Se atribuye a Winston Churchill la siguiente frase: “Soy optimista. No
parece muy útil ser otra cosa”. Totalmente de acuerdo; aunque después de leerla
me pregunté si el gran estadista la hubiese pronunciado en la Venezuela de hoy y,
además, en la hipotética condición de ciudadano opositor al régimen chavista;
porque en este país ser opositor implica transitar un viacrucis político que
supone el cultivo de un férreo pesimismo a prueba de flema británica.
Primero hay que toparse con una coordinación (MUD) que es inconmovible
frente a violaciones constitucionales, de derechos humanos y saqueo de la
hacienda pública sin que se arrugue ni un solo músculo de su faz opositora. Y
no es que se pretenda tomas de calle y de bastiones oficialistas, bastaría con
que tomaran la palabra y nos hicieran conocer una fe de vida, es decir,
necesitamos saber que existe. A estas alturas el pesimismo se hace presente
aunque no ineludible.
Si esta coordinación no atiende las violaciones, ¿de qué se ocupa? Es el
espacio en el cual los partidos políticos compiten por el liderazgo opositor. Y
decir partidos políticos es especificar los que lideran esa lucha: Primero
Justicia, AD, Copei, UNT en un primer momento, y actualmente la situación se ha
polarizado entre PJ y VP. Especificar partidos es señalar responsables: por PJ
Capriles, Borges y Carlos Raúl Hernández; por VP López, María Corina Machado y
Ledezma. El pesimismo es fuerte pero con esperanza.
Recientemente los liderazgos de PJ y VP se enfrentaron en unas elecciones
universitarias; entre los contendores un mismo apellido y un solo propósito:
aniquilar al contrario, incluso con las mismas argucias y maniobras que tanto
se le ha criticado al sector oficialista. No hubo consideraciones con relación
a las consecuencias políticas de tal pugnacidad; y no podía haberlas porque para
los líderes de ambas agrupaciones enfrentadas sólo cabía el interés por su
respectivo partido, y éstos, como ya se ha dicho, no tienen entre sus
prioridades la salud de la oposición, ni mucho menos la del país. En este punto
del recorrido hacia el rescate de la democracia el pesimismo se ha hecho
irreversible.
A pesar de lo anterior a los venezolanos opositores todavía nos queda meter
la mano en la caja de Pandora y tratar de alcanzar la jugada milagrosa, es
decir, la “panqueada de ahogado” que no es otra que votar contra Maduro, pero
también contra los representantes de los partidos políticos identificados en los párrafos anteriores. Con referencia a las elecciones pautadas par
el 2015 he señalado que la hora electoral no es la de algún partido político
sino la de Fuenteovejuna, es decir, la de individuos y grupos que no están
identificados por siglas sino por un propósito.
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