viernes, 14 de noviembre de 2014

Defendamos el artículo 63 de la Constitución

El artículo 63 reza así: “El sufragio es un derecho…La ley garantizará el principio de la personalización del sufragio y la representación proporcional”. En las elecciones colegiadas de los últimos años se ha violado descaradamente este derecho de las minorías al haber aprobado y aceptado una ley electoral que sobrerrepresenta a los grupos mayoritarios en perjuicio de las minorías; fenómeno electoral conocido como “Efecto Mateo”: A quien mucha tiene (fe) se le dará más, y a quien poca tiene se le quitará la poca que tenga. Por eso en las elecciones parlamentarias del 2012 el oficialismo se alzó con 98 escaños  a pesar de haber obtenido  un 48,2% de los votos; mientras que la oposición, con una votación de un 47%, sólo obtuvo 65.

Varios políticos (Luis Fuenmayor, Luis Lander y Eugenio Martínez, entre otros) han denunciado la inconstitucionalidad y perversión del sistema electoral, pero las agrupaciones partidistas se han hecho las desentendidas, especialmente la llamada oposición democrática. ¿Por qué? Para algunos porque ya no se puede hacer nada y para otros porque les conviene (el oficialismo dominaría el “monte” y la oposición la urbanización). Ambos supuestos son falaces; no puede haber una ley por encima de la Constitución; y si un sistema judicial corrupto (como el nuestro) lo permitiese debemos denunciar a aquél y combatir a éste…en la calle y en los foros internacionales. 

Y si después de la denuncia y la protesta el Gobierno no permite que se adecente el proceso electoral, la oposición debería unificarse para darle al oficialismo un buche de su propia medicina. Nunca como ahora en la era chavista estuvo la AN a punto de ser dominada por la oposición, pero no por cualquier oposición sino por una que sea capaz de sacrificar (temporalmente) sus apetencias partidistas en aras de generar condiciones políticas que nos permitan comenzar el rescate de la democracia. Se trata de ganar en las elecciones del 2015 la mayor cantidad de entidades densamente pobladas; eso nos daría la victoria y la reducción de la presencia  oficialista en la AN, como ocurrió el 2010 en las elecciones del Zulia.

Pero primero hay que ganar; y para ganar es imprescindible un esfuerzo unitario y con una tarjeta que no represente a ningún partido pero que, al mismo tiempo, los represente a todos. A primera vista la oposición no parece estar dispuesta a sacrificar, aunque sea temporalmente, sus pretensiones partidistas. Ya han dejado claro que la identidad partidista irá por delante, y esto supone que al lado del capital político que apoye a una agrupación existirá otro capital que lo rechace. La única forma de eliminar el rechazo en los candidatos es eliminando en ellos su identificación partidista.


Una tarjeta unitaria de la oposición estará por encima de PJ, VP, AD, UNT, Progresismo, MUD y, eventualmente, por encima del PSUV; una tarjeta opositora que represente a una agrupación partidista sólo representará a una fracción de la unidad; la dirigencia chavista está contando con eso. Por eso estimulan y aúpan a Henry Falcón y a cualquiera que reste votos a una tarjeta unitaria. Ni López, ni Capriles, ni Falcón; es la hora de Fuenteovejuna.

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