La Ley Habilitante solicitada por Maduro ha suscitado una serie de temores
entre los cuales destaca el de la impunidad con la que el gobernante pueda abusar de la misma, pues se
la considera como una patente de corso que permitiría al mandatario hacer lo
que le venga en gana, y sin que nadie pueda oponerse. Mas, Chávez y Maduro nunca
necesitaron de una habilitante para violar la Constitución y las leyes; y nadie
se les opuso porque, al igual que en el caso de Polifemo, “nadie” es una
oposición inexistente. Maduro, lo mismo que Chávez en su momento, necesita
poderes especiales para barnizar de legalidad la dictadura en ciernes; por eso,
el problema no es la Habilitante sino la dictadura.
Hay que enfrentar la Habilitante para vencer la dictadura. ¿Quién en la
oposición liderará este enfrentamiento? No lo tenemos muy claro; pero no
albergamos duda con relación a quienes no deben ser: ni la MUD ni Capriles.
Aclaremos, he votado por los candidatos de la MUD desde su existencia porque
consideraba que tenían las mayores probabilidades de derrotar el chavismo y
forzar un fraude oficialista que se pueda demostrar para desnudar la dictadura;
el 8-D volveré a votar por los candidatos de la MUD por la misma razón, porque
para obligarlos a cometer fraude hay que ganarles holgadamente.
A pesar de lo anterior, he sido un consecuente y acérrimo crítico de la MUD
y de Capriles. La principal crítica es haber convertido a la oposición en un
reducto partidista; por eso, a ratos, la lucha de la oposición contra el
chavismo se convirtió en la lucha de Primero Justicia contra el Gobierno para
ver quien se queda con el coroto. Enfrentar la dictadura que se nos quiere
legalizar mediante la Ley Habilitante amerita de una oposición que la MUD y
Capriles no pueden proporcionar, porque su carácter e interés partidista la
convierte en una organización excluyente y vulnerable. El 8-D es necesario
votar masivamente contra la dictadura para dar un piso sólido a una nueva
oposición.
El 9 de diciembre la oposición, sin importar los resultados de las
elecciones de la víspera, debería comenzar a inventariar y diagnosticar los
desafueros de Maduro y su Habilitante; el agravamiento moral y ético de los
poderes Legislativo y Judicial; desconocimiento de la propiedad privada; la
militarización de la función pública; la entrega de nuestro suelo y el producto
del subsuelo; el pueril manejo de nuestra economía con el criterio aritmético
de una regla de tres; el obsceno nepotismo de los viejos y nuevos inquilinos de
Miraflores; el secuestro de adversarios políticos a la usanza de las dictaduras
sureñas, y otros abusos que la brevedad del espacio no permite desarrollar,
obligan a una reorganización de la oposición para enfrentar la situación. En
síntesis, necesitamos superar la MUD por un Frente Anti Dictadura (FAD).
Debe ser una nueva oposición no sólo en lo que respecta a la inclusión,
sino también en lo que atañe a estrategias y acciones. La violación a la
Constitución debe ser denunciada en público y en la calle; igual con la corrupción, incluyendo
beneficiario y cuantía del robo; desentrañar los vericuetos del nepotismo
palaciego sin excluir al difunto y su familia; denunciar los chanchullos
internacionales que comprometen nuestra soberanía económica y política; y,
responder en el marco de la Constitución, pero con la firmeza del caso, todas las tropelías que el madurismo
pretenda seguir cometiendo; en fin, una oposición que desvele la dictadura que
hace rato padecemos. Votar contra Maduro el 8-D es el primer paso para
enfrentar la dictadura; reconocer y denunciar por parte de la oposición el
carácter dictatorial del régimen, es el segundo.
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