domingo, 1 de diciembre de 2013

El problema no es la Habilitante, sino la dictadura

La Ley Habilitante solicitada por Maduro ha suscitado una serie de temores entre los cuales destaca el de la impunidad con la que el  gobernante pueda abusar de la misma, pues se la considera como una patente de corso que permitiría al mandatario hacer lo que le venga en gana, y sin que nadie pueda oponerse. Mas, Chávez y Maduro nunca necesitaron de una habilitante para violar la Constitución y las leyes; y nadie se les opuso porque, al igual que en el caso de Polifemo, “nadie” es una oposición inexistente. Maduro, lo mismo que Chávez en su momento, necesita poderes especiales para barnizar de legalidad la dictadura en ciernes; por eso, el problema no es la Habilitante sino la dictadura.

Hay que enfrentar la Habilitante para vencer la dictadura. ¿Quién en la oposición liderará este enfrentamiento? No lo tenemos muy claro; pero no albergamos duda con relación a quienes no deben ser: ni la MUD ni Capriles. Aclaremos, he votado por los candidatos de la MUD desde su existencia porque consideraba que tenían las mayores probabilidades de derrotar el chavismo y forzar un fraude oficialista que se pueda demostrar para desnudar la dictadura; el 8-D volveré a votar por los candidatos de la MUD por la misma razón, porque para obligarlos a cometer fraude hay que ganarles holgadamente.

A pesar de lo anterior, he sido un consecuente y acérrimo crítico de la MUD y de Capriles. La principal crítica es haber convertido a la oposición en un reducto partidista; por eso, a ratos, la lucha de la oposición contra el chavismo se convirtió en la lucha de Primero Justicia contra el Gobierno para ver quien se queda con el coroto. Enfrentar la dictadura que se nos quiere legalizar mediante la Ley Habilitante amerita de una oposición que la MUD y Capriles no pueden proporcionar, porque su carácter e interés partidista la convierte en una organización excluyente y vulnerable. El 8-D es necesario votar masivamente contra la dictadura para dar un piso sólido a una nueva oposición.

El 9 de diciembre la oposición, sin importar los resultados de las elecciones de la víspera, debería comenzar a inventariar y diagnosticar los desafueros de Maduro y su Habilitante; el agravamiento moral y ético de los poderes Legislativo y Judicial; desconocimiento de la propiedad privada; la militarización de la función pública; la entrega de nuestro suelo y el producto del subsuelo; el pueril manejo de nuestra economía con el criterio aritmético de una regla de tres; el obsceno nepotismo de los viejos y nuevos inquilinos de Miraflores; el secuestro de adversarios políticos a la usanza de las dictaduras sureñas, y otros abusos que la brevedad del espacio no permite desarrollar, obligan a una reorganización de la oposición para enfrentar la situación. En síntesis, necesitamos superar la MUD por un Frente Anti Dictadura (FAD).


Debe ser una nueva oposición no sólo en lo que respecta a la inclusión, sino también en lo que atañe a estrategias y acciones. La violación a la Constitución debe ser denunciada en  público y en la  calle; igual con la corrupción, incluyendo beneficiario y cuantía del robo; desentrañar los vericuetos del nepotismo palaciego sin excluir al difunto y su familia; denunciar los chanchullos internacionales que comprometen nuestra soberanía económica y política; y, responder en el marco de la Constitución, pero con la firmeza  del caso, todas las tropelías que el madurismo pretenda seguir cometiendo; en fin, una oposición que desvele la dictadura que hace rato padecemos. Votar contra Maduro el 8-D es el primer paso para enfrentar la dictadura; reconocer y denunciar por parte de la oposición el carácter dictatorial del régimen, es el segundo.  

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