El actual TSJ es la rémora más grande que obstaculiza el regreso a un
régimen aceptablemente democrático; su dependencia del Ejecutivo le permite
modificar la Constitución cada vez que la interpreta para complacer a aquél, y,
además, convierte en letra muerta las
disposiciones que la Constitución previó (artículos 333 y 350) para que la
Carta Magna pudiese defenderse del abuso de alguno de los poderes públicos.
La sentencia de este tribunal con relación a la falta de juramentación del
Presidente (9-1-2013) ha hipertrofiado lo inconstitucional del fallo que, junto
a la enigmática desaparición del Presidente y la prepotencia de los sucesores presagian,
en lo inmediato, una ausencia total de gobierno, una juramentación a lo Carmona
Estanga, pero clandestina, y una contienda presidencial en el marco y momento
del “cuando nos dé la gana”.
Ante un panorama tan incierto como trascendente, a la MUD sólo se le ocurre encarar la coyuntura política que se avecina
como una nueva jornada electorera y, en consecuencia, se abocó a perfilar y
escoger su candidato (Capriles, por supuesto) de entre las filas de los
partidos políticos.
Indigna, aunque no asombre, que la
mesa de la “unidad” todavía no se haya percatado que este régimen no puede ser derrotado
electoralmente por los partidos políticos, sino por la ciudadanía organizada; que
el candidato elegido debe representar a la unidad nacional para que pueda
lidiar con la corrupción de los poderes públicos, y no sólo representarla
electoralmente. Liderar el rescate de la democracia es más necesario e
importante que liderar un partido político.
Se ha dicho hasta la saciedad que la unidad de partidos no es equivalente a
la unidad nacional; esta última incluiría a la MUD, a los talibanes del Teatro
Chacaíto, y también a los obreros, estudiantes, académicos, empresarios y cualquier venezolano (no importa que no tenga edad para votar) que
quiera contribuir con el rescate de la democracia; unidad amplia, y a prueba de talanquera.
Si se acepta lo anterior, el elegido debe buscarse en las filas de la
unidad nacional, por eso es imperioso conformarla antes de pensar en candidatos;
conformada aquélla será fácil elegir entre los menos militantes de un partido
político para que pueda sumar y nos motive a votar como si fuera la última elección; si no ganamos, como dice la canción, “por lo
menos saber lo que hace falta”, para en la próxima, “entre todos poner lo que
haga falta”.
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