El candidato opositor se ha hecho una “autocrítica” con relación a su comportamiento
durante la campaña del 7-O en cuanto al carácter excluyente que caracterizó a
la misma; en consecuencia, ha invitado a los partidos que fueron discriminados
y excluidos a incorporarse a su comando de campaña para alcanzar la unidad
nacional. Intento loable, mas no pertinente. Tememos que por esta vía se repetirán las películas
del 7-O y del 16-D, porque se confunde el acuerdo partidista con la unidad
nacional, y ésta no será posible mientras exista la MUD como una federación de
partidos.
El reto es convertirla en una unidad
política y nacional. Debe invitarse a los representantes de la ciudadanía no
chavista para conformarla; es hora de que los estudiantes, obreros, académicos,
empresarios, profesores y cualquier ciudadano opositor se hagan presentes para
apoyar, no al candidato de la MUD sino al de la Venezuela opositora. Por eso,
en la próxima contienda presidencial la prioridad de la oposición no es ganar
sino organizar y organizarse en la Unidad Nacional.
El candidato de la unidad nacional tiene, por una parte, que trabajar al
propio electorado opositor al cual deberá
convencer de que regrese a las urnas
electorales sin más incentivo que el de no ser borrado políticamente; aquí la tarea
“será muy cuesta arriba” porque el candidato es Capriles. Por la otra,
desenmascarar a Maduro en sus facetas menos honrosas: como funcionario poco
creíble y como garante de los intereses cubanos; ¡Chávez lo impuso, pero Fidel
lo eligió! No se logrará que ni un chavista
se pase a las filas de la unidad nacional, pero si es posible que algunos se
abstengan de cohonestar la injerencia del castrismo en nuestra vida pública, y
la entrega de nuestra soberanía a un
gobierno extranjero.
Si se aceptara una campaña como la descrita, ¿habría tiempo para
instrumentarla?; no, pero tendríamos mucho tiempo para iniciarla. Si nos
derrotan sin haber iniciado la unidad nacional, sólo padeceríamos una masacre
anunciada; si perdemos, aún habiéndose alcanzado la unidad nacional, habríamos
emparejado las acciones de cara al futuro inmediato, y se tendrían los elementos
(respaldo de un buen porcentaje del electorado) para combatir a los dos
enemigos principales de la democracia venezolana: la parcialidad del TSJ y la
injerencia de Cuba en nuestros asuntos políticos.
¿Podría Capriles liderar ese proceso? No es el candidato ideal, pero fue “inevitable”
(Carlos Blanco, dixit) y estamos
obligados a luchar con él, porque esta vez no se trata de comparar candidatos
sino de contrastar formas de gobierno: democracia vs dictadura. Sal a votar y
gana seguro con la Unidad Nacional, cualquier otra cosa será sobrevenida, pero
aceptada.
César Villarroel C.
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