenta a los 7 millones y “pico” que no están de acuerdo ni con la universidad ni el país de Maduro? ¿Se aceptará sin chistar una propuesta universitaria que ignora y lesiona a la Venezuela no chavista?; ¿por qué se obstaculiza la unidad nacional de la oposición?; ¿por qué se rechaza la colaboración de los no universitarios, como ocurrió durante la marcha estudiantil?; ¿por qué la oposición sigue sin oponerse a los desmanes del Gobierno?

La oposición debe hacer suyo el problema universitario, pero no bajo la dirección de la MUD; la respuesta a las pretensiones chavistas  de Maduro y Calzadilla debe darla un frente nacional en defensa de la Universidad y el país. Es necesario y urgente constituirlo como la única trinchera que puede frenar los abusos del chavismo que, pese a la Providencia, sigue en plan hegemónico. Las elecciones del 8-D son una oportunidad extraordinaria para constituirlo: admite una tarjeta única e inclusiva que minimiza los efectos negativos de la intervención partidista, y no admite (o no debería admitir) liderazgos nacionales ni partidistas.

Los votos que se emitan en respaldo de la tarjeta única seguirán, después de contarse, siendo propiedad de la gente que respaldó la tarjeta única; sin embargo, no ocurre así durante las elecciones presidenciales o de gobernadores porque los candidatos a tales (ganen o pierdan) tienden a apropiarse de los votos obtenidos por su candidatura y los convierten en su capital político y electoral.


Chávez y Capriles han sido los ejemplos más recientes, pero con una gran diferencia: mientras el primero si era propietario de esos votos porque los votantes chavistas sólo eran “testaferros electorales” del caudillo; el segundo, en cambio, no es dueño de nada porque su liderazgo fue, y es, negociado. Capriles pretende ser vocero, ideólogo, estratega y, por supuesto, candidato eterno de la oposición; pero estamos cansados, no sólo de los candidatos eternos, sino de la eterna política de la oposición. ¡MUD, te sale cambiar!

viernes, 12 de julio de 2013

Siempre vale la pena votar, excepto… cuando no votar lo valga


Después del 2005, cuando la  oposición decidió abstenerse como protesta  en las elecciones para elegir los miembros de la Asamblea Nacional, siempre hay un grupo de oposicionistas radicales que en la víspera de cada una de las sucesivas elecciones realizadas hasta ahora se cuestionan si vale la pena votar, dada la parcialidad del CNE y el abusivo comportamiento del Ejecutivo. En una democracia siempre vale la pena votar; así como el abstenerse nunca lo valdrá, a menos que se pueda demostrar  con apoyo popular que concurren situaciones extraordinarias que la justifiquen.

Por ejemplo, si se pudiera demostrar que en la Venezuela de hoy se llenan los extremos que exige la Constitución para activar el artículo 350 que textualmente expresa: “El pueblo de Venezuela, fiel a su tradición republicana, a su lucha por la independencia, la paz y la libertad, desconocerá cualquier régimen, legislación o autoridad que contraríe los valores, principios y garantías democráticos o menoscabe los derechos humanos”, se tendrían que rechazar las elecciones hasta tanto se restituya el orden democrático. Demostrar el abuso, es ganar el derecho de rechazar al abusador.

El 14-4 la oposición llamada democrática no pudo, o no supo, demostrar que el proceso había sido fraudulento. Primero adujeron que habíamos ganado pero sin presentar las actas correspondientes; después se pidió una auditoría que no supieron delimitar y,  por último, una revisión de los cuadernos que no fue atendida; al final se impugnó la elección con más argumentos que pruebas. De hecho, los argumentos y pruebas fueron apareciendo por descarte, lo que reveló la ausencia de una reclamación pensada y planificada. Definitivamente, el reclamo de la oposición fue improvisado; pero si quieres enmendar el yerro oblígalos a hacer trampa inundando el 8-D  las urnas electorales con el voto opositor.

Ya no es pertinente preguntarse si vale o no la pena votar; la pregunta correcta es cómo asegurar que esto valga la pena. Depende de dos condiciones: que mi voto se integre a una plataforma unitaria y que los intereses partidistas se supediten al propósito e interés de dicha plataforma. La oposición venezolana ha fallado en ambos casos: su unidad es sólo partidista, de ahí que se nutre, principalmente, de militantes y simpatizantes; no es una unidad  ciudadana. Al ser la MUD una estructura de partidos, éstos no se sienten obligados a respetar los acuerdos que no convengan a sus intereses, como ocurre con la no aceptación de la tarjeta única y candidatos preseleccionados.

Mientras no se piense el camino, no se podrán aprovechar las circunstancias. La piedra de tranca (como se dice en el juego de dominó) sigue siendo el individualismo partidista, con el agravante que desde hace mucho tiempo nos “ahorcaron el doble seis”.


César Villarroel Castillo

lunes, 8 de julio de 2013

¡Este sí es fresco!

El señor Canciller advirtió a la oposición que si “desbordan el marco de la legalidad democrática desarrollando una aventura golpista, propiciando una intervención extranjera, ejecutando un plan de magnicidio en contra de Maduro, o de masacre contra el pueblo no nos quedaría otro derecho que ejercer la rebelión total y profunda” (discurso de Jaua el 5 de lulio). Se le debe recordar al señor ministro que no hay motivo para tal preocupación porque la oposición que tenemos no se saldrá del guión de contendor electoral sumiso y, aunque quisiera salirse, no lo podría hacer por falta de recursos pues  todos fueron invertidos en la compra de los 18 aviones de guerra que nos vendió José Vicente.

Sin embargo, no deja de ser curioso que lo que el chavismo endilga a la oposición como posibilidad haya sido, en algunas de sus partes, una exitosa práctica del gobierno “socialista”. ¿Quiénes han desbordado el marco de la legalidad democrática? Los que modificaron la Constitución para, de manera ventajista, perpetuarse en el poder; conculcaron los poderes públicos para lo mismo; y  violaron la Constitución durante la sucesión del Presidente Chávez para otro tanto. Golpes certeros a la legalidad democrática. Y en cuanto a propiciar una intervención extranjera, tenemos entendido que ya se ha llevado a cabo por parte de la república de Cuba, con el agravante de que es una invasión aplaudida y subsidiada por el chavismo.

Pero estas no son puras bravatas de funcionarios que pretenden ser tomados en cuenta a la hora de dibujar el liderazgo post chavista; la rebelión total y profunda siempre ha sido el objetivo último de la revolución socialista, y lo tratarán de alcanzar de cualquier manera. Lo de Jaua no es más que un listado de pretextos que, si se da alguno de ellos, se tendría la excusa para acelerar el proceso de Rebelión Total. ¿Quién juzgaría el cumplimiento de la falta? Los mismos que desde hace rato las vienen practicando, los cuales, a falta de que la oposición “pise el peine” pueden crearla  para justificar el abuso que en política suelen llamar el síndrome del “Maine”, barco de guerra estadounidense que fue hundido por ellos mismos para justificar la guerra con España.

La amenaza también servirá para recordarle a la oposición que si gana o se acerca mucho esto será considerado como un acto hostil, es decir, como uno de los pretextos de Jaua que configuraría una conspiración que podría culminar en un desborde de la legalidad democrática y la activación de la rebelión total.  Lo peor es que hay gente de la oposición que en aras de la “paz” y el “diálogo” ya han iniciado su mea culpa por haberse atrevido a molestar al oficialismo en la última elección presidencial. 

Pero si tú eres de quienes se la pasa preguntando si vale la pena votar porque no te aseguran la derrota del Gobierno, entonces el  ocho de diciembre tienes la gran oportunidad de cambiarlo porque si Maduro pierde o se le late en la cueva se verá obligado a cambiar, a pesar de la MUD, Capriles y él mismo porque en las próximas elecciones hay un solo candidato de oposición: el indignado, y ese eres tú. Arréchate y vota el 8-D.  


César Villarroel Castillo