En el actual conflicto entre el Gobierno y las universidades, éstas no han
recibido de los diversos sectores sociales todo el apoyo que cabría esperar,
posiblemente porque consideran que ese es un problema entre las instituciones
universitarias y la administración oficial de las mismas, es decir, un problema
esencialmente gremial. Mas, hay quienes opinan que sería ingenuo no considerar
el carácter político de conflicto si se inscribe a la universidad venezolana
entre las instituciones democráticas (Constitución, Poder Judicial, Fuerzas
Armadas) que han sido y son atacadas en su condición democrática para
destruirlas o adaptarlas para que sean cónsonas con el régimen chavista.
Si el daño que se le hace a la universidad tiene repercusión en el nivel
país, el enfrentamiento de los agresores no puede estar sólo a cargo de
estudiantes, profesores y empleados sino de los siete millones y medio que el
14-A decidieron que no querían ser chavistas. Esta es la gran oportunidad, si
no la única, para evitar que se haga con la universidad lo que ya hicieron con
la Constitución, el Poder Judicial y el estamento militar, y nuestra soberanía
política, entre otros. Para ello es necesario contar en las filas de la
oposición con una unidad superior que se ocupe de algo más
que de los procesos electorales pero sin menoscabarlos; más aún, establecer
desde ya que vale la pena votar en la próxima y futuras elecciones hasta que nos
devuelvan el país.
¿Cómo hacerlo? En este sentido, Vladimiro Mujica, en un excelente artículo
(TalCual, 6-6-2013) esboza el camino a seguir cuando propone: “Hay que
convertir el conflicto de las universidades en el ariete de una rebelión
ciudadana pacífica y democrática…que cambiaría profundamente si la
conflictividad universitaria se manejara conjuntamente con la de los
sindicatos, la de los estudiantes y la
del país en general” Y, añadiríamos nosotros, si se logra entender que
conflictos como este deben constituir, en lo político y organizativo, la agenda
de la oposición, es decir, de la MUD. Esto le permitiría frenar al Gobierno,
TSJ y Asamblea Nacional en su empeño de acabar con la poca democracia que queda
para instaurar un régimen a la cubana y…
con cubanos.
La oposición deberá demostrar, de manera pacífica pero firme, que está dispuesta a protestar por los medios
legales todas las transgresiones a la Constitución y al Estado de Derecho.
Hasta ahora no ha podido hacer mucho, aunque ha podido hacer más, porque ha
sido chantajeada y aterrorizada por el Gobierno; de hecho, hasta en el ámbito
electoral ella se resigna, estoicamente, a su eterno rol de perdedora.
Sin embargo, la muerte de Chávez y la extraordinaria votación obtenida en
la elección presidencial del 14-A ha cambiado sustancialmente la situación. La
universidad tendrá que enfrentar la represión oficialista, pero no estará sola,
media Venezuela estará con ella batallando y casi toda Latinoamérica observando.
La oposición tiene, ahora, con que hacerse y hacernos respetar.
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