Según el diccionario de la Real Academia Española, un ser impenitente, en
su acepción más conocida, es quien “Se obstina en el pecado y persevera en él
sin arrepentimiento”. La oposición política venezolana parece corroborar esta
conceptualización a plenitud. Para muestra veamos de qué se están ocupando los enjundiosos análisis y
mayores esfuerzos de la organización en cuestión. Primero, se trata de
establecer si fracasó o no el movimiento cuasi insurreccional denominado La
Salida, con el propósito de desacreditar sus líderes y proponer una dirección
opositora “anti salida”. Pero, en términos de equidad, los “anti salida” tienen también su largo rabo
de paja y un chorizo de errores y desaciertos que dejaron
muy comprometidos a los líderes de la
oposición “pisa pasito”.
En todo caso, en este momento en que la oposición disfruta de su mejor
logro resulta insensato ponerse a dirimir sobre la capacidad directiva y
liderazgo de unos y otros; el liderazgo opositor, sin distingo, tienen algo en
común: todos han cometido grandes errores pero ninguno se ha hecho una
autocrítica, por eso todavía tenemos oposiciones “perfectas”. El problema no
reside en que la oposición cometa errores, sino en que no los reconocen. Curiosamente,
el único que se hizo una autocrítica fue Chávez con su “por ahora”, aunque ese
alarde de honestidad populista le duró muy poco. Por eso resulta una estupidez plantearse la
validez o no de la Salida cuando todavía no han entrado. La puerta de la Salida
solo podrá franquearse cuando se cuente con una llave total y nacionalmente
unitaria.
El otro asunto que trae de cabeza a nuestra ocupada y preocupada oposición
es la elección de la Junta Directiva de la nueva AN. Lo que supondría un fácil acuerdo entre pares triunfadores, se
ha convertido en un inventario de votos partidistas en un marco de apetencias y
desconfianza. Para muestra la “perla” que nos traen (El Nacional, 29-12-2015)
los voceros de la MUD: “el voto para la elección del Presidente de la AN se
hará en forma secreta”. ¡Que sinvergüenzas! ¿Será que algunos de esos diputados,
oposicionistas u oficialistas, tienen algo que ocultarle a sus colegas y al
pueblo? En cuanto a los dueños de los votos, los partidos no han aprendido que
ellos no son los dueños de esos sufragios, sino sus depositarios temporales. En
la elección del 6-D los partidos prestaron la pendiente, pero la avalancha la
puso el pueblo al superar las expectativas partidistas.
La agenda de la nueva asamblea no admite distracciones: debe comenzar a
proponer, prioritariamente, salidas a la crisis económica y sugerir las
reformas necesarias para restaurar la democracia. En cuanto a lo primero es
urgente convocar al Gobierno y otras fuerzas políticas para atacar los
problemas de la economía, y si éste no se aviene al trabajo conjunto habrá que
convocar directamente al pueblo. Es prioritario atacar el problema de la
inflación, la falta de productividad y la recuperación del valor de nuestro
signo monetario. En lo segundo, las principales reformas deben referirse al
sistema electoral: la proporcionalidad y representatividad de los resultados;
así como la eliminación de la reelección de
los gobernantes en cualquiera de sus modalidades, y la incorporación de
la segunda vuelta (balotaje) en las elecciones presidenciales.
Se argumenta que la AN está sola y aislada. Falso, tiene el apoyo
internacional y, sobre todo, el de un pueblo que no solo vota, sino que también
bota cuando la Constitución y el pueblo así lo exigen.
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