lunes, 26 de agosto de 2013

Corrupción V.I.P. legitimada

Cuando el Gobierno comenzó su cruzada contra la corrupción lo primero que pensamos fue en un alarde de cinismo pues está generalizada la creencia de que este Gobierno ha sido uno de los más corruptos  de los últimos años; pero, si el asunto es  en serio, y sin propósitos ocultos, al alto gobierno no le queda otra que emular a Campo Elías, aquel español que durante la independencia abrazó la causa patriota, y que para evitar dudas al respecto proclamaba (según Eduardo Blanco y su Venezuela Heroica) que mataría a todos los españoles con quienes se encontrara y que,  cuando sólo quedara él, se suicidaría para erradicar la plaga. ¿Se imaginan a los jerarcas del régimen sesionando en un calabozo, y al semilíder cerrando por dentro y botando la llave por el retrete? No, ni pensarlo.

Porque nuestra corrupción es una que al ser practicada no conlleva una connotación delictual ni ilegal; al contrario, implica una señal de distinción: VIP (Very Important People), cuyas transacciones y ganancias se tasan en dólares; los testaferros de antaño se convierten en gerentes de empresas de “maletín”, agentes y operadores financieros,  que no están ni al margen ni fuera de la ley, porque ellos, autoritariamente, son la ley;  como dice Mires (agosto 2013) : “Si un gobierno democráticamente elegido emplea  medios totalitarios y a la vez exige poderes omnímodos para encabezar una cruzada en contra de la corrupción, está preparando definitivamente el camino hacia una dictadura “ , o sea, hacia una corrupción legitimada.

De aquí se desprende que la tal cruzada  nunca podrá tocar a la “business  class” de nuestra política porque ellos son los legal y legítimos corruptos; es decir, tienen licencia para ejercer la expoliación del erario nacional. Es tan notoria la existencia de la corrupción VIP que, al igual que en la piratería de ayer, se hace necesario dotarlos, cruzada mediante, de una patente de corso. Esa es la tarea de la ley habilitante.

La cruzada afectará a los oficialistas (sean o no corruptos) de arte y ganancia menor, quienes, como los acompañantes de los príncipes medievales, recibían el castigo físico que no se les podía aplicar a aquéllos. Ejemplo, un empleado de CADIVI que debe responder por veinte mil millones de dólares que se robaron los VIP; un pobre “paga peo”, pues. Pero si alguna vez un corrupto VIP es atrapado infraganti y enviado a prisión, ya se encargará nuestro sistema judicial de “hacerle justicia” como se hizo con los “pata en el suelo” (así tildados por el mismísimo jefe) devenidos en magnates de la hípica  que hoy disfrutan en libertad de sus dólares y caballos.


Por supuesto, la oposición también llevará lo suyo con una buena dosis de alevosía y ensañamiento. Nótese, sin embargo, que para fregar a los funcionarios de menor jerarquía (el Gobierno los utilizará como muestra de imparcialidad y advertencia a la disidencia)  o a los de oposición no es necesaria una ley ni mucho menos una cruzada, ya que el Gobierno ha venido haciendo esto, y mucho más, cada vez que le da la gana; de hecho, hablar de leyes y legalidad en Venezuela es solo un mal chiste. Entonces, ¿por qué se insiste con la cruzada?, porque, y a título de hipótesis, la legitimación de la corrupción VIP implica definirla y regularla para que quede circunscrita sólo a los que roben en bolívares y hagan oposición. ¡Bienvenida la corrupción VIP al socialismo Siglo XXI! 

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