miércoles, 24 de febrero de 2016

¿Mayoría parlamentaria para qué?

El triunfo de la oposición durante las elecciones del 6-12-2015 fue sobrevenido y, afortunadamente,   más que bienvenido, pues se consideraba que se había generado una trinchera desde la cual se podría luchar contra la hegemonía oficialista con cierta probabilidad de éxito, ya que si bien la mayoría de los poderes estaban conculcados, excepto el Legislativo, este último había conquistado al soberano, es decir, al pueblo ( más de siete millones y medio de votantes) que rechazó, sin ningún género de dudas, la gestión de Nicolás Maduro. Pero he aquí que desde su proclamación la nueva AN, mayoritariamente opositora,  no ha luchado con nadie ni contra  nadie porque su principal arma (votantes del 6-12-2015) ha sido  “engavetada”.

Se suponía que en esa hipotética lucha se establecerían prioridades cuyo tratamiento y éxito no dependieran exclusivamente de lo que acuerden las dictaduras del  Ejecutivo y el TSJ. En este sentido proponemos dos prioridades urgentísimas: una  que atienda lo del modelo económico, y la otra que se ocupe de rescatar la poca democracia que todavía perdura en emporios antidemocráticos como el Ejecutivo, TSJ y CNE. Esto no significa que se posponen materias y asuntos considerados importantes por la AN como la Ley de Amnistía o el otorgamiento de titularidad a los propietarios de viviendas entregadas por el Gobierno, esos asuntos se seguirían atendiendo,  pero la prioridad en la atención  debe tenerla la lucha contra los atropellos del TSJ y la búsqueda, ¡ya!, de un modelo alternativo para el cambio económico.

La AN tiene que proponer al pueblo y al Gobierno un plan de contingencia económica que debería ser acordado y desarrollado por pueblo y Gobierno; y que en el caso de que no haya acuerdo se someta a consideración de un referéndum popular. No se le debe permitir al Gobierno, y mucho menos a Nicolás Maduro, que para enfrentar la crisis económica se esgriman las mismas medidas que las generaron. En caso de ser necesario se debería recurrir a lo establecido en la Constitución: art. 350. Con relación al comportamiento antidemocrático  y anticonstitucional del TSJ la AN debe denunciarlas y, apoyándose en el respaldo popular, salir a la calle y ventilar la denuncia  en  los planos nacional e internacional.

La consulta al ciudadano no depende de la aceptación del Ejecutivo, en otras palabras, la activación de la calle, en un sistema democrático, no está sujeta al parecer del gobernante de turno sino a la gravedad de la situación. Si ante una política fracasada el gobernante insiste en reiterarla, pareciera llegado el momento de cambiar de política y de gobernante, que no de Gobierno. Para esto el liderazgo soberano  debe estar atento a las señales que indiquen la necesidad de “patear” la calle. Por ejemplo, el robo a la MUD de los diputados de Amazona, dictadura mediante, tenía que acatarse pero “no dejarlo pasar por debajo de la mesa”. Otro tanto habría que decir del “cheque en blanco” para dirigir la economía, aunque en este caso la MUD ganó el premio a la ingenuidad parlamentaria. De todos modos el TSJ lo iba a hacer, pero no hay que ponérsela “bombita”.


En un gobierno autoritario y despótico es fácil encontrar en el día a día motivos para ejercitar el músculo de la democracia de calle; por ejemplo, ¿cómo es posible que se haya aumentado el precio de la gasolina y la oposición no se haya pronunciado, pública y de manera vehemente, sobre el subsidio a Petrocaribe y las regalías a los hermanos Castro?; o que el Decreto de Emergencia Económica tenga la duración que le plazca al señor Maduro. En otras palabras señores opositores, su papel principal es el de hacer que se descubra el carácter dictatorial de este régimen; que los ilícitos administrativas de este Gobierno no puedan cobijarse debajo del ropaje de trasnochadas argucias leguleyas. No aprobar tales argucias, aunque, por ahora, se tengan que acatar bajo protesta; porque siempre habrá alguien en la calle que les recordará que somos un pueblo sometido por una desvergonzada dictadura.

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