El déjà vu, esa percepción o
reconocimiento de lo ya vivido aunque no haya acaecido es un fenómeno bastante
frecuente, pero que en el caso del gobierno bolivariano ha adquirido carta de
nacionalidad dada su recurrencia, negatividad y capacidad predictiva. Por
ejemplo, cada cierto tiempo el Presidente de turno recurre a unas leyes
habilitantes que sabemos no serán pertinentes, tardíamente “aprobadas” e
innecesariamente violadas durante el parto, pero que mantienen el formato; o
cuando se espera sincerar los precios y se instrumentan operativos con largos trasnochos
y colas que logran vaciar los anaqueles de DAKA y otras tiendas hasta el
próximo año (2015) en vísperas de elecciones o navidades; o cuando amenazan con
pulverizar al dólar paralelo, señal inequívoca de que el bolívar será oficial y
severamente devaluado.
Pero de estos déjà vu gobierneros
muchos se transforman, y hasta se renuevan; sólo uno ha sobrevivido a su
progenitor debido a que éste murió pero siguió mandando, inaugurándose el
magnicidio a lo chavista. En efecto, su padre fue Chávez quien, en honor a la
verdad, se lo “fusiló” a Fidel. Durante los gobiernos de Chávez no hubo año en
que éste no denunciara un supuesto plan de magnicidio que, invariablemente, se gestaba en los Estados
Unidos y se instrumentaría en Venezuela por los oligarcas nativos; más
recientemente los complotados hacían una escala en Colombia para “uribizar” el
plan y retirar los viáticos. Ni una
prueba, mucho menos un preso; salvo la amenaza apocalíptica si algo se
concretara; el de Sabaneta siempre se creyó un segundo Gaitán. Magnicidio
“light” que cada año se presentaba como para dar fe de vida.
En el madurismo se mantiene la amenaza del magnicidio, pero no con sus
propósitos clásicos: cohesionar e inspirar a los sectores oficialistas; ahora
el magnicidio es utilizado para meter en la cárcel a políticos opositores mediante el chisme
cibernético. Antes nos sonreíamos burlonamente ante la flota de aviones que
había descubierto José Vicente, y con la cual paisas y cachacos pensaban
invadir al país; pero tuvimos que fruncir el ceño cuando se nos dijo que con
base en cuatro “twitter” y un video de internet se podrían fabricar las
“pruebas” para mandar a la cárcel a los opositores incómodos; y esto no tiene
gracia. Al Gobierno le ocurre como en la
sesión de chistes numerados, en la que basta mencionar un número para provocar hilaridad; excepto cuando se
menciona un número y nadie ríe porque quien lo mencionó “no tiene gracia pa’ contar
chistes”. Hace rato que el pueblo no le ríe los chistes al Gobierno porque no los sabe contar; no
provocan hilaridad sino terror.
Si el gobierno de Maduro pretende hacer de la represión su carta de
presentación, debería dejar a un lado eufemismos y máscaras y transitarla “por
la calle del medio”, como lo hiciera el caudillo cuando condenó a la jueza
Afiuni a “cadena perpetua” sin temblarle el pulso ni rendir cuentas a nadie;
así al menos sabríamos a que atenernos. Sin embargo no ha sido así, la irresponsable
acusación de magnicidio (no especificaron el grado: intención, deseo o
frustración) contra María Corina Machado no les ha permitido montar un caso de
Magnicidio, salvo por la muerte del tedio,
única víctima, por ahora, de este sainete mal montado.
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