Las elecciones de próximo 8-D no se podrán ganar ni perder; los
contendores, obligados a polarizarse, sólo diagnosticarán el espacio y condiciones en las cuales
dirimirán la transición post electoral en la que Chávez intervendrá como
pajarito, figura y voz en afiches y videos, y hasta como rostro espectral sin sudario ni Verónica, pero sin capacidad
de decisión.
En las elecciones de diciembre no se
juega la continuidad del apoyo al Gobierno, sino la capacidad de cada extremo para enfrentar exitosamente eso que se ha dado
en llamar “la transición”. Hay que destacar que la transición de la que hablamos
no se refiere a un gobierno sino al transcurrir político hasta que se rescaten
(o se pierdan definitivamente) los poderes y valores democráticos. Las
elecciones del 8-D es el preámbulo de un nuevo capítulo de la política
venezolana.
El oficialismo enfrentará los
mayores retos. El 8-D le corresponderá la carga de la prueba, es decir, tendrá
que obtener una mayoría significativa de votos porque una no significativa, como la última, aumentará
la percepción de que gana por el apoyo del CNE. Para la etapa post elecciones no
tiene ningún cambio que ofrecer, pues al negarse a rectificar ve a la
transición como una repetición del desastre (legado) del cual venimos. Súmese a esto una izquierda radical
que, ahora sin la presencia física de Chávez, comenzará a pasar facturas
ideológicas y morales, lo que aumentará la resistencia al cambio.
Por todo lo anterior, es bastante probable que la oposición oficial quede
mejor posicionada el 8-D, aún “perdiendo“ por estrecho margen, pero resultará
casi nula durante la transición si no cambia radicalmente. En efecto, se ha
convertido en obediente mecanismo que avala la política del oficialismo y que
vive de la promesa de que si se porta bien (no protestar, denunciar ni
confrontar) pudiera llegar a Miraflores mediante el voto popular; es la estrategia
de la MUD y Capriles, una mezcla de paciencia e inacción con una buena dosis de
ingenuidad.
La transición amerita de una
oposición que se oponga, que defienda hasta con las uñas la poca democracia que
nos queda; en lo inmediato la meta no debe ser Miraflores, sino un TSJ y
Fiscalía decentes y una Contraloría eficiente. Este Gobierno sólo respetará el
resultado electoral que le favorezca. ¿Esto implica un llamado a la abstención?
Todo lo contrario. Exige de la oposición una votación masiva que fuerce al
régimen a mostrar su verdadero rostro: el dictatorial.
¿No es una contradicción criticar la MUD y, al mismo tiempo, pedir que el
8-D se vote por sus candidatos? No, si enfrentas electoralmente a una dictadura
debes votar por la oposición, sea quien sea. En este sentido hay que emular a
Henry Ford quien prometía a los estadounidenses un carro de cualquier color,
siempre que fuese negro. A los opositores a la dictadura chavista hay que
decirles que voten por quien quieran, ¡siempre que sea contra Maduro! Guárdate
las facturas para después del 8-D.
¿Puede la MUD estar a la altura del desafío de la transición? Creemos que
no, la inacción de este organismo es un freno que tendremos que tascar sólo hasta
el 8-D; de ahí en adelante, sin importar los resultados de las elecciones, es
imperioso transformar la MUD en un frente amplio, incluyente, que tenga la
voluntad suficiente para denunciar y protestar las prácticas dictatoriales del
Gobierno, y que reciba el apoyo de todos los venezolanos que quieran defender
la democracia, y no sólo el de los partidos políticos.
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