jueves, 17 de julio de 2014

La oposición: infalible en la torpeza

Parece haber consenso con relación al fracaso de la oposición al oponerse al régimen chavista; y no por la cantidad de errores cometidos, que fueron pocos, sino por las reiteradas torpezas que han sido muchas. El error es susceptible de enmendarse; la torpeza nubla el entendimiento y por eso el torpe, como lo establece el DRAE, “es tardo en comprender” y perseverante en la terquedad.

La oposición se ha negado, de forma  sistemática, a reconocer y enmendar sus grandes errores; por el contrario, siempre ha recurrido a la torpeza de justificarlos. Veamos, el golpe de Estado del año 2000 aún tiene en la oposición quien lo defienda; la mega abstención del 2005 todavía tiene quien la racionalice y recomiende su aplicación entre una y otra elección; y el haber convertido a la unidad opositora en un cónclave de partidos (MUD), no sólo no es reconocido como error sino que se le ha impuesto a los ciudadanos como línea oficial opositora. Pero la situación se ha agravado.

La torpeza seudo unitaria se ha fragmentado y ahora vemos a las partes justificar, sin pudor, su particular “metida de pata”. Capriles jura y perjura que con la ayuda del Gobierno alcanzará la salida hacia una nueva candidatura presidencial; mientras que los de la otra “Salida” (Leopoldo y María Corina) son incapaces de criticarse y pedir perdón al país opositor. Los estudiantes, infalibles en el propósito son, sin embargo, altamente vulnerable en su romántico accionar y han sido presa fácil del cliché.  De los guarimberos sólo basta decir que persisten en su público y estéril onanismo. Parafraseando a Machado (Antonio, no Corina) ninguno tiene la razón, pero tienen razones de sus fracasos que podrían contribuir a consensuarla.

¿Qué hacer? Volver a unir los pedazos con lo único que le es común: el fracaso. Para ello es necesario que sus representantes, al igual que se hace en “Alcohólicos Anónimos”, comiencen por reconocer el fracaso ante sus pares. El fracaso será el mecanismo igualador, por eso, en una unidad así concebida no caben la participación partidista y hegemónica. La oposición se hará fuerte por el conocimiento de sus debilidades, no siempre identificadas como tales; las fortalezas no necesitan que alguien las descubra pues la necesidad siempre exigirá su presencia.


Diagnosticar la solución es la parte fácil, instrumentarla es lo complicado pues hay que atravesar un nido de alacranes que están dispuestos a hundirse con la ranita opositora porque “así  lo exige su naturaleza partidista”. Son los alacranes que siempre tienen, y han tenido, “la razón”. Frente a esto, para vadear el río, habrá que afrontar la arremetida partidista; la unidad opositora no será posible mientras los partidos de la MUD (y los putativos) no se sometan a la unidad nacional. 

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