domingo, 22 de marzo de 2015

El retorno de los brutos activos

Se dice que durante la primera guerra mundial los alemanes  clasificaron  su ejército con base en dos variables: inteligencia y dinamismo. Se formaron 4 grupos: Inteligentes Pasivos (Estado Mayor), Inteligentes Activos (oficiales de primera línea), Brutos Pasivos (soldados rasos) y Brutos Activos, a quienes el informe técnico indicaba que  fuesen fusilados por los propios alemanes porque… ¡son los que nos hacen perder la guerra!

El bruto activo es altamente ineficiente, entendiéndose por tal la incapacidad para hacer lo correcto, correctamente (la Revolución Bolivariana era correcta, pero no así su irreversible prostitución). Su espacio natural es el caos y su accionar favorito es la anarquía, por eso los efectos de sus acciones son, casi siempre, contrarios al logro de su propósito, con lo cual da armas al adversario y pierde las posiciones que hubiese conquistado.

En la política venezolana se ubican en ambos bandos, se hacen llamar radicales, dominan la dirección de los sectores en pugna: oficialismo y oposición,  y deberán ser controlados so pena de hacerles perder la “guerra” a los dos contendores: democracia y dictadura. Durante los gobiernos de Chávez éste monopolizó el nacimiento, desarrollo y auge de los brutos activos en el sector oficialista; de hecho, es el único de estos especímenes que en la política venezolana pudo considerarse como el más exitoso. Su muerte dejó en la orfandad al sector oficialista que, desconcertado, no atina a bregar con lo peor de Chávez: su legado.

En el campo de los opositores el sector de los brutos activos vivió su época dorada durante el primer lustro del siglo XXI: un fallido golpe de Estado, una huelga petrolera que fue un fracaso prolongado, y una abstención bendecida por el oficialismo porque  permitió el comienzo de la legitimación de la dictadura. Después de 2007 (primera y única derrota de Chávez),  los brutos activos se aplacan, aunque persisten las críticas (en mi opinión válidas) por la mala conducción de la dirección opositora. La muerte de Chávez, sin embargo, desata los demonios (brutos activos) opositores que cumplen la “hazaña” de La Salida y acogen las ridículas sanciones de Washington.

Actualmente los brutos activos tienen el control de ambas facciones, lo que augura para cada una de ellas un desenlace de “perder-perder”. ¿Cómo se puede revertir la situación para que la relación devenga en un “ganar-ganar”? Sincerando las verdaderas fuentes de poder. El chavismo deberá deslastrarse del legado de Chávez para poder continuar (renovada) la revolución chavista. Atarse al legado del caudillo es compartir la responsabilidad por el mayor descalabro político, social y económico que haya padecido Venezuela durante toda su historia. Para que el chavismo pueda seguir, Chávez deberá quedarse donde está.

En el campo opositor la ciudadanía debe estar por encima de la filiación partidista. Es imprescindible que durante la transición hacia el rescate pleno de la democracia se conforme y consolide una unidad nacional. Una unidad que represente a la ciudadanía y que, además, pueda acordarse con el chavismo sin Chávez para llevar adelante acciones conjuntas de coexistencia política mientras dure la transición. Un nuevo gobierno no es lo fundamental para iniciar el rescate de la democracia, sino la transformación paulatina de las instituciones claves para el ejercicio democrático: AN, TSJ y CNE.

El futuro no luce promisor; los brutos, tanto oficialistas como opositores, parecen tener ganada la partida, y siguen esperando, respectivamente, la resurrección de Chávez y la renuncia de Maduro.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario