El Secretario General de la MUD, durante un programa de radio, dibujaba
en una súper optimística pincelada el panorama de la oposición después
que esta gane las elecciones para elegir la AN. No se le aprobará más leyes
habilitantes al Ejecutivo, se adecentarán y controlarán los poderes públicos,
se meterá en cintura al Presidente de la AN, se aumentará la productividad, se
controlará la inflación, y hasta se
conminará, de acuerdo a las circunstancias, a Maduro para que cambie el
Gobierno o renuncie.
Todo lo anterior con base en que cuando el Gobierno pierda (los
opositores no conciben otro resultado) responderá
al sector opositor con un comportamiento democrático. Estas cándidas
conclusiones nos hacen recordar los versos de Rodríguez Cárdenas, en los que al oírse la descripción del supuesto paraíso de
los negros se exclama: “¿Y dónde queda esa tierra negro mojíno, que ya me
tienes la boca aguá?”Al igual que en los versos del poeta, la ilusión campea en
el sector de oposición; por eso se imponen algunas precisiones y arrimar un
poco el “perol” para que el secretario del organismo opositor, y los líderes
partidistas, puedan, eventualmente, atinar alguna vez.
Primero, es muy difícil que la
oposición gane, o mejor, que el oficialismo pierda. La oposición no podrá ganar
mientras no alcance una unidad nacional, y hasta ahora ni lo intenta. La
posibilidad de una unidad electoral mediante la aprobación de una tarjeta única
ya ha sido saboteada por los partidos PJ y VP; y la “oposición” organizada en
la MUD le sigue permitiendo al Gobierno todo tipo de desmanes, como los abusos que se están cometiendo a propósito de la
demanda incoada por el Presidente de la AN contra el periodismo nacional. ¿Cómo
es posible que en el extranjero se
proteste más que en el país por las tropelías que cometen esos señores? La
sumisa actitud de la MUD es la principal desmotivación para votar.
¿Qué hacer? No lo sé, pero estoy persuadido de que en cuestiones de lucha
política la verdad es la primera que debe dar un paso al frente. No se trata de
emular a Churchill prometiendo las socorridas “sangre, sudor y lágrimas”, pero
sí admitir que después de las elecciones de diciembre lo nuevo para la
oposición es que de ahí en adelante debe marchar unida, no importa los
resultados que se obtengan. Será un inventario de fuerzas y una sinceración de
prioridades, pero sin saborear el triunfo. Lo peor que puede hacerse es falsear
la realidad para hacerla más atractiva al elector; a la postre lo que se
consigue es crear falsas expectativas que, al no cumplirse, terminan por
configurar una oferta engañosa que queda al descubierto.
Por mi parte votaré, porque no hacerlo es darle mi voto al Gobierno, por eso
mi voto no es a favor, sino en contra. ¿De quién? Del gobierno de Maduro que ha
continuado el legado dictatorial de Chávez ¿Cómo saber, desde mi perspectiva,
que estoy votando bien? Porque lo haré por aquella candidatura que le pueda
hacer más daño a la del Gobierno. No importa que la opción ofertada sea de la
Cuarta, Quinta o Sexta república. Lo importante es combatir la dictadura cuando
aún está en embrión, de otro modo estaremos condenados a sufrir el síndrome
castrista.
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