martes, 15 de marzo de 2016

El cambio es imprescindible

El cambio político y económico es imprescindible si se considera necesario y urgente abrir una ventana hacia la búsqueda de posibles soluciones a la crisis que nos agobia. Esto parece una verdad de “Perogrullo”, sin embargo, cuando se analizan las medidas que el Ejecutivo ha venido instrumentando para enfrentarla encontramos que el discurso va dirigido a justificar lo injustificable, ya sea por la vía de atribuirle a los opositores al régimen todas las culpas posibles, y a los bajos precios del barril de petróleo la causa de nuestra ruina. Se olvida que el máximo culpable es el difunto líder de la revolución, y que los precios bajos del petróleo no son la causa de la crisis, sino los precios altos mal administrados.

El manejo populista que los políticos venezolanos han hecho de la renta petrolera durante el chavismo semeja una de esas películas famosas que se proyectaron primero en  blanco y negro y, después ante el avance tecnológico, se proyectaron a todo color. Durante el socialismo siglo XXI, la película sobre el rentismo petrolero fue proyectada dos veces pero alterando el orden tecnológico: primero la parte a color proyectada y vivida durante los tres primeros lustros de la era chavista, y ahora la versión en blanco y negro que actualmente se está proyectando. No se está cambiando de película sino comenzado a conocer y padecer la versión oscura del film. Por eso solo se puede aceptar como una burla o tozudez del Ejecutivo la pretensión de que el tratamiento de la crisis implique el uso y justificación de los elementos que la engendraron. Si quieres un cambio tienes que  cambiar pero, ¿se querrá el cambio?

¿Cómo se reconoce la presencia del cambio? Cuando esté acompañado de lo distinto; o como dijo Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”  En la Venezuela de hoy, es decir, la que arrastra la peor crisis socioeconómica de toda su historia pareciera que hay consenso con relación a la necesidad de un cambio para enfrentar la crisis, pero no existe el mismo consenso con relación a lo que gobierno y oposición entienden por cambio. Para la oposición el cambio supone descontinuar la política socioeconómica que se viene desarrollando, aunque todavía no se esté muy claro en cuanto a la orientación que debe tener ni a su posible efectividad. Lo primero es el cambio, después hay que hacerlo eficiente.

Por su parte, el oficialismo considera que el cambio supone la adopción de una serie de medidas que, recordando a Maquiavelo, cambian lo accesorio para que nada cambie en lo sustancial. Pero en la postura  del oficialismo se especula que su posición sobre el cambio es casi a título personal, es decir, este cambio ficticio no es respaldado por el Gobierno, ni siquiera por el Ejecutivo, sino por Maduro, ya sea que el jefe de Estado esté convencido de la validez de su posición o, como se especula, por ser objeto de presiones de sectores radicales que no lo dejan tomar la dirección correcta. En todo caso,  pareciera que la posibilidad de acompañar al cambio en la atención a la crisis pasa por salir del señor Maduro, lo cual no significa, necesariamente, un cambio de Gobierno.

La presencia de Maduro en el Gobierno es lo que impide que Gobierno y oposición se acuerden en un programa conjunto que ataque de inmediato el problema económico y,  paulatinamente, que rescate los elementos de la fisonomía democrática que han sido distorsionados. Esto puede hacerse sin que ninguno de los sectores pierda, por ahora, su respectiva condición de Gobierno y oposición.

No hay comentarios:

Publicar un comentario