domingo, 19 de abril de 2015

Unidad Nacional: deuda más importante de la oposición

Cuando se hurga acerca del por qué la oposición política al gobierno chavista no ha sido más eficiente en lo que concierne a la denuncia del autoritarismo del régimen, suele argumentarse que, a más de los costosos errores y desaciertos cometidos por aquélla, ha tenido que padecer la indiferencia, y hasta complicidad, de la comunidad internacional con relación a las violaciones y abusos de que vienen siendo objeto nuestro país por parte del gobierno madurista. Parecía que en este ámbito no sólo estábamos solos sino también arrinconados. Ante las graves denuncias de violaciones a principios y prácticas democráticas la comunidad internacional  se limitaba a recordar que en Venezuela se celebran elecciones y hay separación de poderes.

Sin embargo, de un tiempo a esta parte se han oído voces de la comunidad internacional que cuestionan la pretendida independencia de poderes y, con ella, el valor democrático de las profusas elecciones que se realizan en el país. Y, recientemente, en una acción sobrevenida y bienvenida, un grupo de ex gobernantes de América Latina y Europa decidió denunciar el actual estado de cosas que vive Venezuela y abogar por las victimas de tales desafueros. ¿A cuenta de qué? A cuenta del derecho que asiste a todo ciudadano de defender los valores, principios, garantías democráticas y derechos humanos en cualquier sitio y momento en los que éstos sean  menoscabados, más allá de fronteras geográficas e ideológicas.

¿Y cuáles son los indicadores que permiten basar la denuncia? La ausencia de  separación de los poderes públicos. Cuando Chávez, las decisiones de cualquier tipo y materia las tomaba él; a tal extremo llegó el atropello en los asuntos jurídicos que se permitía mandar a poner presa (desde un estudio de televisión) a quien quisiera y, además, le dictaba la sentencia; el caso de la jueza Afiuni es el más emblemático de la conculcación del poder judicial. Actualmente la mala práctica continúa, aunque con mayor participación de los poderes sumisos. Si el poder judicial no es autónomo resulta ocioso pretender que habrá otros poderes públicos que salven la honra democrática, porque el poder Judicial es la esencia de ésta; sin su existencia autónoma nada puede ser democrático.

La génesis de este apoyo de los ex presidentes tiene su origen en una “noticia críminis”: la democracia venezolana está siendo violada; y en los desvelos conyugales de algunas de las esposas de quienes hoy sufren injusto encarcelamiento. Pero, ¿qué pasa con la oposición venezolana? ; ¿por qué se deja suplantar en funciones que por naturaleza le son propias: denuncia, crítica y opinión? Porque está chantajeada, amenazada, agredida, en suma, aterrada; pero después del pronunciamiento de los ex presidentes sabe también que no está sola.

Para fines de año está pautada una elección que es crucial para el destino político del país y en donde la única manera de derrotar al Gobierno es yendo unidos y masivamente a votar. El Gobierno está interesado en que los aterrados se queden en casa, y que los opositores que vayan a votar no lo hagan unidos. Es hora de que la oposición revierta los términos. Demostrarles al pueblo opositor y a los ex presidentes que nos están apoyando que si podemos unirnos, y que la dirigencia  opositora  venezolana se convertirá en una cantera de denuncias que luego el frente de ex gobernantes podrá ventilar, apoyar y defender internacionalmente.    


La oposición venezolana ha carecido de un eje político que soporte su unidad nacional; pues bien, parafraseando a Arquímedes de Siracusa, convirtamos al grupo de ex gobernantes en el punto de apoyo que necesita la democracia venezolana para mover el mundo (y el piso) del chavismo que nos agobia.

domingo, 12 de abril de 2015

El voto que la “oposición” piensa botar

 En las próximas elecciones para elegir a los miembros del parlamento los sectores opuestos al chavismo irían a esa elección con la mayor probabilidad de éxito de toda la historia chavista; más incluso que cuando el referendo para modificar la Constitución (2007), y que perdiera el chavismo mediante una derrota sobrevenida. La no proporcionalidad de los resultados podría jugar a favor de la oposición al dejar de ser el Psuv la primera mayoría; la mayoría de los electores, chavistas incluidos, culpan y responsabilizan al Gobierno por el desastre durante la gestión Maduro; y el ventajismo y abuso electoral tenderá a ser neutralizado por una opinión pública internacional más vigilante que ha comenzado a pedir más democracia a quienes se proclaman demócratas pero actúan como dictadores. Todo esto será posible si se configura una unidad anti dictadura.

Mas, y aunque usted no lo crea,  las diferentes tendencias opositoras no sólo no se han puesto de acuerdo para concebir y crear tal unidad, sino que ¡no la quieren crear! Veamos mediante un somero análisis las diferentes posturas al respecto.

Oposición MUD. Una circunstancia electoral le dio vida, y luego, más por inercia histórica que por otra cosa, devino en oposición oficial, lo que le permite acordarse con el Ejecutivo con relación a los temas más importantes y álgidos. Actualmente se ha constituido en la oposición “buena”, “seria” y “confiable”, según la paternal consideración de los grandes jerarcas del Gobierno.  No está interesada en la unidad anti dictadura sino en el desarrollo de un partido político: PJ. Por eso ha ejercido una fuerte resistencia a que en los eventos electorales la oposición participe con una tarjeta única; y no la afecta en lo más mínimo la no proporcionalidad electoral. Su principal aspiración es que el Ejecutivo le asegure el segundo lugar en las lides electorales.

Voluntad Popular. Hija putativa de PJ. Su legitimidad política le es reconocida cuando durante las Primarias para elegir el candidato presidencial que compitiera contra Chávez en la elección de 2012, Leopoldo López decide declinar su candidatura para apoyar a Henrique Capriles,  en un acto frente a las cámaras de televisión que tuvo mucho de teatro y payasada, pero nada de político. No tuve más remedio que votar por Capriles porque era la única forma de hacerlo contra Chávez. Durante el 2012 rompe, por cuestiones tácticas,  con PJ y proponen retomar la calle; lo logran, pero después lanzan lo logrado por la borda, mediante un movimiento que se denominó La Salida, y al  cual no hemos podido encontrarle un ápice de pertinencia y sensatez.

Alianza Progresista. Con este nombre, a falta de otro más “oficial”, englobamos  a los partidos políticos de izquierda y otras agrupaciones que han sido, y se sienten, víctimas del sistema electoral que de manera ventajista la dictadura le impuso al país. Proclama su inconformidad con los grupos que representan la polarización (MUD y Psuv) pero están más dispuestos a avenirse con un disidente chavista que con un salta talanquera de la Cuarta República. Su estrategia política es la denuncia permanente de todo lo malo acaecido durante la era chavista pero sin olvidar, más bien recordando y enfatizando, todo lo negativo de la Cuarta República. Y esto tiene una explicación, estos grupos representan al verdadero chavismo; que fueron traicionados por Chávez pero le siguen pasando la factura a los adecos y copeyanos de la Cuarta República.

La conclusión que arrojan los comentarios anteriores nos permite establecer que ninguno de estos grupos quieren una unidad nacional; los dos primeros porque su lucha es por el liderazgo de la maltrecha e inútil oposición; y la tercera (Alianza Progresista) porque su lucha es por un liderazgo ideológico que no pretende gobernar ni ser gobierno, sólo tener en la Asamblea Nacional a alguien que diga presente cuando Diosdado pase lista.  
Si no quieren forjar la unidad nacional, mucho menos están interesados en combatir la dictadura; más aún, ni siquiera reconocen la existencia de un gobierno dictatorial; eso explica la pretensión de las oposiciones de acabar con la polarización mediante la pluralidad partidista, lo que favorece y  apuntala la dictadura. Lo único que puede derrotar a la dictadura es la unidad de todos los que la rechacen. No importa si son de la cuarta, quinta o sexta. La dictadura será temporal si se alcanza la Unidad Nacional, de otro modo estaremos a las puertas de su eternización. En un contexto dictatorial la libertad y democracia deben ser factores polarizantes.


Los grupos opositores no son los culpables del desmadre político, pero sus líderes sí. Las próximas elecciones es una buena oportunidad para demostrar que, en ocasiones, el pueblo supera a sus líderes. Ya hay un precedente, las exitosas elecciones de las esposas de los alcaldes defenestrados. Dejen al pueblo en sus regiones decidir sobre lo suyo; sólo seamos nacionalistas e intransigentes con la Unidad Nacional.