lunes, 10 de marzo de 2014

Rebeldes: con causa pero sin liderazgo

Las protestas que comenzaron el 12-2-2014 continúan (9-3-2014) con más pena que gloria. Con pena porque el movimiento devino en uno anárquico que desvirtuó su propósito, si es que alguna vez lo tuvo, y desacreditó su estrategia y tácticas, perdiéndose el efecto de la reconquista de la calle mediante las grandiosas marchas del 12, 18, 22 de febrero  y la apoteósica del 2 de marzo; y se adoptara la guarimba violenta y estúpida como el signo más visible de la protesta. Con gloria,  porque internacionalmente se pudo demostrar, sin ningún género de dudas, que el gobierno de Venezuela es dictatorial y forajido, porque no sólo oprime a sus ciudadanos sino que no respeta el derecho internacional.

¿Cómo llegamos a estos resultados? Por falta de liderazgo. Leopoldo López y María Corina Machado nos engañaron al convocarnos para reconquistar la calle y luego cambiaron el propósito hacia el derrocamiento de Maduro. El objetivo inicial era despertar a la oposición del letargo en que la MUD y Capriles la habían sumido. Este objetivo se logró con creces pero para entonces, tercera marcha, ya había dejado de ser el objetivo. El movimiento se anarquizó y respondió a la violencia de la represión gubernamental con la de la guarimba; que los líderes (tanto caprilistas como lopecistas) no se atrevieron a  condenar ni desafiar y, en algunos casos, hasta la justificaron.

La mayoría de los análisis sobre el futuro de la oposición política conducen a una misma conclusión: ella deberá reorganizarse. ¿Cómo? Ya se asoman algunas ideas, por ejemplo, la de unir en un solo movimiento opositor a caprilistas y lopecistas; unión que podría sellarse con un abrazo y una moneda para lanzarla y saber a quién corresponde la presidencia en el nuevo gobierno. La ironía no evidencia burlona seguridad sino real preocupación, pues por esta vía podría llegarse a un paralelismo político entre Gobierno y oposición: en el Gobierno, Cabello y Maduro como presidentes eternos; y en la oposición Capriles y López como eternos candidatos. 

Sin embargo, hay quienes consideramos que la MUD y las políticas y hombres que las llevaron a cabo ya cumplieron su ciclo vital, ya no dan, ni deben dar más. La MUD no debe ser maquillada sino transformada; y esa transformación debe tener como eje la ausencia del monopolio de activistas políticos en las instancias de dirección. La historia de la MUD es la de un eterno forcejeo entre las diferentes fracciones políticas que la integran, por proporcionar a sus parciales prebendas o posiciones que le depararan ventajas políticas al partido que representan. ¿Anti política? No, anti politiquería.


Una reorganización de la oposición pasa, primero y prioritariamente, por definir y caracterizar la naturaleza política del Gobierno: ¿Es o no una dictadura? De la respuesta que se dé a esta interrogante dependerá el rostro y accionar de la nueva oposición; una respuesta que debería darse en un espacio inclusivo y diáfano para que en lo adelante cada quien sepa a que atenerse.  ¿Quién tomaría las riendas de esa reorganización? En mi opinión hay que darle a la MUD una última oportunidad para que se vaya por la puerta grande, y que sea ella misma quien convoque a los representantes de los diferentes sectores que habrán de transformarla. Una nueva oposición así concebida se confundiría con una verdadera unidad nacional.

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