jueves, 29 de mayo de 2014

Nos robaron la oportunidad de ser mejores

La política económica de los gobiernos de los últimos 15 años ha permitido la mayor estafa y despilfarro de toda la historia. Esto ha sido posible porque convergieron en este período la mayor riqueza petrolera  con la mayor impunidad judicial: conculcación de los poderes públicos por parte del Ejecutivo, en otras palabras, robaron tanto como los gobernantes anteriores lo habían hecho, sólo que hubo demasiado para robar y con total impunidad. Se legitimó el robo como mecanismo distribuidor de la riqueza, y la impunidad como patente de corso. Lo que sí puede asegurarse es que son los ladrones venezolanos con la mejor de las suertes.

Quizás el mejor ejemplo de lo anterior sea  Cadivi, porque engloba de manera superlativa las magnitudes de la riqueza mal habida y el nivel de inmoralidad exhibido por parte del Gobierno de turno, de sus  partidarios y hasta de la llamada oposición democrática. A Cadivi le fue estafada en solo dos años (2011-12), según funcionarios del BCV, la cantidad de 20 mil millones de dólares, cifra cercana al 95% de las reservas internacionales. Desde entonces el Gobierno anterior y el actual han prometido una lista de los responsables que, sabemos, no se conocerá porque ambos gobiernos están involucrados. El episodio, más bien, ha ingresado a la lista de “Robos perfectos” de manufactura Socialismo Siglo XXI.

Pero más allá de lo escandaloso del robo (Cadivi  ha pasado a ser emblemático por su  obscenidad e impunidad) lo que más daño causa a la nación es la pretensión de que la práctica corrupta sea legitimada mediante la acción de inscribirla dentro del legado de Chávez porque, de otro modo, los partidarios de la revolución tendrían que admitir que la política “cadivista” no sólo se practicó con conocimiento del líder, sino también con su anuencia. ¿Será por eso que Ramírez, Cabello y Rodríguez, entre otros, pregonan con entusiasmo digno de mejor causa el “éxito” de la actual política económica?

Del desastre económico hay dos cosas que no se pueden negar ni ocultar: su magnitud y su paternidad; es el robo más grande y descarado que haya sufrido el país durante toda su historia y  el padre de la  criatura se llamó Hugo Chávez, dado el carácter personalísimo de sus Gobiernos; y es imposible revertirlo a corto plazo porque los responsables de tal tarea (la revolución ideologizada) no se atreven a cuestionar la raíz del desastre económico. Prefieren una revolución inmolada a una rectificada. Para ellos la revolución, al igual que a la suegra en la canción, “hay que enterrarla boca abajo, por si se quiere salir, que se vaya más pa’ abajo”.


En los últimos 15 años al país le robaron o malversaron cerca de un billón de dólares, pero a la nación le robaron algo mucho más preciado: una revolución que significó la más factible esperanza de un cambio progresista, la revolución chavista ha sido el descrédito de sí misma; por eso, cuando cambie este régimen, porque inexorablemente tendrá que cambiar, ya no se volverá a hablar de revolución, socialismo, ni de nada que recuerde positivamente ni a Chávez ni al chavismo, porque ya nos habrán quitado la posibilidad de ser mejores, es decir, de soñar con otra revolución; a menos que las fuerzas progresistas dentro de ella decidan hacer algo al respecto. ¿La última utopía?

No hay comentarios:

Publicar un comentario