El cambio político y económico es imprescindible si se considera necesario
y urgente abrir una ventana hacia la búsqueda de posibles soluciones a la
crisis que nos agobia. Esto parece una verdad de “Perogrullo”, sin embargo,
cuando se analizan las medidas que el Ejecutivo ha venido instrumentando para enfrentarla
encontramos que el discurso va dirigido a justificar lo injustificable, ya sea
por la vía de atribuirle a los opositores al régimen todas las culpas posibles,
y a los bajos precios del barril de petróleo la causa de nuestra ruina. Se
olvida que el máximo culpable es el difunto líder de la revolución, y que los
precios bajos del petróleo no son la causa de la crisis, sino los precios altos mal
administrados.
El manejo populista que los políticos venezolanos han hecho de la renta
petrolera durante el chavismo semeja una de esas películas famosas que se
proyectaron primero en blanco y negro y,
después ante el avance tecnológico, se proyectaron a todo color. Durante el
socialismo siglo XXI, la película sobre el rentismo petrolero fue proyectada
dos veces pero alterando el orden tecnológico: primero la parte a color
proyectada y vivida durante los tres primeros lustros de la era chavista, y
ahora la versión en blanco y negro que actualmente se está proyectando. No se
está cambiando de película sino comenzado a conocer y padecer la versión oscura
del film. Por eso solo se puede aceptar como una burla o tozudez del Ejecutivo
la pretensión de que el tratamiento de la crisis implique el uso y
justificación de los elementos que la engendraron. Si quieres un cambio tienes
que cambiar pero, ¿se querrá el cambio?
¿Cómo se reconoce la presencia del cambio? Cuando esté acompañado de lo
distinto; o como dijo Einstein: “Si buscas resultados distintos, no hagas
siempre lo mismo” En la Venezuela de
hoy, es decir, la que arrastra la peor crisis socioeconómica de toda su
historia pareciera que hay consenso con relación a la necesidad de un cambio
para enfrentar la crisis, pero no existe el mismo consenso con relación a lo
que gobierno y oposición entienden por cambio. Para la oposición el cambio
supone descontinuar la política socioeconómica que se viene desarrollando,
aunque todavía no se esté muy claro en cuanto a la orientación que debe tener
ni a su posible efectividad. Lo primero es el cambio, después hay que hacerlo
eficiente.
Por su parte, el oficialismo considera que el cambio supone la adopción de
una serie de medidas que, recordando a Maquiavelo, cambian lo accesorio para
que nada cambie en lo sustancial. Pero en la postura del oficialismo se especula que su posición
sobre el cambio es casi a título personal, es decir, este cambio ficticio no es
respaldado por el Gobierno, ni siquiera por el Ejecutivo, sino por Maduro, ya
sea que el jefe de Estado esté convencido de la validez de su posición o, como
se especula, por ser objeto de presiones de sectores radicales que no lo dejan
tomar la dirección correcta. En todo caso, pareciera que la posibilidad de acompañar al
cambio en la atención a la crisis pasa por salir del señor Maduro, lo cual no
significa, necesariamente, un cambio de Gobierno.
No hay comentarios:
Publicar un comentario