jueves, 19 de noviembre de 2015

La OEA dejó de ser insulsa

Las neo dictaduras de América Latina: Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Venezuela (no se incluye Cuba porque ésta es la dictadura más vieja de todo el planeta) se acostumbraron, compra o sumisión mediante, a “liderar”, naricear sería más válido, a las seudodemocracias latinas y sus respectivas instituciones. El soborno y la retaliación sustituyeron los procedimientos democráticos por la práctica despótica y totalitaria, tanto, que la decana de las dictaduras latinoamericanas fue invitada con bombos y platillos a regresar al seno de la OEA, de donde había sido excluida desde 1962; en otras palabras, la dictadura cubana regresó al corro de la democracia representativa con pretensiones de paradigma político.

Venezuela, durante las dos últimas décadas, lideró el nacimiento y desarrollo de las nuevas dictaduras latinoamericanas.  Tenía los dos ingredientes básicos: una inmensa riqueza sobrevenida, altos precios del petróleo, y un gobernante que consideró e hizo suya tal riqueza. Consecuencia de esto, las instituciones supuestamente defensoras de la democracia terminaron por concebir y aceptar que ellas no representaban a los pueblos sino a los gobiernos. De ahí que en los organismos como la OEA, por ejemplo, su Secretario General siempre obedeció las directrices del gobierno que lideraba la organización, es decir, Venezuela; aunque en algunos casos, la mayoría, contravinieran los principios democráticos que debía defender la institución. Por supuesto nos referimos al señor Insulza.

Hasta comienzos del tercer lustro (siglo XXI) de la era chavista la mediocridad se enseñoreó en la organización y conducción de la OEA, siendo el Secretario General Insulza el personaje más representativo de la mediocre administración del organismo durante este período. Sin embargo, a comienzos del tercer lustro del siglo XXI los soportes básicos de las neo dictaduras latinoamericanas (económico e “ideológico”) comienzan resquebrajarse casi de manera  simultánea: el deterioro de los precios del petróleo y la salud del dictador; en el 2013 fallece éste y el precio del barril acusa una baja significativa. Ya no es posible mantener la dictadura en estas condiciones, pues su deterioro es, como diría Lucena, definitivamente irreversible.

Mas los herederos ideológicos de Chávez no se dieron, ni se dan, por aludidos y mantienen las prácticas totalitarias y despóticas que caracterizaron el Gobierno del finado dictador, especialmente en lo que concierne a dos áreas claves para el desarrollo político: lo jurídico y lo electoral. En lo que respecta  a la OEA el antiguo Secretario General cohonestó tales prácticas sin emitir el más mínimo reproche político o administrativo; pero, he aquí que desde mayo de 2015 la OEA estrena nuevo Secretario General, Luis Almagro, quien, al parecer, no está dispuesto a dejarse naricear por los facsímiles dictatoriales de la ALBA. Ya no tienen con qué sobornar a nadie, y si lo logran es gracias  a la generosa gratitud por los regalos y dádivas de ayer. En cuanto a las amenazas ya no asustan, basta con preguntarle a Guyana.


¿Qué hizo Almagro para hacerse merecedor de tantos elogios? Le escribió una extensa carta a la señora Tibisay Lucena en la cual puntualiza,  defiende,  reivindica y  exige  las responsabilidades  que el cargo  le exige a él, e invita a la señora Lucena a hacer lo propio. A pesar de la pertinencia y contundencia de la carta de Almagro, esta no tendrá los efectos administrativos que se espera en estos casos, pero dejará claro ante la comunidad internacional que el desarrollo de la dictadura chavista, en Venezuela, no debe gozar de impunidad. 

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