martes, 20 de enero de 2015

Mucho oposicionismo, pero cero oposición

En estos días, vísperas de elecciones para elegir a los diputados de la próxima Asamblea Nacional,  el  análisis del historial de fracasos de la oposición se ha puesto de moda, dada la trascendencia del evento electoral, y se deslindan las fronteras entre malos y buenos opositores. La conclusión a la que se llega no deja de sorprendernos: el rasgo más distintivo de un mal opositor es su pertenencia a la MUD; en consecuencia, la Mesa de la Unidad Democrática estaría vedada a los efectos de concebir y acordar alianzas electorales con la oposición “buena”. Los resultados no pueden ser más desalentadores: tenemos mucho oposicionismo pero ninguna oposición, pues no se enfrenta la dictadura y, además, por ahora se le dice adiós a la Unidad Nacional.

La política de la MUD debe ser rechazada, pero no porque ahí haya gente de AD, PJ, VP y otros de la “cuarta”, sino porque sus políticas privilegian el interés partidista por encima del nacional. Cuando sacrifiquen, temporalmente, sus siglas no sólo deberán ser aceptados sino bienvenidos, porque sin ellos, y sin otros, no es posible rescatar la democracia venezolana.  No se trata de buenos o malos opositores; serán válidos, eficientes y eficaces (calidad opositora) en la medida en que todos los opositores se concentren en apoyar los esfuerzos que conduzcan a la derrota, dentro del marco constitucional, del gobierno de Maduro, para lo cual todos son necesarios e imprescindibles.

¿Cómo saber qué tipo de opositor eres? Trata de establecer la congruencia entre el propósito que persigues y la estrategia que agencias para alcanzarlo; y he aquí el supuesto base: todo opositor a la dictadura chavista debe priorizar los esfuerzos para derrotar al Gobierno y sus políticas; pero no ha sido así. La “oposición” refugiada en la MUD ha tenido como propósito desarrollar las nuevas estructuras partidistas: PJ y VP. Se aducirá que La Salida fue una estrategia claramente dirigida a cambiar el Gobierno; mas, con esta estrategia es cuando más lejos ha estado la oposición de lograr ese objetivo. Con Capriles (el Camino) el accionar opositor se estancó; con La Salida, la posibilidad de cambiar al Gobierno retrocedió años luz. Estrategias totalmente incongruentes con el fin perseguido.

Pero hay otra oposición a quien no le importa si el Gobierno cambia o permanece, es la anti MUD, de rancia preocupación ideológica y siempre más cerca de la utopía que de la realidad. Su estrategia es claramente excluyente pues achaca a los otros debilidades ideológicas y vicios de corrupción, lo que obstaculiza su aporte a la consecución de una unidad nacional, pues se siente con derecho a lanzar la primera piedra. Su principal debilidad es el no percatarse que ya estamos viviendo una dictadura, en consecuencia la derrota del Gobierno debería priorizarse con relación a la de la MUD   

La consideración del Psuv como una organización partidista que compite con los de oposición por la conducción política del país fue, y es, una costosa ingenuidad. El Psuv no es un partido político, es una fachada seudo legal de la dictadura que padecemos mediante la conculcación de los poderes públicos, sin que, hasta ahora, la llamada oposición democrática haya hecho algo para contrarrestarlo. En la práctica, el Psuv es el fruto de la lenidad “opositora”


Con base en lo anterior es necesario que el campo opositor establezca claridad en el propósito y prioridad en la acción que, en términos concretos se resumiría en denunciar la dictadura y comenzar la forja de la Unidad Nacional, es decir, de la mayoría sin exclusiones. Quienes todavía andan empeñados en destacar las diferencias deberían recordar que la dictadura y la unidad democrática son las únicas que no pueden hacer diferencias. En esta hora aciaga de la democracia venezolana es necesario  escoger e involucrarse porque la pretendida neutralidad, o tercera vía,  no es más que una excusa para escabullirse por la puerta trasera.

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