domingo, 16 de agosto de 2015

Ante la crisis el Gobierno “activa” la inacción

Nos referimos a la pretendida unidad que han logrado los partidos políticos que integran la MUD. Sabíamos que detrás de esa “unidad” se mantenían, a más de su forma y propósitos excluyentistas,  diferencias difíciles de conciliar, a tal punto que no se le podía pedir, con permiso de Manuel Rosales, “peras al olmo”; pero que desde las mismas filas opositoras se acordara, mezquinamente, arremeter contra María Corina Machado cual credencial de mérito para coincidir y conciliar con la peor cara del oficialismo, es decir, el rostro de lo que los soviéticos llamaron alguna vez “Fascismo Ordinario”, es el colmo de la sinvergüenzura.  Frente a una dictadura cualquier coincidencia sustantiva resulta, por lo menos, sospechosa.

 Los resultados de la marcha del sábado 8-8-2015, casi en fila india, por lo escuálida, y saturada de caciques debería hacer  ver  a los manipuladores de la MUD que los que el sábado 8 se quedaron en casa son los que a la postre establecerán la diferencia entre los que terminan peleándose por la botella vacía y los que sabrán llamar a todos para ayudar a llenarla. La proliferación de candidatos opositores, o pseudo, ha evidenciado que la unidad de los votantes opositores es imposible; en este momento el único que nos puede unir es Maduro en un rechazo monolítico a su pésima gestión. Por eso la oposición sin apellido está obligada a opinar, denunciar y proponer acciones que sacudan el marasmo gubernamental con respecto a economía, inseguridad y corrupción.

Y no es que la oposición esté en desacuerdo con las políticas sobre los aspectos ya señalados, la gravedad  estriba en que no hay política alguna sobre la cual se pueda estar en desacuerdo; como no sea la que los gobernantes practican a diario: abrir la jeta y desparramar insultos, groserías y sandeces, como esta última de estarle buscando pleito al Pentágono. La inacción ha sustituido a las políticas y el Gobierno la exhibe y defiende como su política madre, lo que deja en la política venezolana un vacío que debería llenarse con los aportes de los disidentes sin siglas, es decir, con todos los que quieren que esto se mueva y cambie. Con la gente del chavismo disidente se puede confiar, y con los de la  MUD también. No se trata de cambiar el gobierno sino de obligarlo a cambiar.

La protesta unida y unitaria es lo único que nos queda; démosle valor agregado. Una protesta que para materializarla no dependa de lapsos y fechas sino de necesidades insatisfechas y urgentes. En lo económico, por ejemplo, es perentorio la declaratoria de una emergencia nacional, cuya iniciativa debería ser tomada por el Gobierno; pero si ocurriera, como es su costumbre, que éste desatienda el clamor popular, entonces la protesta, de calle, nacional e internacional, debería hacerse sentir hasta que el problema, no necesariamente se solucione, pero  se atienda en lo inmediato. En este sentido, mientras la inflación es insostenible es notoria la ausencia de una sola medida que tienda a frenarla. En la propuesta que hacemos la inflación debería ser reconocida y atendida; si no sabe cómo, entonces hágase a un lado.

La unidad de y en la protesta no sustituye a la seudo unidad de la MUD; no, sólo trata de deslastrar a la representación opositora de la inacción que hasta ahora la ha caracterizado, y para lo cual no necesita de partidos políticos sino de venezolanos descontentos con el desgobierno chavista y renuentes a aceptar la inacción gubernamental como política de Estado, habida cuenta que la situación es crítica y afecta por igual a tirios y troyanos; excepto, por supuesto, a los que han sido premiados y pagados por la inacción más cara del mundo: los gobernantes y altos funcionarios de la dictadura. 

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