Las concentraciones opositoras de los días 12, 18 y 22 de febrero nos
ilusionaron porque se había reconquistado la calle y, aparentemente, se había
preservado la unidad; y si bien el voluntarismo de tales acciones resultaba
bastante riesgoso, lo justificamos porque, como escribió Moleiro, “la gestión
política de la oposición no podía seguir metida en oficinas; tenía necesariamente
que salir a la calle” (1), por eso dijimos en nuestro blog (2) que la acción
había sido una “Imprudencia necesaria”; pensábamos, entonces, que Leopoldo
López antes de entregarse había convenido con María Corina y los estudiantes
hasta donde llegaba el movimiento en términos de naturaleza, duración y logros.
Al pasar de los días nos hemos dado cuenta que no hay nada pensado ni
planeado; por ejemplo, el pliego de peticiones para discutir con el Gobierno es
de lo más variopinto: Capriles tiene uno, Aveledo tiene otro, Ledezma aboga por
el suyo y los estudiantes, junto a María Corina, tienen un rosario de
peticiones muy poco viables porque no descartan el derrocamiento de Maduro, por
eso amenazan seguir con las guarimbas “hasta que sea necesario” ¿Qué vaina es
esta?, ¿con este despelote opositor se pretende cambiar al Gobierno? Si los
llamados líderes de la oposición no reparan en lo que lograron y ahora arriesgan torpemente,
no merecen que se les considere como tales.
¿Qué se logró? El regreso a la calle por la puerta grande; cierto, esta
particularidad no es exclusiva de la oposición, pero a ésta le cuesta menos
llenarla y hacerla vibrar que al sector oficialista que para asistir debe ser
bozaleado e intimidado, y siempre que no se cometa el error de Capriles de
considerar estos apoyos de masa como un depósito a plazo fijo que sólo se
moviliza en el momento de una elección. La calle opositora de ahora en adelante
debe convertirse en la principal instancia de contraloría social y política,
hasta que se restaure la democracia y volvamos a tener una contraloría decente.
El otro logro muy significativo es que la ocasión permitió desnudar
internacionalmente el carácter represivo
del régimen; por supuesto esto no es un haber de la oposición sino un error garrafal
del oficialismo al tratar de censurar a las agencias internacionales de
noticias, especialmente lo sucedido con CNN que durante estos días privilegió
en su parrilla de noticias los sucesos de Ucrania y Venezuela, estableciendo
veladamente (a veces no tan velada) un paralelismo entre ambos gobiernos. Ahora
el Gobierno de Maduro ha recibido una repulsa internacional que no lo saca del
poder pero que lo impregna del tufo totalitario de los Estados forajidos.
Lo anterior fueron grandes logros, pero a un costo exorbitante. La
presencia de muertos y heridos nos debe hacer recordar que ellos no tienen
filiación porque su condición común es la de víctimas. En lo que respecta a la
oposición debe planificarse muy bien para reducir al mínimo el número de ellas.
Sabemos que en las acciones de calles siempre encontraremos Guardias Nacionales
y sicarios motorizados y de a pie; por eso hay que extremar las precauciones y,
sobre todo, no darles oportunidad a los violentos, ni mucho menos imitarlos con
acciones, retaliativas o no, que sólo ayudan al régimen a “justificar” su
represión. No se pretende evitar la protesta sino hacerla más eficiente y
eficaz, en suma, más inteligente.
La oposición reconquistó la calle pero no preservó la unidad, para ello
debemos caminar por la misma acera aunque nos vistamos de diferentes colores
pero uniformados en un mismo propósito. Ella no pertenece a personalidades ni grupos; ni a Capriles ni
a su partido; ni a Corina, Ledezma o López; ni a los valientes estudiantes a
quienes queremos pero a los que no reconocemos derechos particulares en la
defensa del país; cuando pretendamos hablar en nombre de la oposición recordar
que en esta hora aciaga lo hacemos en nombre del país y sus ciudadanos. Por
eso, la respuesta a las reiteradas invitaciones a dialogar por la Paz que nos
hace el Ejecutivo; sólo debe ser atendida por una oposición reorganizada.
El Gobierno aprovecha la desunión opositora y los está invitando, con
nombre y apellido, a un supuesto diálogo que no tiene otro propósito que el de
atenuar la imagen totalitaria del régimen. Ante esto sólo cabe la creación de
un frente no chavista, con un liderazgo compartido, que incorpore a los auto
nombrados líderes e incluya nuevos
representantes de la sociedad civil. Cuando le demostremos al Gobierno que
estamos unidos, a éste no le quedará otra que implorar el diálogo verdadero. Del
Gobierno se ha dicho que cambia, o lo cambian; de la oposición también.
( 1)
Moleiro,
Alonso. El derecho y el deber de protestar. TalCual. 15-2-2014
( 2)
cvillarroelc.blogspot.com
La oposición democrática al gobierno tiene un denominador común en todos los que la integran, cual es, no quieren que este gobierno siga destruyendo al país por tratar de imponer a como de lugar, el castro comunismo. De eso no tengo la menor duda. Ahora bien, los líderes de la oposición tienen diferente visión de como parar esa destrucción del país. María Corina Machado. Leopoldo López y Antonio Ledezma, piensan en una acción pacífica de calle. perseverante, firme y que vaya aumentando hasta llegar a masiva, con el tiempo, para lograr un cambio de actitud (cosa que veo imposible) o la sustitución del gobierno, TODO DENTRO DEL MARCO DE LA CONSTITUCION, y que no sea esperar 3 años para el referendo o 6 años para unas nuevas elecciones presidenciales. Otros dirigentes de la MUD, entre ellos Enrique Capriles, tienen la visión de esperar los lapsos establecidos, para el referendo revocatorio, las elecciones parlamentarias, etc. Los primeros dicen que la presión debe ser ya por la urgencia de parar la comunización, corrupción, robo equivalente a más de las reservas del país ( $30.000.000.000,00) y la destrucción de Venezuela. Es cuestión de cómo se vea el problema del país, su causa y cómo debe solucionarse.Ahora bien, pienso que algo que puede ayudar a unirnos y salvar las diferencias es empezar a usar en las redes sociales, la etiqueta: #NoALaCubanizaciónDe Venezuela.
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