viernes, 15 de abril de 2016

AN: inexplicable e inaceptable


En efecto, después de la  apoteósica victoria de la oposición en las elecciones de la AN (7-12-2015) la nueva  Asamblea Nacional ha tenido un comportamiento inexplicable e inaceptable. Lo primero porque no hay explicación para que el nuevo poder haga mutis después de haber triunfado con una ventaja superior al 66%; tanto, que se dejó robar (inhabilitar) con total impunidad  la mayoría calificada que la oposición había obtenido en las urnas. De ahí en lo adelante, todas las iniciativas de la AN han sido bloqueadas con éxito por parte del TSJ, poder sumiso ante el soborno y la represión. Lo inexplicable no es la violación de la ley, al fin y al cabo padecemos una dictadura, sino la impunidad con la que se actúa y la oposición lo permite.

Y es que la nueva asamblea es la responsable de la impunidad que estamos registrando y comentando.  Es cierto que no es fácil enfrentar una dictadura que no sólo está apoyada por las armas de los militares, sino por grupos de la delincuencia organizada, pero la calle y los organismos internacionales siguen siendo espacios válidos para la protesta, como ocurre con la gestión de Almagro, quien protesta más que la MUD;  y el abandono  de la calle y de los millones de votantes  que se creyeron  que las dictaduras pueden ser académicas.  Se trata de aislar y desenmascarar la dictadura, para después derrotarla.

 En la situación actual la nueva AN no es capaz de protestar nada.  ¿Qué sentido tiene, entonces, que los opositores defiendan leyes y decisiones que luego el  TSJ va a objetar impunemente? Mejor sería no tomar la decisión que seguir desacreditando a la AN con su inacción La situación actual me recuerda a un personaje del  Carúpano de mi niñez quien, ante situaciones no creíbles por lo inexplicable, solía acuñar el estribillo de “Ta puteao”. La nueva asamblea también  está puteada por su falta de credibilidad.

Su accionar es inaceptable, porque la aceptación de tal política supone la permisividad de la actuación dictatorial. Aceptar calladamente los abusos del TSJ que, en realidad, se le endilgan a este tribunal aunque  el  verdadero responsable es el Ejecutivo, porque aquel  es un adlátere de éste ya que no existe en Venezuela la separación o independencia de poderes.  Si se continúa por esta vía, y de este modo, será el TSJ el que decida el control de cualquier proceso electoral que en lo futuro se active en el país, y no valdrá caudal de votos ni de buenos candidatos, porque la dictadura para entronizarse no necesita de mayorías sino de falta de escrúpulos.

La oposición de la  nueva AN si tiene posibilidad de enfrentar con éxito la dictadura chavista, pero debe hacerlo con base en inteligencia y coraje. Lo primero supone el control de las apetencias partidistas y el uso habilidoso del manejo de sus fortalezas; lo segundo, enfrentarse a quienes desde el Psuv y de la MUD boicotean los esfuerzos unitarios al afanarse en la búsqueda de líderes en lugar de un liderazgo unitario.


Todavía la oposición no ha jugado sus mejores cartas;  su diputado No.  113 está listo pero no lo han dejado  y ,  por eso, no ha podido llegar a la calle que es  donde debería estar, aunque no cuenta, aún, con planes que revelen la presencia de tácticas y estrategias que aseguren su eficiencia y eficacia. Más temprano que tarde habrá un enfrentamiento entre  las  fuerzas democráticas y las dictatoriales y tendrá que concluirse que a la democracia, para llegar a ser tal, no le bastaría con una legitimidad de origen sino que sería necesario, y a lo mejor indispensable,  una legitimidad de desempeño. Como reza el refrán castizo: Para hacer tortilla, hay que romper huevos.

martes, 12 de abril de 2016

¡Despacio, que tenemos prisa!

El título de este artículo parafrasea una sentencia atribuida a Camilo Cienfuegos durante los inicios de la revolución cubana quien advertía así, a sus ayudantes, que lo importante, como lo establece también la conocida ranchera mexicana, es que “no hay que llegar primero sino hay que saber llegar” Toda esta abundancia de parafraseos  viene a cuento porque  pareciera que al comportamiento de la oposición, después del 7-12-2015, les caben todos ellos pues su accionar se ha varado por el pertinaz abuso del TSJ sin que la AN haya podido, ¿o querido?, dar una respuesta adecuada a los desafíos y desmanes del alto tribunal. Mientras la nave democrática continúe varada será imposible llevarla a puerto, ya sea éste bueno o malo.

En efecto, las iniciativas de la AN lucen improvisadas aunque, curiosamente, todas terminan en un déjà vu  adelantado pues ya es sabido que el TSJ terminará por rechazar al estilo de las letras de cambio, sin aviso y sin protesto,  todo lo que proponga la Asamblea; dicho de otro modo, Venezuela padece la dictadura judicial del TSJ quien sólo admite por encima de él al jefe del Gobierno. Frente a este panorama dictatorial la AN luce desconcertada y no atina a mellar la dictadura. Una confrontación no sería prudente ni pragmática, una espera onanística tampoco. En nuestra opinión se impone que la oposición deje de improvisar y priorice el desenmascarar y aislar la dictadura.

En el cumplimiento de este propósito la oposición solo cuenta con dos aliados: el caudal de votantes que derrotó al oficialismo el 6-12-2015, y el grupo de naciones, especialmente latinoamericanas, que ya no creen en la miseria digna, sobre todo cuando no hay ejemplos que seguir.  Estos apoyos están por encima del TSJ porque sus actuaciones no dependen exclusivamente de éste. La solicitud de consultas puede convertirse en el mecanismo de democracia directa. Por ejemplo, es inaudito que la oposición todavía no haya presentado un plan de emergencia económica y que el mismo, ante un eventual desacuerdo entre Gobierno y oposición se someta a consideración de los ciudadanos por vía plebiscitaria. Una situación similar puede presentarse con relación a la Ley de Amnistía, y dejar que sean los ciudadanos los que decidamos al respecto.


Si se puede luchar contra la dictadura chavista, pero hay que hacerlo con prudencia e inteligencia. Por ejemplo, la AN puede emprender desde ya la reforma de la ley electoral por lo menos en tres aspectos claves: la eliminación, parcial o absoluta, de la reelección presidencial; implantación del sistema de balotaje;  y la proporcionalidad de los resultados electorales. De ese modo las posibles dictaduras de corte chavista tendrían menos posibilidades de cuajar, aunque al final siempre habrá una confrontación, pero entre dictadura y democracia. El régimen luce cansado y desorientado; no oxigenemos y retardemos su caída con nuestra errática improvisación.