Después de la muerte de Chávez afloró la esperanza en algunos sectores
progresistas de que el nuevo gobierno, aunque comprometido con el legado
chavista, rectificara y corrigiera los errores cometidos durante aquel período,
habida cuenta que ello implicaría una
segunda oportunidad para la Revolución Bolivariana. Pero no, frente a la
credibilidad como reto el gobierno asume
la mentira como norma y la irresponsabilidad como práctica. Por ejemplo, no es creíble
la retórica contra la corrupción cuando no se pueden identificar las empresas
de maletín que estafaron veintidós mil millones de dólares a Cadivi; y es
inaudita la irresponsabilidad de quienes culpan a la oposición por la inflación
y desabastecimiento, cuando han sido ellos los sepultureros de nuestra industria
y signo monetario.
Con base en lo anterior, supusimos que el Gobierno le había puesto a la
oposición en bandeja de plata la oportunidad de hacerse con las ventajas
electoral y política, y que aquélla la aprovecharía. Mas no fue así, el
Gobierno la puso pero la oposición no la aprovechó; ¿por qué?, porque sigue
aferrada a una estrategia electorera que sólo se activa un mes antes de la
elección correspondiente. ¿Significa que actualmente no hay oposición? Si, por
lo menos no activa, está hibernando y se despertará durante la última semana de
noviembre para continuar con su ritual, sin expectativa de triunfo ni
pretensiones de cambio.
Pero el hecho de que no haya oposición no implica que todo el chavismo esté
contento (ni tampoco algunos opositores heterodoxos, como quien suscribe); los
chavistas de a pie, los que deben hacer largas colas para adquirir leche y
“harina pan”, no resienten tanto la cola como la discriminación. No conocen el
coeficiente Gini aunque intuyen que la
desigualdad es mayor y la brecha es obscena. Pero también ha aflorado la
crítica de una disidencia que tuvo sus
antecedentes en las comentarios que en su oportunidad hicieran miembros del
Frente Francisco de Miranda (Monedero, entre otros) al ”hiperliderazgo” de
Chávez, y que ahora tienen terreno abonado
con los datos de la corrupción pos chavista.
¿Por qué estos sectores (chavistas de a pie y disidentes) se atreven ahora
a exteriorizar su descontento y frustración?, porque Chávez ya no existe físicamente
aunque se pretenda que siga viviendo en su legado; el caudillo no habría
permitido disidencia alguna, es decir, hubiese abortado cualquier proceso
verdaderamente revolucionario. Y he aquí el drama existencial de esta
disidencia, ¿cómo oponerse a su legado y, al mismo tiempo, glorificar su
autoría? No será fácil el deslinde, pero ya es muy prometedor el que aporrea.org haya ocupado el lugar y
responsabilidad de la “bella durmiente” opositora, y asuma sin complejos el
papel de opositor a la mala praxis del Gobierno.
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