sábado, 10 de diciembre de 2016

La resurrección del modelo rentista

Meses atrás, cuando los precios del petróleo habían llegado en la era chavista a su nivel  más bajo, tirios y troyanos quebraron más de una lanza en contra del modelo rentista petrolero y, aunque no hubo una ruptura total con el mismo pues todavía se regalan dólares a diez bolívares, no se encontraba en el país un solo ser que asumiera su defensa. Ahora, solo ha bastado un repunte de los precios petroleros, se estima que pudieran alcanzar los sesenta dólares el barril, para que volvamos a las andadas: el derroche, la regaladera y, por supuesto, la inefable corrupción y un resurgir del modelo rentista en nuestra economía petrolera. El Gobierno parece no advertir que el posible aumento de precios petroleros dentro de un modelo populista es la peor amenaza que deberá enfrentar nuestra principal industria.

 Sí, porque hay que escribirlo con todas sus letras y mayúsculas: LA CRISIS ECONÓMICA QUE PADECEMOS NO SE DEBE A QUE LOS PRECIOS BAJARON, SINO A QUE SUBIERON DEMASIADO.   Dicho así pareciera que no queremos o rechazamos un aumento de los precios del petróleo; nada que ver, celebramos un aumento de precios dentro de la siembra que recomendaba Uslar Pietri, es decir, un aumento que estuviera dirigido a aumentar la productividad en y del país. Pero ese no es el caso de Venezuela, pues ésta no ha podido, o no ha querido, inscribir su política petrolera en una de desarrollo y productividad sino del reparto efectista. Al momento de escribir estas líneas, en los bulevares de Sabana Grande (Caracas) se hacen intentos por reproducir otro “dakazo” populista.

 En Venezuela tal política exhibe su máxima expresión con el llamado populismo socio económico.   El Populismo es una política del reparto y, en ese sentido, es totalmente contrario a todo intento de producción y productividad; no se produce, se reparte. En consecuencia, es una política del derroche que colapsa en época de escases. La Venezuela de Chávez y Maduro son ejemplo típicos del modelo populista. Por eso hay quienes proponen a los gobernantes cuyos países experimentan una riqueza súbita manejar la abundancia con criterios de escases.  Consejo éste que no siempre es aceptado y casi nunca seguido. El problema es que los experimentos  populistas siempre se hacen   con recursos y dineros que no son  suyos.  Venezuela es una de sus últimas víctimas que pasó, en un santiamén,  a ser una ruina con ruindad.

¿Sabrán los señores del Gobierno que cuando se regocijan por una nueva alza de los precios del petróleo sin considerar los peligros del modelo  populista, corren el riesgo de resucitar el modelo rentista? Si le damos el beneficio de la duda tendríamos que admitir que los funcionarios ignoraban lo peligrosa de la situación, en consecuencia sólo sería justo tacharlos de sordos; pero no, desde la muerte de Chávez se ha venido previniendo a Maduro acerca de lo inconveniente del actual modelo económico y no hay manera de que este señor se dé por enterado. Un sistema monetario que presenta una gama de cotizaciones que van desde diez bolívares hasta seiscientos, aproximadamente.  ¿Quién se está robando los dólares a diez bolívares?, porque ese dólar está puesto allí para que se lo roben, y Maduro no dice nada. Al lado de eso, y como una consecuencia de lo anterior, padecemos una inflación indetenible, y Maduro tampoco dice nada.


¿Quién debe decir o hacer algo? Una fulana oposición que no se opone a nada, porque pasan la mayor parte del tiempo oponiéndose entre sí y a dilucidar cuál es el mejor partido político. Es necesario que las llamadas fuerzas “vivas”, hace un buen rato muertas, se apersonen y asuman su responsabilidad. La sociedad toda debe exigirle a Maduro un cambio del Modelo económico y que organice con la sociedad civil el diseño del nuevo modelo; así mismo, que se arbitre lo necesario para frenar la inflación. Estas medidas serían el arranque del cambio que sería apoyado nacionalmente y, además, contaría con la contribución de las mentes más esclarecidas. 

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