La victoria de la
oposición el 7-12-2015 se volvió sal y agua por el mal manejo del liderazgo
opositor. Después de dejarse robar, sin chistar y sin pudor, la representación de la diputación del Estado
Amazonas la mesa quedó servida para que el TSJ hiciera lo que le diera la gana
con las decisiones tomadas por la AN que, en resumidas cuentas, se concretan en
una sola: declarar inconstitucional cualquier iniciativa asumida, y hasta
pensada, por el parlamento. La gravedad de la situación no estriba tanto en el
reiterado abuso del tribunal, pues, al fin y al cabo, se está bregando contra
una dictadura que no escatima desmanes ni violaciones, sino a la reacción del
propio parlamento (mayoría) que al ser requerido por su reacción frente a los
abusos del alto tribunal, admite que
ellos seguirán aprobando leyes aunque el alto tribunal las desconozca. ¿Y entonces?
Si la actitud del
“Supremo” es censurable, la de la Asamblea Nacional es inaudita, pasando por dañina,
ya que no ha sabido defender la ganancia
electoral que significó el 7-12-2015. En
consecuencia, es el momento de cambiar la estrategia del Parlamento. No se
trata sólo de aprobar leyes, sino de aprobarlas y defenderlas de los abusos del
Poder Judicial, y de cualquier otro poder; especialmente del Ejecutivo que, en
Venezuela, es el que controla a todos
los demás. Para ello es necesario
convocar al parlamentario opositor No. 113, es decir, al que lleva por nombre”
Opositor” y por apellido “Mayoría”. Primero hay que reivindicar esa mayoría
opositora, habría que manifestar y denunciar frente al TSJ y organismos
internacionales el despojo de que ha sido víctima la oposición y la democracia
venezolana, y ponerle fecha a la
devolución de lo sustraído.
La conducta del
Poder Judicial, y la de los otros poderes durante el lapso posterior a la instalación de la nueva
AN, ha evidenciado como único propósito
salvar a Maduro y su Gobierno de una segura derrota electoral por cualquiera de
las vías señaladas en la Constitución. Por eso tuvieron que escamotearle a la
oposición los diputados de Amazonas; de este modo quebraron la mayoría
calificada que la oposición obtuvo limpiamente en las urnas, pero que no supo
ni defender ni mantener.
Actualmente
asistimos al despliegue de argucias y triquiñuelas exhibidas por el Psuv y
Maduro para evitar que este último sea
revocado. El hombre es lo peor que se pueda concebir y padecer como gobernante,
pero no está solo en su mediocridad administrativa, lo acompañan los llamados
“enchufados”, suerte de ladrones de arte menor y dinero devaluado que le
impiden a Maduro una muerte política eutanásica, es decir, con dignidad.
Si la oposición está dispuesta a enfrentar la dictadura deberá reconocerla como tal; y
utilizar en ese enfrentamiento la única arma eficiente y eficaz capaz de lidiar
con regímenes de esta clase: la calle. Ello supone que el parlamentario “113”
debe ser activado para cumplir con una agenda pro revocación. Una agenda que
señale los plazos máximos que les sería permitido a los abusadores, antes de
activar el diputado “113”. De no actuar según agenda igual o similar a ésta, la
lucha por el revocatorio estaría condenada a seguir la caprichosa y burlona
agenda de Cabello, Rodríguez y
Aristóbulo, que inexorablemente conduce al atornillamiento, con toda la
impunidad del caso, de lo enchufados.
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