Durante la Guerra
de los Seis Días entre israelíes y egipcios (1967), y que ganaran
arrolladoramente los primeros, circuló
a título de sarcasmo jocoso un chiste, según el cual, Nasser habría pedido a su
contraparte soviético que le enviase más aviones de combate, a lo que éste
habría respondido afirmativamente con un solo requerimiento: si los enviaba
enteros o desbaratados para evitarle ese trabajo a los egipcios. Eso es lo que
llamamos “eficiente” inutilidad, la incapacidad de sacar ventaja aunque se
tengan todas las de ganar.
El chiste viene a
cuento cuando analizamos el comportamiento de la AN frente a los desmanes del
TSJ, que rechaza cualquier iniciativa de la Asamblea sin que ésta se tome el
trabajo de disentir, mucho menos de protestar. Ante las propuestas del
Parlamento el TSJ, en aras de una mayor
eficiencia burocrática, debería elaborar un formato con un membrete que
destacara la inconstitucionalidad de
cualquier asunto que provenga de la AN, porque lo que importa es el origen
parlamentario; y hacerlo firmar por el Presidente de la AN para dejar
constancia de su entrega, en su doble acepción, al Ejecutivo.
Ante cada desmán
del TSJ la AN queda paralizada; semeja la inmovilidad que aqueja a los conejos
que en las cacerías nocturnas se ven sorprendidos por el haz de luz de los faros de los vehículos de
los cazadores. Los pobres conejos no osan moverse, y los diputados
oposicionistas de la Asamblea tampoco. Mas, hay una diferencia sustancial entre los
conejos de los llanos y los del parlamento: los primeros se enfrentan por
primera vez a esa experiencia, los segundos sabían lo que pasaría antes de
comenzar la cacería. En el ajedrez, como en política, los buenos jugadores y
los buenos políticos siempre prevén las jugadas alternativas (Plan B, C, etc.)
que aseguren darle jaque mate al Rey contrario.
No sabemos si los
partidos de la MUD planifican la consecución de sus metas, hasta ahora sólo
sabemos de su preocupación por alcanzar las metas, casi bíblicas por el
protagonismo de María, José y Juan, pero muy poco se sabe, a pesar de haber
transcurrido casi un semestre de habérsele prometido al país, de las
ideas opositoras con las cuales enfrentar la crisis económica que agobia al
país; de los cambios posibles en el sistema electoral (la proporcionalidad por
ejemplo); y la eliminación de la reelección indeterminada, entre otros.
Por supuesto,
para enfrentar una dictadura como la que padecemos hay que dejar de ser conejos
que se pueden encandilar. Planificar la consecución de metas y no ladrar tanto
si a la postre no tienen intenciones de morder. Es posible, y bastante
probable, que la MUD no tenga líderes que puedan, idóneamente, enfrentar esta
crisis, pero una dirección colectiva (que no colectivo) si lo tendrá. La unidad
opositora sigue siendo un desafío que deberá concretarse con todas las fuerzas que
adversan este régimen, no sólo la MUD, para atender la convocatoria que
permanentemente nos hace la Constitución mediante su artículo 350 a desconocer
cualquier tipo de dictadura.
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